I.
Los comentarios sobre el libro ya eran
auspiciosos cuando fueron auxiliados por una controversia sostenida por la
autora, que le valió la expulsión de un centro de altos estudios donde enseñaba
debido a su opinión sobre cuestiones de género. Por lo demás, fue su
participación en un debate –en que compartió mesa con Alejandra Costamagna y
otras celebridades- sobre Relaciones
afectivas y modernidad -al que tuve la suerte de asistir-, durante la
última Feria del Libro de Buenos Aires, la que me decidió a encarar su lectura.
II.
En este volumen se reúnen ocho
trabajos, el último en forma de poemario, que cabalgan entre el relato y el
ensayo. Así, los elementos disparadores pueden ser una perra, un potro, una expedición a una
laguna en los Andes, el deceso de una amiga, objetos o hechos que sirven como mera
excusa para entretejerlos con reflexiones acerca de la muerte, la búsqueda del
lugar propio, el valor de una lengua común –igual y a la vez distinta de aquella
que le dio origen-, por citar ejemplos.
III.
¿Qué
hay en un nombre?, preguntaba el Bardo inglés. Justamente, indagar en los
nombres pareciera ser el nervio conductor que enlaza esta original propuesta,
como si a partir de allí pudiéramos asomarnos a las palabras adecuadas en el
intento de describir una experiencia. Es por eso que una y otra vez la autora
vuelve a preguntarse sobre ellas, no solo para adquirir precisión en el
ejercicio literario sino también para alcanzar identidad y sentido.
IV.
Con una prosa prodigiosa que orilla
lo poético en ciertos pasajes, valiéndose de citas de autores como Whitman,
Petrarca, Thoreau y profusas alusiones a distintos libros que componen la
Biblia de Jerusalén, Sanín construye una serie de relatos – ensayos, con mucho
de autobiográfico y personal. Un libro con cierta fluidez, que entusiasma por
su novedad. Rescato el siguiente párrafo como ejemplo de su estilo literario,
‘Yo estaba tranquila,
buscando semejanzas, sin saber que llevaba adentro la tristeza que ahora me
empuja y me detiene. No es una tristeza provocada por haber tomado este camino,
sino por sospechar que sólo se puede ir hacia adelante por un camino
insuficiente, único, sin que uno sepa si es la vida o la orilla de la vida’.
Adenda
Escribo esto movido por temas netamente personales. Cuando Carolina Sanín comentaba la muerte de su amiga, el hecho de no ser madre o que algunas de sus tías fueran monjas, no pude menos que sentirme identificado. Compartí esas realidades. Como siempre sostengo, muchos de nosotros –autores, lectores… ¡personas!- transitamos sin saberlo experiencias en paralelo. ¡Qué enriquecedor resulta, entonces, encontrarse con otros que pasaron por lo mismo! ¡Celebremos!
Hay cosas que sí y otras que no. Desde luego el estilo es precioso, de esos que son casi como música. Los temas son los que unos me atraen y otros no. El relato sí pero el ensayo/reflexión no tanto La última anotación es la que más me ha impactado y acercado al sí.
ResponderEliminarNo prometo nada por si acaso no cumplo.
Besitos indecisos.
En lo personal, encontrar en un escrito algunas de las cosas que también han sido parte de la vida de uno hasta puede resultar algo fuerte.
EliminarA más de eso, Sanín escribe muy bien y sabe captar la atención del lector. Imagino que si te animas, nos contarás.
Besitos esperanzados.