Cátedra, 2008
I.
Estaba aguardando su oportunidad
desde hace años, pero nunca me decidía a encararlo, aun sabiendo que es una
obra señera. Por fortuna, el título fue propuesto para un numeroso grupo de
lectores entre los que me cuento y así le pude dar curso. Fueron varias semanas
las que nos ocupó su lectura, como su debate y puesta en común. La experiencia
arrojó luces sobre aspectos no solo morales sino filosóficos, que una lectura
en solitario quizás no hubiera logrado.
II.
La historia es conocida: Rodión Raskólnikov, a
la sazón en la veintena, es un joven que estudia en San Pertersburgo y vive
gracias al aporte que realiza su madre junto a las lecciones que él brinda en
familias acomodadas. Presa de un delirio, abandona sus estudios y se vuelve
indigente, viviendo en un sórdido cuarto con la ropa hecha girones. Iba a casarse
con la hija de su casera, pero ella ha muerto y, por consideración, la patrona
lo hospeda, aun conociendo su escasez de recursos. Rodión sobrevive empeñando
lo poco que le queda a una usurera que cada vez le ofrece menos. La desesperada
situación en la que viven él, su madre y su hermana lo lleva a cometer el
asesinato de aquélla -y de su inocente hermana-, del que escapa de milagro.
III.
Pero nada es como lo esperaba. Al
temor de ser descubierto por la policía se le suma el estado deliberativo
interior, lo que enferma su cuerpo. Para colmo, su madre le avisa que viajará a
esa ciudad junto a su hermana, invitadas por Luzhin, un especulador que la
pretende. Y Mermeládov, un ex funcionario, le confiesa que ha debido prostituir
a su hija Sonia para enfrentar los gastos que su esposa Katerina –enferma de
tisis- y sus tres pequeños hijos en andrajos requieren, que él no puede ya afrontar.
Todas las miserias se reúnen alrededor de Rodia.
IV.
El tema principal es que Raskólnikov postula
que existen dos clases de hombres: los ordinarios, que viven como tales, y los
extraordinarios, quienes lo hacen sin apego a las normas, capaces de cambiar la
realidad social sin medir el costo de vidas –como Napoleón Bonaparte, su
modelo-. Él desea experimentar en carne propia si pertenece a esta segunda
clase; por eso acomete el delito, el
ensayo, para explorar si su sociedad estaría en condiciones de aceptar semejante
cambio. La idea del superhombre
nietzscheano sobrevuela el texto, aunque el filósofo alemán se interesó
mucho después en las letras del ruso.
V.
A su protagonista le acompaña un
puñado de personajes secundarios: su devoto amigo Razumijin; el vividor y
pedófilo Svidrigáilov; la joven Sofía (Sonia) que lo seguirá en su periplo y el
inspector Porfiri Petróvich quien, sabiendo su culpabilidad, lo dejará en
libertad no sólo por carencia de pruebas sino porque intuye que Rodión ha sido
empujado al crimen y será él mismo quien se entregue.
VI.
Un drama en regla, versión siglo XIX. De prosa precisa y escenas desgarradoras, donde se mezclan sueños y pesadillas por doquier, el conjunto impide al lector mantenerse ajeno a los hechos. Al poco, aparecen preguntas: ¿quién puede arrogarse el derecho de cercenar vidas humanas en aras de un bienestar futuro para el resto?, ¿hasta qué punto puede rebajarse un ser humano para intentar sobrevivir?, ¿cómo se pueden enfrentar las más elementales necesidades cuando el sistema mercantilista exige su parte?, ¿es acaso la eliminación de los antagonistas un remedio para alcanzar una sociedad más equilibrada? Menudos temas todos. De estilo impecable, Dostoyevski interpela al lector, cuyas respuestas estarán a su cargo. Monumental.
Leí este libro hace demasiados años. Creo que es hora de que lo vuelva a leer. Un saludo
ResponderEliminarMe alegra ser un elemento disparador de una excelente relectura, Esther. Ojalá lo disfrutes tanto como yo.
EliminarUn abrazo.
Hola, Marcelo.
ResponderEliminarUff, de esas obras que tengo en pendiente desde hace muchísimo tiempo y que, quizás como te pasaba a ti, estoy aún con cierto respeto a encararlo. Pero lo haré, sin duda. Me animas a hacerlo con tu post.
Sé que es una obra monumental y anda esperándome en la estantería desde hace demasiado tiempo, he de ir dándole hueco en mi tiempo lector pronto. Espero que me impacte, las expectativas no son bajas, desde luego. Sería además mi estreno con el autor.
Me alegra que, por lo que veo, haya cumplido con lo que esperabas encontrar y haya sido una lectura de esas que se quedan con uno. También es cierto, como mencionas, que el haberla leído en grupo haya supuesto un mayor disfrute de la misma; quizás sea más beneficioso que en solitario, sí (aunque diría que es algo que suele pasar con cualquier lectura, al final el compartir impresiones entre distintos lectores siempre enriquece el título de alguna u otra forma, pero cierto es que hay algunas que son más dadas a la reflexión y el debate que otras).
Un abrazo.
Confieso que, mientras la leía, me preguntaba si tú la habrías leído, María, puesto que eres mi referente en lo que llamamos habitualmente 'Literatura Universal'. Lo que me resulta extraño es que no hayas visitado las letras de este ruso aún, tan proclive encuentro tus lecturas hacia la literatura significativa.
EliminarTe sugeriría que no retrases encarar alguna obra de Dostoyevski; imagino que te ha de colmar de un sentido de humanidad, aunque reconozco que, como contrapartida, te ha de llenar de preguntas acerca del género humano.
Apelo a tu buen gusto -y, si me permites, a tu corazón de mujer- que nos brindes en breve una sentida noticia de alguna de sus obras, como acostumbras. Lo vale.
Un fuerte abrazo para ti, y gracias por darte una vuelta por aquí.
Querido Marcelo. Este año he leído Guerra y Paz y con eso se me han agotado las neuronas literarias para los clásicos rusos, que hay que pillarlos con ganas y mucho interés.
ResponderEliminarDe Dostoievsky no he leído nada, creo que tiene novelas más asequibles para entrar en su juego.
Quizás un día cuando se renueve el almacén de neuronas.
Besitos rendidos
Pues, considero que te pierdes Gran Literatura, si no lo has leído. A ver... si me preguntas, me parece que debieras incluir algún libro de este autor para tus lecturas de 2023; a tu libre albedrío, sin intención de influir.
EliminarEn tu lugar, empezaría de a poco.
Besitos sugerentes.