Bajo la Luna, 2022
I.
El título fue propuesto por el
miembro más joven del grupo, en aras del ruido
editorial que venía haciendo la autora en el mundillo literario. Solidario
con la elección –aun sin comulgar del todo con la lectura de una novedad- no
opuse reparos, porque el sello editor, nacido en la ciudad de Rosario, cuenta
entre sus fines la difusión de obras emparentadas con lenguas marginales –ya
había abrevado en ellas- y en nuevas formas de poesía. Supuse acertadamente que
algo de ambos iba a encontrar entre sus páginas.
II.
La presente obra contiene una docena de
relatos que, en conjunto, apenas superan el centenar de páginas. La autora, de
nacionalidad argentina e hija de japonés, nos ofrece una mirada sesgada sobre
distintas situaciones de vida, algunas de las cuales transcurren en el interior
de este país, otras en el Japón –actual o durante la guerra- y todas hacen gala
de una forma de escritura que combina el tempo
narrativo oriental con cierta dosis de lirismo poético.
III.
Así, un par de amigas de la
infancia que siguen en contacto a través de los años, unos primos que vuelven a
verse después de mucho, la vida de una fileteadora de pescado en el sur del
país, una charla sostenida entre vecinas a través de una mampara en el balcón,
son algunas de las historias que hablan de amistad, vínculos familiares,
soledad y realidades sociales, sin dejar de lado el aporte del elemento nipón,
tan presente en la raigambre de Kamiya, como tampoco su observación acerca de
la maternidad, a la que dedica sus dos relatos finales.
IV.
La fina observación de la disposición de unas
sillas o los gestos con los que su padre da a entender cómo se limpian los
granos de arroz también se incluyen en un derrotero personal que tiene mucho de
meditación acerca del valor de la palabra tanto como el uso de los silencios en
que sus personajes se sumen, bajo distintas circunstancias. En ese aspecto, una
prosa precisa permite la construcción de escenas relevantes, sin importar si
éstas tienen lugar entre una criada y su señora o una mujer que prepara un
desayuno para su marido y su hijo.
V.
Con un estilo directo, fluido y
ameno, Kamiya nos acerca textos que, en mayor o menor medida, dejan entrever
las huellas de origen japonés que impregnan su literatura: una perspectiva que
interpela a los lectores y llama a la reflexión, entre lo que se dice y lo que
no. Una narración breve, auspiciosa y
renovadora.
Querido Marcelo, me encantan las dos cosas, el lirismo poético y el amor y cuidado con el que tratan el lenguaje español por su tierra, aquí lo estamos estropeando sin piedad y bien deprisa. Y por otro, también la sutileza de la narrativa oriental, sus gestos, el manejo de los silencios. Así que me apunto a conocer a esta autora.
ResponderEliminarBesitos ilusionados
Guapísima, no podría estar más de acuerdo contigo respecto del uso del lenguaje.
EliminarPor aquí, esta autora empezó a sonar hace algún tiempo atrás, y la juventud lectora la trajo a mis costas. Es un libro que cabalga entre la realidad contemporánea de nuestras vidas, con elementos del ancestral pasado nipón.
En suma, algo distinto. Ojalá nos cuentes tu experiencia.
Besitos anhelantes.