Bajo la Luna, 2009
I.
Una asidua lectora de aquel
espacio bloguero que supimos compartir, casi nos rogó que le brindáramos
nuestro parecer sobre esta obra, recién salida –de nuevo- al ruedo. Recogí el
guante y me hice de un ejemplar, pero las urgencias diarias nos impidieron
darle cauce a su inquietud. Una docena de años después, cumplo –muy tarde, lo
se- en ofrecer mis humildes líneas acerca de autora y texto del que no hubiera
tomado conocimiento a no ser por aquella intervención.
II.
Esta novela coral presenta tres voces
excluyentes: la del joven rebelde Félix Gauna –expulsado del colegio debido a
un acto de violencia contra un profesor-; la anciana Mimaya, casada en segundas
nupcias con Eudoro y conocedora de su familia y la sociedad, y la verdadera
protagonista: su nieta, Sara (Atalita) Pons, que a los quince años se manifiesta
ya como un espíritu indómito, con comentarios mordaces que incomodan a sus
oyentes. Tan enferma de salud como bonita, suele ser destinataria de los
epítetos más furibundos de sus adversarios como de los deseos masculinos.
III.
Ambientada en un entorno que
alude a San Miguel de Tucumán, donde el aire dulzón de la zafra de la caña de
azúcar se mezcla con la de los azahares en flor, Félix y Atalita son personajes
antagónicos pero convergentes. El primero se opone al patriarcado
institucionalizado y al aburrimiento que provoca la falta de perspectivas para jóvenes
ávidos de aventuras en medio de una sociedad abúlica, sin horizontes. La
segunda, combate a su manera la pacatería religiosa a la vez que denuncia sin
pelos en la lengua los abusos cometidos por los adultos sobre las mujeres.
IV.
En una atmósfera de desencanto, odio y
venganza, donde ese aire fragante despierta la sensualidad y clama por sexo, se
suscitan envidias, traiciones y violencias varias entre protagonistas y
personajes secundarios que se debaten en medio del lento acontecer de un pueblo
sin matices, donde la prostitución y la droga parecen ser las únicas vías de
escape. La enferma Atalita, herida de lástima por su escasa perspectiva de
vida, se convierte entonces en el adalid de la verdad frente a la hipocresía provinciana.
V.
Orphée construye, en un estilo barroco y rebuscado, un friso de época del ascenso del peronismo al poder en las capas medias y acomodadas, haciendo gala de una prosa poética rayana en el más puro lirismo. En ese orden, el texto requiere paciencia dada la alternancia de sus voces. Destaco la voz única de Atalita, que se recoge hacia la mitad final del mismo en una serie de Tiempos extraños en que la autora reúne su pensamiento. Obra lograda y consagratoria, resulta una recomendación insoslayable para buenos lectores.
Querido Marcelo:
ResponderEliminarNo sé por qué blogger me ha estado escondiendo sus publicaciones. Hoy, después de tu visita a la cantina vine a ver y descubro todo lo que me he perdido así que voy a echar aquí el rato.
De este, lo que me gusta es el ambiente asfixiante del pueblo, y el personaje de Atalita. Me gusta que se apuñalar por la espalda y la rebeldía. Pero ando escasa de paciencia para textos rebuscados que se me hacen densos. Creo que esta no.
Besitos perdidos
En un ambiente provincial como a mediados de los '40 de siglo pasado, la novela es todo un acierto, Maja, por más que el carácter abarrocado de su prosa obstruye su fluidez.
EliminarBuen libro.
Besitos encontrados.