lunes, 12 de diciembre de 2022

Sin consuelo. Historias tardías, Stephen Dixon

 


Eterna Cadencia, 2018

I.

               Era el último libro de Dixon publicado por esta casa editorial –hasta que vino otro más, algo después-. Estaba en mi haber y decidí completar mis lecturas acerca de su narrativa. Por ello lo propuse a mis compinches lectoras, a sabiendas de su contenido, no así de su estructura. Al no sorprenderme tanto la novela anterior, me incliné a darle otra oportunidad sin dejar de lado mis recelos. Como cabía esperar, la lectura conjunta aportó distintas miradas, enriqueciendo el texto.

II.

                Philip Seidel, escritor y profesor universitario retirado, ha perdido a su esposa después de un calvario al que fueran sometidos ambos, tras su diagnóstico de ELA. Asistimos, entonces, a una narración no solo del trágico final sino también de sus momentos felices y, en algún grado, de las peripecias del viudo ochentón que intenta sobrellevar de la mejor manera su soledad, la nostalgia y la ausencia.

III.

               Dividido en algo más de treinta capítulos, al principio parecen historias inconexas. Pero al pasar las páginas se transforman en una secuencia de episodios que conforman una novela que aborda un amor sin par. El protagonista, ubicado en Baltimore, con dos hijas lejos, mantiene la rutina de estar pendiente de su gato y escribir a diario, por más que los momentáneos olvidos y un estado de confusión espacio-temporal -propios de la vejez- hayan hecho ya su aparición.

IV.

                Con abundantes elementos autobiográficos, el uso alternativo de la primera y la tercera persona y cambiantes recursos estilísticos –una sucinta historia matrimonial en reversa con la que abre el libro; una lista de personajes muertos (que supone engrosar en breve) al mejor estilo de Perec; una minuciosa descripción de objetos que hallarían a su alrededor en caso de morir-, cada relato expone la soledad de Seidel –alter ego del autor-, por más que sus vecinos se preocupen por su salud, reaparezca algún viejo amor o sus hijas estén pendientes mediante llamadas cotidianas.

V.

               De estilo coloquial, como quien escribe de manera casual, Dixon desgrana sus obsesiones en un libro extenso, por momentos monótono aunque no aburrido, cuyos capítulos bien podrían leerse salteados en una suerte de rayuela literaria, sin abandonar el hilo conductor y objeto de su narración: la pérdida irreparable, que permanece sin consuelo. La portada, con esa mujer en sombras que acompaña a un hombre mayor, es una síntesis acertada de su contenido. Un libro más que interesante y emotivo.

2 comentarios:

  1. Ay Marce necesito leerlo con urgencia, Esposa en reversa está entre mis cuentos favoritos, pero solo leí eso, que es el primero, ya sabes que en mi entusiasmo e inconstancia van a la par

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    1. Si te ha gustado ese inicio en particular, la novela de Isaac Rosa 'Feliz final' va en ese mismo sentido; sólo que no se si te la recomendaría para este preciso momento de tu vida.

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