Eterna Cadencia, 2018
I.
Era el último libro de Dixon
publicado por esta casa editorial –hasta que vino otro más, algo después-. Estaba
en mi haber y decidí completar mis lecturas acerca de su narrativa. Por ello lo propuse a mis compinches lectoras, a sabiendas de su contenido, no así de su
estructura. Al no sorprenderme tanto la novela anterior, me incliné a darle otra
oportunidad sin dejar de lado mis recelos. Como cabía esperar, la lectura
conjunta aportó distintas miradas, enriqueciendo el texto.
II.
Philip Seidel, escritor y profesor
universitario retirado, ha perdido a su esposa después de un calvario al que
fueran sometidos ambos, tras su diagnóstico de ELA. Asistimos, entonces, a una
narración no solo del trágico final sino también de sus momentos felices y, en
algún grado, de las peripecias del viudo ochentón que intenta sobrellevar de la
mejor manera su soledad, la nostalgia y la ausencia.
III.
Dividido en algo más de treinta
capítulos, al principio parecen historias inconexas. Pero al pasar las páginas se
transforman en una secuencia de episodios que conforman una novela que aborda un amor sin par. El protagonista, ubicado en Baltimore, con dos hijas lejos,
mantiene la rutina de estar pendiente de su gato y escribir a diario, por más
que los momentáneos olvidos y un estado de confusión espacio-temporal -propios
de la vejez- hayan hecho ya su aparición.
IV.
Con abundantes elementos autobiográficos, el
uso alternativo de la primera y la tercera persona y cambiantes recursos
estilísticos –una sucinta historia matrimonial en reversa con la que abre el libro; una lista de personajes
muertos (que supone engrosar en breve) al mejor estilo de Perec; una minuciosa
descripción de objetos que hallarían a su alrededor en caso de morir-, cada
relato expone la soledad de Seidel –alter
ego del autor-, por más que sus vecinos se preocupen por su salud,
reaparezca algún viejo amor o sus hijas estén pendientes mediante llamadas cotidianas.
V.
De estilo coloquial, como quien escribe de manera casual, Dixon desgrana sus obsesiones en un libro extenso, por momentos monótono aunque no aburrido, cuyos capítulos bien podrían leerse salteados en una suerte de rayuela literaria, sin abandonar el hilo conductor y objeto de su narración: la pérdida irreparable, que permanece sin consuelo. La portada, con esa mujer en sombras que acompaña a un hombre mayor, es una síntesis acertada de su contenido. Un libro más que interesante y emotivo.
Ay Marce necesito leerlo con urgencia, Esposa en reversa está entre mis cuentos favoritos, pero solo leí eso, que es el primero, ya sabes que en mi entusiasmo e inconstancia van a la par
ResponderEliminarSi te ha gustado ese inicio en particular, la novela de Isaac Rosa 'Feliz final' va en ese mismo sentido; sólo que no se si te la recomendaría para este preciso momento de tu vida.
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