I.
Venía escorado a estribor cuando apunté este título a fines de 2015. Lo
adquirí al año siguiente, a sabiendas de que no estaba con ánimos para
enfrentarlo. Tras el inevitable deceso de mi madre, preferí hacerme cargo de mi
duelo sin el auxilio de las letras. Fue entonces el pasado marzo cuando un
taller amigo propuso hacer una lectura junto a otros lectores, que aproveché para
darle curso. Sabía de su contenido; ahora estaba preparado.
II.
Este libro de Didion surge a posteriori de la repentina –aunque previsible-
desaparición de John Dunne, su esposo, después de añares de convivencia.
Mientras ella preparaba la cena ese 30 de diciembre de 2003, al volver del
hospital donde su única hija se hallaba internada, John sufre un infarto masivo
y, por más que el aviso de emergencia y la respuesta médica fueran inmediatas,
no alcanzaron para lograr su supervivencia. Tras el impacto inicial, la autora pasa
un año esperando (deseando) su regreso. Ésa es la razón del título.
III.
¿Qué pensamientos se disparan
ante la ausencia de esa persona que consideramos lo más significativo en
nuestras vidas?, ¿es que el dolor nos fuerza a negar el hecho,
atiborrándonos de actividades con tal de no notar el vacío que nos rodea, y así sobrellevarlo mejor? Además, ¿no tendríamos que haber previsto este
desenlace?, ¿fuimos indolentes ante las advertencias médicas, creyendo que sólo
eran alarmas naturales? Estas interpelaciones que cuestionan a su protagonista –la
propia escritora, estimo-, son también las que muchos de nosotros nos
formulamos a la hora de reflexionar sobre lo ocurrido.
IV.
Considero que el mayor acierto de este trabajo
es la forma en que Didion nos allega los pormenores de sus meditaciones y
recuerdos. Adopta la técnica del uso del zoom
fotográfico o filmográfico: necesita tomar distancia, alejarse, para poder
focalizar en detalle sobre los pormenores de aquello que nos relata; si se
acercara demasiado correría el riesgo de desenfocarse y, con ello, ofrecer una
imagen borrosa, no nítida, de su propio sentir –que también es el de este
lector-.
V.
Con una prosa fluida, sin golpes bajos ni intención de hacer catarsis literaria, Didion expone un universo de posibles miradas acerca de una pérdida irreparable. En ese aspecto, no ahorra al lector momentos incómodos o dramáticos, pero ellos están al servicio de una obra por demás honesta, que recoge sus ideas acerca de la ausencia, del duelo y de la soledad remanente que vive quien ha perdido un compañero de la vida. Para recomendar, leer y releer.
Lo leí el año pasado y fue una de mis mejores lecturas del año. Leí a continuación el que escribió con motivo de la muerte de su hija, Noches azules, y también me gustó mucho, aunque El año del pensamiento mágico... tiene magia a pesar de su dureza. también leí una novela de la aurora, Río revuelto y hay que decir que en todos los géneros, es magnífica.
ResponderEliminarUn beso.
Yo había leído 'Río revuelto' y estuvo entre lo mejor del 2022. En otro registro, éste también me gustó mucho. Será cuestión de ir desgranando lentamente la obra de Didion.
EliminarUn beso para ti, Rosa.
Lleva años en mi lista de pendientes. Pensaba leerlo este año, así como Noches azules. Veremos en qué queda mi propósito. Está siendo un año de cambios y me temo que muchas más pretensiones lectoras de lo habitual se van a quedar en el tintero.
ResponderEliminarUn abrazo
La vida es un cambio continuo, Lorena -aunque ello no se refleje en tus líneas, que siempre son impecables-.
EliminarEn mi caso, tuvo que esperar pacientemente algunos años para estar preparado y encarar su contenido, que no ha sido tan duro como esperaba. Ojalá lo disfrutes pronto.
Un abrazo para ti.
Parece que existe coincidencia entre lectores, Esther. Tendré que ir por otros títulos de Didion.
ResponderEliminarUn abrazo.