I.
Nos fue ofrecido en la terna de propuestas para futuras
lecturas cuando dejamos atrás otras más melancólicas y nostálgicas. Lo cierto
es que me incliné por este libro –y con mi decisión arrastré al resto- a
sabiendas de aquello que podríamos encontrar. Pocas horas después de
adquirirlo, la Arquitecta nos avisó
que pudiera no ser del agrado grupal. Persistí en ello: al fin y al cabo, no
desentonaría con otras lecturas de más largo aliento y, si cupiera, nos
brindaría una mirada del prístino feminismo de los pasados ’70 en E.E.U.U.
II.
Este libro recoge artículos aparecidos en
medios periodísticos locales desde 1972 a 1975. Pareciera que el cometido en
ciernes ha sido tratar de registrar los cambios sociales que el género
femenino, inicialmente tradicional y pacato, acusó con la emergencia de la militancia feminista y la liberación de la mujer. De una manera neutral, aunque mordaz y
socarrona, Ephron nos hace llegar de primera mano aquellas huellas del primer
feminismo, que aun lidiaba con liderazgos, programas y tratando de erigirse en
una revolución para todas sus adherentes.
III.
Las fantasías sexuales; la
importancia de poseer pechos; la política
vaginal; el desarrollo de perfumes que oculten los aromas sexuales; la
rivalidad durante un concurso nacional de cocina; los grupos de concienciación
o las disputas acerca de la representación de los grupos feministas son, entre
otros, el material base que Ephron nos allega a lo largo de cada capítulo, que
guarda cierto matiz de testimonio a la vez que de ensayo interpretativo.
IV.
Destaco la ágil pluma con que narra
–descarnadamente- cada acontecer donde las mujeres son protagonistas.
Tanto la historia de Linda Lovelace –recordada por su papel en el film Garganta profunda- como de Berenice
Gera, -la primera, ¿y única?- mujer árbitro en el béisbol, son entrevistas que
derivan en interpretaciones tras contar con material de primera mano al calor
de aquella actualidad. La manipulación de la industria cosmética y la
descripción de comportamientos machistas que aun las emancipadas suelen exhibir, son parte del texto.
V.
Con una prosa coloquial y amena, un tono neutro al que acude para no sentirse involucrada en sus apreciaciones –que intentan ser objetivas-, y más de un comentario irónico, Ephron ofrece un documento que atestigua los primeros avances en materia de feminismo en Nueva York, allá en los ’70, cuando pocos tomaban nota de su emergencia. A la luz de nuestros días, lo que narra parece más un relato de herencia que algo que se mantiene en el presente. En ese sentido, el texto ha perdido vigencia y algo de vigor, lo que no desmerece su carácter testimonial.
Lo leo ya,lo describes de una forma amena y magistral.Pienso que no ha perdido vigencia, Ephron nos hizo reinos de cosas enmascaradas y que eran generales en la mujeres de los setenta y muchos,comprobando que no estábamos solas. Mil Gracias.
ResponderEliminarHola, Clara! Gracias por darte una vuelta por aquí.
EliminarEs una compilación ágil y desenfadada, con mucho de humor socarrón y una pizca de recelo acerca del prístino movimiento feminista local. Para un profano como yo en estas lides ha resultado interesante. Ojalá lo disfrutes mucho.
Cordiales saludos.
Me da pereza, muchísima. Por cómo se ha utilizado el feminismo de forma torticera por la política en los últimos tiempos desvirtuando su esencia, a mí el tema me sale por las orejas. Sí, pagan justos por pecadores, como dirían, porque de lo que habla Nora era el verdadero feminismo. Tampoco el formato artículos es lo que más me llama, donde ande la ficción...
ResponderEliminarBesitos rebeldes
El libro, Guapa, guarda cierto matiz de testimonio con algo de atavismo de aquel inicio. Como señalé, ha perdido vigencia. Y en aras de lo que se vive hoy, pues...
EliminarEn otro orden, del uso político de éste y tantos otros temas podríamos cansarnos de compartir.
Besitos conformes.