I.
Este libro, en mi experiencia, ha
nacido con mala estrella. Cuando lo
vi por primera vez, no llamaron mi atención ni autor ni contenido. Parecía uno
de esos textos destinados a la divulgación científica, a la manera de James
Burke y su ciclo Connections, de
fines de los años ’70. Luego, cuando asomó la primera recomendación, una
lectora amiga ya nos había brindado su opinión. Cuando logré hacerme de esta
versión digital, el grupo al que pertenezco ya lo había compartido, y cuando algo
después lo propuse como lectura a otros lectores, se inclinaron por otro
título.
II.
Esta retahíla de historias fragmentadas aborda
una serie de descubrimientos científicos del último siglo que, si bien han
aportado a la profundización de nuestros conocimientos sobre el mundo que
habitamos y el universo al que pertenecemos, también se han prestado al uso de
la dominación y el exterminio masivo, como ha sido el caso de los gases
empleados en la Primera Guerra Mundial y el desarrollo y posterior detonación de
las bombas atómicas, por citar algunos.
III.
El libro abre con la historia de
Fritz Haber y el Azul de Prusia, un colorante que ha tenido múltiples usos,
entre ellos la síntesis del letal cianuro de potasio y otros productos cuya
inhalación provocan una muerte horrorosa. El afán por destacar y ser reconocido
a veces afecta de tal modo a sus investigadores que sus estudios y su praxis
incurren en abierta inmoralidad al aplicarse al género humano –y a los demás
reinos- de manera despiadada.
La versión digital, gentileza de otro lector
IV.
Así, en cada capítulo, Labatut nos va
ofreciendo figuras de la talla de Schwarzschild y su singularidad u horizonte de sucesos –el límite exterior de un
agujero negro-; los avatares del genio matemático de Grothendieck; la
formulación de la función de onda de Schröedinger y la teoría cuántica de De
Broglie; el principio de incertidumbre de Heisenberg y los recelos que la
mecánica cuántica hacían surgir en Einstein –contra la cual batalló hasta el
fin de sus días-.
V.
En estilo ameno y coloquial, hilvanando historias, Labatut ofrece un libro que exhibe las contracaras de la ciencia del siglo XX, amén de rencillas, celos profesionales y bajezas varias que siempre se dan cita en los centros de altos estudios, donde pululan las opiniones encontradas. Lo interesante del texto es que esas figuras de renombre se nos presentan en una faceta humana, cotidiana, despojada de la celebridad con que suelen revestirse sus investigaciones y opiniones profesionales. En suma, un libro distinto, para deleite de quienes aman la historia de la ciencia.
Querido Marcelo:
ResponderEliminarSí, soy de ciencias pero en literatura no, a mí me van más las historias y los cuentos. Me vale que haya un experimento de por medio y sus batallas colaterales pero así en seco, por mucho que entre en el factor humano, no me atrae especialmente.
Besitos fantásticos
Majísima, entiendo tu mirada. No a todo el mundo le van las historias basadas en popes de la ciencia, por más que nos los hagan aparecer en su 'faz humana'. Que no está nada mal, pero no es apto para todo público.
EliminarBesitos comprensivos.
Me alegro mucho de ver este libro por aquí, Marcelo. Un libro, me temo, al que, por no ser novela, no se acercarán mucho lectores. Y sin embargo tiene también mucho de literatura y de ficción. Para mí esta lectura fue toda una grata sorpresa.
ResponderEliminarUn abrazo
Ése ha sido un poco el tema de su escasa aceptación; los lectores prefieren ficción sin ciencia de por medio, Lorena.
EliminarComparto contigo, que nos lo has descubierto, que ha sido grato, aun sin mayores adhesiones.
Agradecido, entonces.
Un abrazo para ti.
Todos los físicos que mencionas me apasionan y esos descubrimientos, también. Que Einstein se equivocara en un par de cosas me parece fascinante. Apunto este libro porque aunque leo poco ensayo, este me atrae mucho.
ResponderEliminarUn beso.
Tendemos a creer que Einstein era infalible; nada más lejos de la realidad: la desigualdad de Bell probó cuán errado estaba -junto con sus amigos Podolsky y Rosen- en la apreciación cuántica. Creo que los errores lo vuelven más humano, si me permites.
EliminarEs una suerte de 'interpretación' que Labatut nos allega; no tiene perfil de ensayo, por más que utilice cierto vocabulario específico del género.
Si te decides, ojalá lo disfrutes tanto como yo.
Un beso para ti.
Sí, los errores humanizan. Por eso me resulta fascinante que se equivocara. Y que dudara de sí mismo. Creía que el universo era infinito, pero lo dudó en su famosa frase “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”. Con esa frase empezaba un tema mío cuando daba clase.
EliminarOtro beso.