I.
Fue apuntado cuando el autor me fuera
presentado como fiel exponente de la literatura inglesa de la época victoriana.
Para mejor, ésta parecía ser una típica novela escrita por su puño, además de
breve y entretenida. Mas lo que decidió su adquisición fue la cuidada edición en
cartoné de esta casa editora, que la
presentaba como una obra inédita en español. Tras la acerba crítica de Virginia
Woolf hacia las letras de este período, no quise retrasar más su lectura.
II.
El maduro señor Whittlestaff, dueño de una heredad
en Hampshire, recibe la noticia de que Mary Lawrie, hija de un amigo y a quien
dobla en edad, se ha quedado huérfana y sin perspectiva de futuro halagüeño.
Por eso decide acogerla en su casona como a una hija propia. Solo su anciana y
áspera ama de llaves, la señora Baggett, le advierte que no corra el riesgo de
enamorarse de la joven porque la pasará mal. El regreso poco oportuno de John
Gordon, una vieja y tácita promesa de amor de Mary –quien no contaba con
recursos económicos suficientes en su momento-, configurará el triángulo
amoroso en que se debatirá la trama.
III.
John Gordon deberá hacer frente a
la promesa de Mary de casarse con Whittlestaff, obligada por la circunstancia
de vivir en su casa, de sus recursos y con un hombre por demás condescendiente.
Mary no se engaña: es bastante mayor para ella, pero se debate entre aceptar su
proposición matrimonial o quedar sin albergue y, a la buena de Dios, hallar colocación como posible gobernanta. El
joven Gordon decide entonces apelar al sentido común de Whittlestaff para
deshacer el compromiso previo y permitir que Mary y él sean felices. ¿Será
capaz de lograr tamaña renuncia?
IV.
El triángulo compuesto por un hombre mayor, solo
y despechado; la joven sin recursos, aunque íntegra y perspicaz, y el amante que,
de origen pobre, ha regresado con fortuna, se acompaña de un puñado de
personajes secundarios perfectamente delineados: el ama de llaves brutalmente
deslenguada y frontal; el clérigo Blake, un impertinente que brega por el amor
de los jóvenes; un socio de Gordon que desea quedarse con su negocio de
diamantes en Sudáfrica y poco más. El conjunto ayuda al eficaz desarrollo de la
novela.
V.
De estilo directo y coloquial, fluido en exceso y con cierta carga de moralina, el texto se disfruta como un bombón de chocolate: deja dulce sabor en boca y se olvida con facilidad. En ese aspecto, la obra ha perdido vigencia y cuenta sólo como curiosidad o representación de época. Una lectura ligera, sin mayores aspiraciones, para disfrutar durante un viaje corto o en medio de las vacaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario