Sudamericana, 1986
I.
Esta relectura ha formado parte de una opción grupal. Sospecho que el
puñado de lectores que nos hemos dado cita albergábamos nuestros recelos acerca
de la vigencia de este material, otrora tan visitado. Es que a fines de los
’80, Kundera era un must literario;
sobre él convergían las letras provenientes del otro lado de la Cortina de Hierro. Para colmo, el auge
de la psicología del personaje
abonaba sus trabajos. Motivados por su reciente deceso, nos propusimos volver a
ellas.
II.
Desde sus orígenes, Jaromil encarna el destino
de un ser -¿poeta?, ¿soplón policial?, ¿un alienado?- que se debate entre su
apego inconmensurable a su patria y una devoción absoluta a su madre. Son estos
cordones los que habrán de unir toda
la novela. Porque no es solo el ombligo al que hacemos frente desde el
nacimiento, sino también a un régimen que se adueña de nuestras vidas porque creemos en él y porque no conocemos otro.
III.
El libro narra en siete partes la
vida de Jaromil, un niño con ciertas habilidades intelectuales para la poética,
a quien su madre alentó hasta el cansancio. Ya adolescente, se enamora de una
empleada de supermercado, a quien corteja y espera. Cuando un día ella se
retrasa, ante su insistencia, le confiesa que su hermano habrá de dejar
Checoslovaquia de forma clandestina. Jaromil se ve en la obligación de
denunciar tal hecho, por lo que ella y su hermano habrán de afrontar el devenir.
Al avanzar la historia, ella vuelve después de largo tiempo de prisión y se
revela la verdad. De él poco más se sabe; su muerte temprana ha tenido lugar en
el ínterin.
IV.
En el texto sobresalen dos capítulos. El
primero, la historia de Javier, un alter
ego con el que el protagonista se evade de la ominosa realidad; una suerte
de encarnación onírica. El otro, el destinado al Cuarentón: un aspecto de la
mentira –y su consecuencia nefasta- en un estado totalitario. Destaco la
minuciosa y acertada construcción psicológica de los personajes, tanto como su
ambientación en aquella Checoslovaquia soviética, donde la delación estaba considerada un acto de patriotismo.
V.
Con prólogo de Carlos Fuentes y alternando
una narrativa por momentos tradicional, a veces onírica –con reminiscencias de Breton,
Verlaine y Baudelaire, entre otros- y polifónica casi siempre, Kundera rinde homenaje a Rimbaud desnudando la fuerza que subyace en los vínculos más
primitivos –hacia la madre, hacia el lugar de origen, etc.- que hacen al
sentido de pertenencia de cada ser humano. Algo ardua -aunque nada compleja- y
de fluidez amable, la obra mantiene el brillo que supo conocer. Letras para no dejar
caer en el olvido.
¡Hola!
ResponderEliminarNo he leído nunca al autor, pero no creo que empiece por este libro. ¡Muchas gracias por tu reseña!
Nos vemos entre páginas
La vida de mi silencio
Hola! Yo tampoco te sugeriría que comiences a leer al autor por esta obra. Hay cosas suyas más amables. Pero alguna vez debieras darle alguna oportunidad.
EliminarNos leemos. Saludos!
Leí mucho a Kundera el los años ochenta y noventa. La vida está en otra parte la leí en 1998. Me gustó mucho todo lo que leí del autor, pero luego lo dejé. van viniendo otros autores y no da el tiempo para todo.
ResponderEliminarSería una buena relectura.
Un beso.
Lo que señalas, Rosa, ha sido algo generacional. Creo que en aquella época Kundera era un autor de moda y, a medida que nuestra existencia se complicaba, ya teníamos suficiente con lo propio como para seguir angustiándonos con sus personajes.
EliminarPero varias voces en mi entorno lo querían rescatar del (injusto) olvido. Y vale la pena releer de a poco sus letras.
Un beso para ti.
Efectivamente, Kundera es un autor para no dejar caer en el olvido, así que gracias por el recordatorio. Solo he leído de él La ignorancia y siempre me digo que debería retomarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo también había leído ese título y, cuando joven, su famosa 'La insoportable levedad del ser'. Al igual que tú, debiera retomar sus letras -particularmente 'La broma', de la que siempre me han hablado bien y no he leído aun-.
EliminarUn abrazo para ti, Lorena.
Me declaro en rebeldía. Ya sabes que de vez en cuando me pasan estas cosas de rebelarme frente a recomendaciones fervorosoas. Lo que pasa es que con Kundera me aburro, me canso de esperar a averiguar qué quiere comentarme. Este no lo veo diferente en ese sentido. Aunque sale de los títulos más conocidos.
ResponderEliminarBesitos desobedientes
La novela está muy bien estructurada, aunque resulta algo densa. No obstante, comparada con materiales más contemporáneos -aun narrando cosas parecidas- resulta un trabajo de fuste.
EliminarQuizás las prisas cotidianas influyan negativamente en este tipo de lectura, amén de ser de tu agrado o no. Cuestión de gustos, como todo.
Besitos suavizadores.