Random House, 2020
I.
Imaginé que el contrapunto podía
ser interesante. Por un lado, estaba la polvareda de tierra adentro que proponía Travacio; por el otro, la silente presencia
del río, elemento infaltable en la prosa de Almada. Además, dos escritoras
cuyas letras se hallan en plena vigencia, de edades cercanas entre sí y
oriundas de provincias vecinas, eran demasiada tentación como para no incluir
ambos trabajos como lecturas para un mismo mes.
II.
Enero Rey y el Negro deciden irse de pesca con
motivo de inaugurar el nuevo bote de este último. Para ello han dispuesto
tomarse unos días y visitar un lugar de la costa en la que habitan rayas de
río, de buen porte. Como siempre, incluyen en la excursión a Tilo, el hijo
adolescente del fallecido amigo Eusebio. El pez suele ocupar el lecho del río,
lo que hace necesario mover el agua. Cuando se eleva desde el fondo, Enero
dispara tres balas sobre él y lo suben a bordo. El ruido llama la atención de
los chiquillos de la zona y, tras estos, a los adultos locales.
III.
Lo que en principio se inicia como una
aventura entre amigos, se complica con la llegada de Aguirre, un lugareño que,
viendo el tamaño de la pieza cobrada al río –su río- por parte de tres desconocidos, se incomoda. Pero lo que
realmente termina irritándolo es saber que, en vez de ofrecer el pez a su
gente, Enero no tuvo mejor idea que devolverlo al agua cuando ya empezaba a
pudrirse. Con ello se avecina la tragedia.
IV.
Almada utiliza frases breves, con mucho
diálogo entrecortado y algunos silencios elocuentes. Así, mientras teje la
trama de esta salida de pesca, va deslizando las historias de los protagonistas
desde que se conocieron cuando chicos; la visión de un Ahogado que persigue a
Enero, la muerte de Eusebio y la ‘adopción’
de Tilo, todo mediado con historias de pueblo, en la que no faltan ni el
curandero ni las habladurías de la gente.
V.
De estilo directo, con ritmo
lento y cadencioso –como quien narra una historia alrededor de un fogón-,
Almada construye una novela breve donde se dan cita la amistad, el amor, la
fraternidad, en medio de agua, fauna y flora vernácula, que incluye la reyerta
típica de un litoral bárbaro. En suma, un relato bien hilvanado y trepidante
hasta su desenlace. Otra bocanada de aire renovado en las letras argentinas,
que sugiero tomar en cuenta.
Hace unos tres años leí Ladrilleros de Selva Almada y me gustó muchísimo. Veo que la autora vuelve a tratar una tragedia con tintes clásicos, mucha violencia y una historia apasionante; mezclando presente con pasado y recuerdos con la actualidad. La apunto sin dudar.
ResponderEliminarUn beso.
Me había gustado 'El viento que arrasa', aunque aún no leí el que citas, Rosa.
EliminarSelva narra muy bien las historias cotidianas del interior de este país, donde la violencia se ejerce de manera desnuda.
Éste te gustará mucho.
Un beso para ti.