Tusquets, 2009
I.
Fue una grata sorpresa el haberlo
encontrado en el estante de una librería que no suelo visitar. Sin dudarlo, me
hice del ejemplar porque ya era un título faltante –corría mayo de 2014- y
suponía que la situación iba a ir para peor. Habiendo tomado nota del tiempo
transcurrido, y que sólo había visitado el célebre Archipiélago Gulag del autor, me pareció oportuno incluir el título
como lectura del año en curso.
II.
La historia que narra es un día completo en la
vida de Iván D. Shújov durante su paso por la prisión, un amigo del autor a
quien le endilgaron 10 años de trabajos forzados en Siberia por haberse dejado
capturar por los alemanes y, por ello, ser sospechado y acusado de traidor y colaborador.
No solo detalla cómo cada recluso ordena su día en pos de cumplir la tarea
diaria que se le asigna al grupo al que pertenece, sino de los problemas que
acarrea caer enfermo, o no alcanzar la meta propuesta para ese día que, en
todos los casos, siempre conduce a una disminución de la ración de alimento
diaria, ya de por sí escasísima –cuando no se acompaña de aislamiento, pero con
trabajo-.
III.
El libro asume carácter testimonial
al describir la rotación de los condenados en el sistema penal; las condiciones
infrahumanas a que son sometidos ya por los guardianes, ya por los propios
capataces de grupo; los problemas que genera la hostilidad de un clima tan
riguroso gran parte del año; en suma, la vida cotidiana en una prisión rusa. Todo
configura una denuncia del Gulag carcelario de Stalin, donde uno debería sentirse
feliz de poder contar la historia si llegara a alcanzar la libertad. Las
condenas pueden alargarse por cualquier tontería.
IV.
La novela resulta hipnótica. Describe con lujo
de detalles el quehacer del protagonista, desde que amanece hasta que vuelve a
su descanso, no sólo narrando su comportamiento sino también haciendo conocer a
los lectores aquello que piensa y el porqué de ese pensamiento, siempre en aras
de no ser castigado, de conseguir algunos elementos en el mercado negro -tabaco,
por ejemplo-, en una palabra… de sobrevivir, en un entorno de competencia y
camaradería entre reclusos, no exento de la presencia de soplones.
V.
Con una prosa descarnada pero
fluida, escenas de crudo realismo y diálogos bien provocados, Solzhenitsyn
construye una novela que refleja el acontecer diario en un campo de trabajo
donde el único alivio es que el termómetro marque 42° (bajo cero) para no tener
que salir a trabajar. Un libro breve que contiene una obra testimonial más que
valiosa. Para no dejar pasar.
¡Hola!
ResponderEliminarNunca he leído sobre los gulags ni las experiencias que se vivieron allí. Tomo nota, porque parece una lectura de lo más ilustrativa. ¡Muchas gracias por tu reseña!
Nos vemos entre páginas
La vida de mi silencio
Lamentablemente, es tan ilustrativa como triste y deplorable. Pero alguien que la vivió debía escribirla y hacerla trascender.
EliminarGracias por tus palabras de aliento.