I.
Comenzaba el año en curso y
debíamos poner la rueda lectora en funcionamiento. Por eso, el pequeño grupo
lector se inclinó hacia un título breve y, en lo posible, llevadero. Me pareció
buena ocasión para proponer éste, de una autora poco conocida en el ámbito
local que, para más señas, es la viuda del difunto Roberto Calasso.
II.
La narradora –alter ego de Jaeggy, estimo-, repasa aquellos días en que, a partir
de sus ocho años, fue depositada en
un internado selecto en la región de Appenzell, para recibir una educación superior,
especialmente en el manejo de idiomas y preparación para la vida. Con un padre distante
y una madre que maneja su educación desde Brasil; una compañera de cuarto de
origen alemán –para que practique con ella ese idioma-, en un entorno rutinario
y aburrido, las horas y los días pasan como si no existieran.
III.
Hasta que un día ingresa Frédérique,
una esbelta y altiva joven algo mayor, con quien comienza a compartir opiniones
y de quien, tras cierto período de acercamientos, se enamora. Desde allí, todas
las acciones se han de encaminar en la conquista de su compañera, por más que también
aparezca en escena la hija de un jefe de Estado africano –que es tratada con
deferencia sin igual- y una belga muy nena
de papá. El final de ciclo -que supone toda conclusión de estudios- y un
resumen de lo sucedido a partir de allí, cierran el breve texto.
La versión digital, gentileza de Wineruda
IV.
La novela describe la desolación que siente su
protagonista, abandonada por su madre y con cierta presencia paterna, en fríos
y aislados institutos escolares en donde tuvo que aprender lo que era más del
interés de aquellos que del suyo propio. Además, esa educación forzada en
ambientes de encierro, totalmente reglados, con poco espacio para la expresión
personal, revelan una crítica a la clase acomodada que, aún con la opulencia de
recursos –y, quizás, por eso mismo- decidió vivir su vida y alejarse de las
responsabilidades de la crianza. Hacia el final, el tiempo obra tanto con esas
jovencitas como con las instituciones.
V.
Con frases breves y cortantes, un vocabulario muy rico y descripciones precisas de hechos y sentires, Jaeggy ofrece una suerte de memorias acerca de la vida en esos centros de formación para élites, muy extendidos a mediados de siglo pasado, que fueron perdiendo vigencia hasta casi desaparecer. Quizás algo ralo en su construcción literaria, pero siempre un testimonio de época.
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