viernes, 10 de mayo de 2024

Pelibro 32. La insoportable levedad del ser

 

Una elección grupal recayó sobre este título. Había deseos compartidos en releer la novela, después de muchos años de aquel primer encuentro hacia fines de los ’80 o principios de los ‘90. Además, era también una manera de homenajear al autor checo, que pareciera haber caído en el olvido del mainstream literario. Alguna cinéfila entusiasta nos recordó más tarde la existencia del film homónimo disparando, así, la realización de este Pelibro.

Libro

Milan Kundera (RBA, 1993)

               La novela abre con un intento de explicación de parte del autor por la elección del título. Se basa en el mito del eterno retorno nietzscheano, considerado como la carga más pesada –pues, si todo se ha de repetir en el futuro, cada una de nuestras decisiones conlleva una abrumadora responsabilidad-. En ese marco, si las acciones trascendentes –las que narra la Historia- se presentan raramente, la vida humana adquiere cierta levedad. Como toda dicotomía, el ser se debate entre ambas.

               La novela narra las vicisitudes de Tomás, un joven neurocirujano, reconocido por sus colegas, que sólo adolece de un mal: es un predador sexual, sin intenciones de amar. Se ha casado y ha tenido un hijo, de quienes se olvidó ni bien pudo. Su existencia personal se destina a la conquista y satisfacción del placer sexual. Un día conoce a Teresa y entabla con ella una relación algo más profunda, sin abandonar del todo a Sabina, su partenaire. Llevado por Teresa, quien incursiona en la fotografía, se radican en Zurich, pero al poco, ella decide abandonarlo tras sus infidelidades y volver a Praga, justo cuando el país es ocupado por el poder soviético.

               A su vez, Sabina –artista plástica- conoce a Franz, un hombre casado y, después de idas y venidas, éste decide abandonar a su mujer para vivir su pasión. Sabina, abrumada por no haber sido consultada, decide abandonarlo poniendo el océano de por medio. Es su incapacidad de asumir compromiso alguno más allá de la práctica del sexo lo que vuelve insoportable su existencia.

               Existe un plano no menor para destacar. En esa inconsistencia relacional que sostiene Tomás con sus amantes –y también con Teresa, su pareja-, hay un punto remarcable: se mantiene íntegro en sus convicciones políticas. Así, cuando un artículo suyo sobre la ceguera soviética es motivo de remoción del hospital donde se desempeña, Tomás asume las consecuencias. Luego, cuando se lo destina a limpiar vidrieras, lo toma como algo inevitable. Finalmente, cuando se recluye en el interior del país, en una economía de subsistencia, no elude su compromiso con quienes le rodean. La lealtad que se espera de él como amante, se exhibe mucho mejor en su entereza política. Es leve en el amor y denso en sus opiniones.

               En un estilo fluido, con excelentes descripciones de sentires y atmósferas, Kundera construye un universo literario que refleja tanto lo equívoco del comportamiento humano como la contundencia de las decisiones asumidas. Una magnífica elaboración psicológica de los personajes y un reflejo testimonial de la invasión rusa a Praga, hacen de esta obra un hito señero. Una recomendación mayúscula para que ocupe un lugar entre tus lecturas venideras.


Film

Philip Kaufman (Saul Zaentz, 1988)

               Recordaba de manera esporádica este film que, en su momento, había tenido bastante repercusión por sus escenas de pleno erotismo –aunque 9 semanas y media se le había adelantado poco antes- y también por sus casi tres horas de extensión. Ahora, al volver a él, creo haber salido algo más fortalecido que entonces.

               En principio, toda la realización se apega muy bien no solo al texto original de Kundera, sino también a la atmósfera del mismo, por más que abuse un poco de las escenas de nudismo completo y de contenido erótico que, si bien forman parte de aquél, no se convierten en la atracción principal, puesto que el autor checo bucea más a nivel psicológico con lo que les ocurre a los personajes en los distintos planos –personales, sociológicos, políticos- y no los presenta tan planos como lo hace el film.

               Además, hay un significativo recorte fílmico en la historia de Tomás: en ningún momento se alude a la existencia de su hijo –que, casualmente, en la novela ofrece el contrapunto de quien ha aceptado ser útil al régimen invasor-. Asimismo, el rol de Franz se halla acotado a un par de apariciones. Estimo que estas ausencias han obedecido a no extender la historia más aun.

               Así, la trama se centra en los tres protagonistas principales, encarnados por un seductor Daniel Day-Lewis (Tomás), una bonita y deletérea Juliette Binoche (Teresa) y una explosiva Lena Olin (Sabina) que invade la pantalla con su sexualidad a flor de piel, todos muy jóvenes a la sazón. El resto del elenco cumple con los roles, aportando solidez al guion.

               Párrafo aparte merecen la fotografía de una Praga gris e invadida, y el montaje de escenas filmadas con parte de segmentos históricos. La música también se destaca, con los cambios de tonos que acompaña el paso de lo íntimo a lo social, y viceversa.

               En suma, una película que retrata bien los conflictos que se suceden en el interior de los ciudadanos checos quienes, viviendo un renacer en su anhelo de independencia, se ven aplastados por la realidad de la opresión ejercida por el omnímodo poder soviético, con sus tanques en plena ciudad, y lo que depara a los díscolos que no se avienen a someterse. Para ver una y otra vez.

Testimonio del Pelibro 32

No hay comentarios:

Publicar un comentario