lunes, 24 de junio de 2024

Pelibro 33. El perfume

 

Había cierto consenso grupal en encarar esta obra: para los más jóvenes, era descubrir el texto; para los más añosos, implicaba realizar una relectura de algo borroso en el recuerdo. Pero no lo había tanto respecto del film basado en ella. En este aspecto, las opiniones estaban bastante divididas. Analizando la crítica especializada en cine, también surgían desacuerdos. Yo sólo recordaba haber visto el tráiler. Llevar a cabo este Pelibro era la única forma de esclarecerlo.

Libro

Patrick Süskind (RBA, 1993)

               La novela, ambientada a fines del siglo XVIII, narra la vida de Jean-Baptiste Grenouille, cuya madre, una vendedora de pescado del mercado, lo abandona ni bien lo pare. El llanto del bebé delata su presencia, lo que condena a su progenitora -por abandono- a una muerte por decapitación. La iglesia se hace cargo de él, pero su voracidad impide que se críe como cualquier niño común. Además, una nodriza descubre algo extraño: el niño no tiene ningún olor propio de un ser humano.

               Pasado el tiempo, Grenouille crece y es ofrecido a un curtidor de cueros. Taciturno y de escasas palabras, el niño aprende el oficio y va desarrollando un don particular: un talento mayúsculo para la olfacción, capaz de identificar objetos y personas por su aroma. Un pedido de pieles del perfumista Baldini le ofrece la oportunidad deseada: entrar en contacto con las esencias y trabajar para él. Una vez adiestrado en el arte de combinarlas, decide crear su propio perfume: el que condense el aroma de una doncella virgen.

               A partir de allí, se desata una obsesión que lo llevará a la comarca de Grasse para adentrarse en el manejo de la técnica del enfleurage, y luego, cometer una serie de asesinatos antes de hallar a Laura Richis, el exponente final con el que lograr su objetivo. Las circunstancias de su posterior detención, juzgamiento y condena, son parte necesaria del relato, que alcanza un giro sorprendente e inesperado hacia el final.

               Süskind mantiene la tensión narrativa in crescendo, propia de un policial típico, a través de frases cortas y descripciones crudas; es decir, no anda con vueltas. Todo el entorno sórdido y despreocupado de una urbe crea la atmósfera necesaria para desarrollar una trama de tragedia que bordea el grotesco y lo bizarro sin incurrir en el mal gusto.

               Destaco la elaborada construcción psicológica de los personajes, desde el obseso Grenouille, pasando por la fiereza del curtidor Grimal, la bondad interesada de Baldini y la preocupación paternal del poderoso Richis quien, aún con todas las previsiones del caso, no puede evitar las consecuencias lógicas de quien goza de una nariz tan entrenada.

             En un estilo coloquial, frontal y directo, con escenas fuertes y descarnadas, valiéndose de una vida rural que le es propicia, Süskind compone un thriller memorable, sin acudir a golpes bajos ni orillar lo morboso. Una lectura que será del agrado de todo buen lector.

 

 Film

Tom Tykwer (Constantin Films, 2007)

               Como señalara al principio, dudé a la hora de combinar este film con la novela debido a la disparidad de opiniones acerca de aquél. Básicamente, había quienes admiraban la puesta en escena y realización en conjunto y quienes marcaban lo intrascendente –y a veces, algo soez- del film, sobre todo hacia el final.

               Para empezar, la realización para la pantalla grande lleva el nombre El perfume. Historia de un asesino, a diferencia de la obra literaria que sólo lleva el título de marras.

               En primera instancia, el film se apega más que bien a la atmósfera sórdida y hedionda del París de fines del siglo XVIII, que es el punto de partida del texto de Süskind. Luego, el vestuario responde con creces a la época en ciernes y la fotografía juega muy a favor del conjunto –hasta pareciera que se tomaron la molestia sólo de filmar los días grises-. Por otra parte, la banda sonora acompaña ajustadamente las escenas.

               Yendo a las interpretaciones, presentan altibajos. Ben Whishaw encarna al pie de la letra con ese protagonista tan particular que es Grenouille, mezcla de obsesivo y depravado. En cambio, Dustin Hoffman en el rol del perfumista Baldini parece algo sobrado, no tan temeroso de un nuevo fracaso como en el escrito original. Alan Rickman en el papel de Antoine Richis está muy bien, aunque su escena final parece poco creíble. Los roles femeninos, a cargo de tres bellas modelos –una inglesa, otra francesa y una más, alemana-, cubren con su belleza la pantalla en cada aparición y cumplen acertadamente con el guion.

               Párrafo aparte merece el final de la realización de Tykwer. Si bien responde a lo escrito en la novela, se detiene varios minutos en la escena de la transformación -casi en una orgía- por efecto del perfume, que en la obra de Süskind sólo se da a entender, con el fin de reafirmar el poder que esa esencia tiene en aquellos que la huelen. Así, peca de un exceso que no aporta nada a la historia; sólo un recreo visual que opaca un poco el espíritu del original.

               En suma, una película bien llevada, con buenos efectos y ambientación óptima, que se disfruta mucho y que, seguramente, despertará la curiosidad de todo espectador por la novela homónima.

Testimonio del Pelibro 33

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