En este segundo volumen de la
trilogía nos adentramos en otra realidad africana: la de quienes tienen la
oportunidad de prepararse en el exterior y vuelven a su tierra. Y lo hacemos de
la mano de Obi Okonkwo, nieto del protagonista de la novela anterior. Obi es
hijo de Isaac, quien abandonara su casa y tribu al convertirse al cristianismo.
En esta ocasión, la historia se traslada hacia mediados de los años ’50, poco
antes de proclamarse la independencia del país.
II.
La novela se inicia con un juicio a Obi, cuya
condena está al caer. Este joven era una promesa de los habitantes de Umuofia,
la aldea familiar, que gracias al empeño y dedicación en sus estudios le permitieron
alcanzar una beca para estudiar en Inglaterra, facilitada por la Unión
Progresista, entidad cuyo fin principal es lograr instalar en el gobierno a su
gente, de manera de forzar la salida del colonialismo. La beca no es gratuita:
una vez que el becario regresa a su tierra, debe devolver lo invertido por la Unión,
en cuotas.
III.
Apenas llega, y tras la
celebración popular de sus estudios –que debieran haber sido en derecho y
fueron en filología inglesa, desairando los mandatos tribales-, consigue un
puesto de funcionario auxiliar, con un ingreso importante. Habiendo estado
ausente cuatro años y absorbiendo la cultura occidental, Obi intenta alcanzar las aspiraciones de todo joven: tener un auto, conseguir una novia y disfrutar de la vida.
Pero el reclamo familiar no se hace esperar y tampoco el recordatorio de su
deuda. En su desconocimiento, va cometiendo error tras error y endeudándose
cada vez más. La única salida que le queda es la que utilizan los funcionarios
de Nigeria: aceptar sobornos.
IV.
Así, Achebe nos presenta a un joven inexperto,
que no responde ya ni a los cánones de sus ancestros ni tampoco a la realidad
sociopolítica de Lagos, Nigeria, pues retorna embebido en los valores propugnados
por el capitalismo occidental. Es decir, en su tierra Obi es un paria. Para colmo,
la joven con la que se compromete pertenece a un estrato igbo incompatible con su
familia. El desarraigo, los mandatos sociales y familiares a los que hay que
responder, sin incurrir en la deshonra, y la incertidumbre de cómo actuar en un
medio social desconocido son el leit
motiv de esta novela.
V.
Con estilo directo y prosa fluida, diálogos jugosos y personajes bien delineados, el autor ofrece un cuadro de época: los problemas de la generación que comenzó a prepararse en el exterior y regresa a un África aún colonial, donde la corrupción estatal está extendida y los va cercando lentamente, aun a quienes se resisten. Una novela breve, con mucho poso para meditar.
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