I.
Esta relectura tuvo lugar merced
a la auspiciosa propuesta de un taller de lectura. El autor, enmarcado en el boom literario latinoamericano de
mediados de los años ’60 -junto a autores de la talla de Vargas Llosa y García
Márquez, por citar algunos-, es bien conocido por su narrativa breve y por
ésta, su novela más afamada. Volver a un texto querido es aceptar siempre un desafío
silente: el de constatar su vigencia.
II.
Desde el principio, Cortázar nos brinda un Tablero de Dirección con el que nos
avisa que el libro puede leerse de dos maneras: o bien de la forma corriente,
con un final en el capítulo 56 –dos tercios del volumen-, o cursar un derrotero
aleatorio –sugerido por él- que aborda la totalidad de los 155 que lo componen.
Así, el conjunto se divide en tres partes, denominadas Del lado de allá, Del lado de
acá y De otros lados (capítulos
prescindibles).
III.
En la primera, nos hallamos con
Horacio Oliveira y La Maga en medio del París de fines de los años ’50. Él,
oriundo de Buenos Aires; ella, de Montevideo. Ambos deambulan en una bohemia nocturna, con paseos, (des)encuentros
y escasez de recursos, -pero sin empleo, al igual que sus amigos-. En suma, una
pléyade diletante y esnob que sostiene discusiones intelectualoides bajo cualquier pretexto. Tres escenas resaltan: la
que tiene lugar entre Oliveira y Mme. Trepat, tras su concierto; la reunión
nocturna en el cuarto de La Maga y el encuentro final con la clochard.
IV.
En la segunda, Oliveira regresa a Buenos Aires
y es recibido por Traveler, un amigo de antaño. Junto a su mujer, Talita, compondrán
un triángulo sui generis. Instalados en
cuartos de alquiler, calle por medio, al fin todos coincidirán trabajando en una
clínica con internos psiquiátricos. Las dos escenas que se desarrollan en las
ventanas son lo más granado. La tercera parte se compone de una serie de
capítulos breves, que pueden intercalarse con la narración principal, donde surge
la figura de Morelli, un pensador que encarna la voz del narrador autoral.
V.
¿Dónde radica el éxito? No sólo
en los riquísimos diálogos y la composición psicológica de los personajes, sino
también en la estructura que permite el juego –al que refiere su título-. Con
algunas frases en francés, el típico vocabulario rioplatense y una prosa
fluida, Cortázar ofrece una propuesta original, muy novedosa para la época, que
mantiene la tensión hasta el final. En lo personal, la última parte aporta detalles
sobre lo ocurrido -que no está claro en las anteriores-, por lo que sugiero
leerla. Una obra para analizar y disfrutar de la buena literatura.
Rayuela es uno de mis pendientes desde hace tiempo. Lo tengo esperando en casa a que llegue su momento. Creo que es la edición que tengo la que no me anima a leer. Habrá que ponerle remedio pronto. Me ha gustado tu reseña, quizás sea el momento. Un abrazo, Marcelo.
ResponderEliminarLo había leído hace un cuarto de siglo atrás. En esa ocasión, seguí la guía que el propio Julio sugiere al inicio. Ahora, lo leí de corrido; lo aproveché más. Sirva esto como sugerencia de lectura. Espero que pronto nos des noticias sobre tu opinión.
EliminarGracias por pasar por aquí, Ana. Un abrazo.