I.
Fue el último título elegido por
un grupo lector que hoy se halla en estado
vegetativo. De hecho, creo haber sido el único miembro que lo encaró y
concluyó; el resto, se disculpó debido a otros requerimientos, incluido aquél
que lo propuso. Por otro lado, decidí rescatar en parte su título original –Battleborn; es decir, nacidos en la batalla-, en virtud de las
características de los personajes que transitan estas páginas.
II.
Es un libro que contiene diez relatos, todos
ambientados en el Estado homónimo, donde la abulia más supina y la carencia de
perspectivas hacia el futuro sumen a sus protagonistas en un desencanto mayúsculo.
Pareciera que el propio entorno geográfico, con su andar lento y cansino,
delinea las figuras de sus personajes.
III.
En sus páginas se dan cita todo tipo
de fracasados, perdedores e infelices. Allí está la hija de un miembro del clan
Manson, contando algo de la historia de su padre; mujeres embarazadas
primerizas con parejas en conflicto; adolescente violada por su pariente;
hermanas martirizadas por su madre; amigos extranjeros perdidos en el desierto;
relato epistolar a un ausente; la fiebre de los buscadores de oro, etc. Toda
una sarta de situaciones en las que no parece haber otra salida.
La versión digital, gentileza de una amiga lectora
IV.
Párrafo aparte merece el estilo literario
escogido por Watkins. Todas las escenas y sentires están descriptos con crudeza
y economía de palabras, lo que los vuelve más contundentes. Además, no intenta
exhibir el manejo de recursos narrativos ni convencer al lector con elementos
ajenos a lo que ocurre; no hay golpes de efecto, ni golpes bajos. Aunque todos
sus personajes sí sufren los golpes de la vida, pero no por ello dejan de
enfrentarla ni se abandonan. Es más, parecen haber nacido para dar batalla.
V.
Finalmente, una mención no menor. La autora es hija de uno de los miembros del grupo de Charles Manson; de hecho, Watkins fue uno de los que testimonió contra él en el juicio. Estimo que debe haber sido difícil haberse criado con semejante historia familiar en la espalda. Un macuto –o mochila- pesado/a que sacudirse. A ello, hay que añadir que la primera traducción data de 2012, cuando la autora no había alcanzado la treintena. El conjunto de cuentos no parece haber sido escrito por una persona joven. Valga todo ello para encomiar su trabajo y recomendarlo a todo buen lector.
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