I.
Tras la buena sensación que nos
había deparado Pastoral americana, el
reducido grupo lector volvió a la carga con ésta, la segunda novela de la Trilogía americana, después de un par de
años de descanso. La propuesta de continuar con el conjunto era tácita, aunque todos
sabíamos que, tarde o temprano, la habríamos de encarar y lo mejor era hacerlo
en orden cronológico.
II.
Esta novela, ambientada en 1997, se inicia cuando
Nathan Zuckerman se reencuentra casi medio siglo después con quien fuera
profesor suyo, Murray Ringold, -frisando los noventa y poco antes de morir- y por
espacio de seis noches sostuvieran entre ambos largas charlas acerca de lo
acontecido durante el inicio y desarrollo de lo que se ha conocido como Guerra
Fría, entre E.E.U.U. y el comunismo soviético. En medio de ese período que juntos
han de repasar, emerge la figura de quien fuera su ídolo de la adolescencia:
Ira Ringold, hermano menor de Murray.
III.
La historia se retrotrae a
octubre de 1948 cuando un joven Zuckerman toma contacto por primera vez con Iron Rinn, un célebre comentarista
radiofónico que machaca sobre las desigualdades que el sistema capitalista está
generando en la sociedad. No solo está dispuesto a abrazar su fe en un reparto más
equitativo sino que intenta militar a favor de sus postulados. Pero el
matrimonio de Rinn con la estrella de Hollywood Eve Frame parece atrasar
cualquier evolución en ese sentido. Y Sylphid, la hija de un primer matrimonio
de aquélla, valiéndose de la manipulación que ejerce sobre su madre ausente,
hace casi imposible la convivencia del trío.
IV.
La obra se enmarca en una serie de
desencuentros, propiciados por intereses políticos, a los que se suma un
maccarthysmo desembozado, que cuestiona todo aquello que huele a comunismo –opuesto
al American Way of Life- y que,
valiéndose de los medios de comunicación emergentes, dejan fuera de
contratación a quienes sean parte de listas
negras. Tal ha de ser el destino de Ira. Pero su hermano también ha debido
pagar el precio de defenderlo hasta el final, en relación con su propia esposa.
Incluso Zuckerman, que no ha alcanzado una beca debido a su amistad con Ira.
V.
En un estilo ameno y fluido, con diálogos muy jugosos y descripciones más que adecuadas, destaca la composición psicológica de los personajes, así como sus pensamientos y modos de acción –meditativo en Murray, impulsivo en Ira-. Toda la trama evidencia el poder que ejercen los medios de comunicación, capaces de defenestrar en minutos toda una vida de compromiso y solidaridad, aun cuando ella sea dueña de un pasado violento y tenebroso. En suma, todos los personajes terminan siendo víctimas de la Historia; en otro contexto podrían haber tenido mayor fortuna. Una novela por debajo de la anterior pero que merece ser leída en contexto. No defrauda.
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