jueves, 28 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 3, Alexandr Solzhenitsyn


Tusquets, 2010

           Este volumen final se divide en tres partes. En la Quinta Parte, El presidio, Solzhenitsyn repasa la formación de los Campos Especiales, donde destinaban a los condenados por el Artículo 58, excepto a aquellos encargados de propaganda antisoviética. Además, comienza a relatarnos su periplo a lo largo de los años 50, en Ekibastuz, Kazajistán, donde comenzó a escribir Un día en la vida de Iván Denísovich, hasta que cumplió su condena de ocho años y fue liberado, aguardándole aún el destierro perpetuo.

            Lo más relevante de esta parte reside en su visión sobre las insurrecciones, evasiones y fugas de los distintos presidios; la lucha contra el nuevo gobierno de Jruschov -que le permitió publicar alguna de sus obras-; la necesidad de desmantelar los campos que conformaban el Archipiélago y la repercusión de la caída de Beria a la muerte de Stalin, con el comienzo del período de deshielo.

            En la Sexta Parte, El confinamiento, se ocupa de la vida en el destierro. El autor, una vez en libertad, fue enviado al pueblo kazajo de Kok – Terek, entre 1953 y 1956, donde ejerció de maestro de matemáticas y física para ganarse la vida, mientras continuaba escribiendo clandestinamente.

            En esta parte se enfoca el afincamiento al presidio de los reclusos quienes, una vez liberados, volvían a él porque no había posibilidad de reinserción social; la necesidad de olvidar el pasado en el campo, la falta de hábito al reencontrarse con los familiares. También narra cómo el Estado encontró la manera de apropiarse de las tierras de los campesinos utilizando el proceso de ‘deskulakización’ –kulak: propietario burgués de tierras- y condenando al hambre, a la miseria y a la muerte a casi quince millones de aldeanos sin más que su porción de tierra y trabajo. Finalmente, cómo el uso indiscriminado de la deportación se aplicó a pueblos enteros y cómo vivían extranjeros –griegos, alemanes, coreanos- en Kazajistán.

            La Séptima Parte, Stalin ya no está, expone la supervivencia de los campos de exterminio y confinamiento bajo el mando de Jruschov, por más que el relato oficial negara su permanencia y, sobre todo, las repercusiones de la publicación de Un día… y cómo el poder soviético, abrumado por la denuncia implícita, inspiró a una corte de escritores oficialistas para acallar el malestar de la opinión pública al conocer la verdad.

El Archipiélago en toda su dimensión

            De los tres volúmenes que componen esta obra monumental, éste es el más personal e íntimo, donde el autor vuelca su propia versión de lo ocurrido durante casi quince años. Si bien repite el esquema de los anteriores, con infinidad de relatos testimoniales, el lector toma conciencia de las emociones de Solzhenitsyn y de su mirada crítica a su propio desempeño.

            Siempre fluido, aunque algo repetitivo, este ensayo es una formal denuncia de un régimen opresivo que imperó más de setenta años en base a terror y delación. Indispensable para hacer ejercicio de memoria.

2 comentarios:

  1. Uff... impresiona el hecho de que muchos presos, una vez liberados, volviesen al presidio ante la imposibilidad de reinserción social, y rehacer las relaciones familiares. Tremendo. Es la expresión de una derrota brutal del ser humano.
    Bueno, Marcelo, te deseo una feliz, tranquila o armoniosa ( el adjetivo que prefieras), entrada de año. Un gran 2018 para ti y los tuyos. Aquí estaré, a tu vera ;)

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    1. Si tomas el conjunto de atrocidades infligidas por el opresivo Estado soviético a los propios pobladores, a lo largo de tantos años, te preguntas qué ha sido peor: el Holocausto judío a manos de los nazis o el stalinismo salvaje. Aún me quedan dudas al respecto.
      Gracias por tus buenos deseos para este año que comienza, Paco. Deseos que retribuyo y hago extensivo a Ara y a las niñas.
      Recibe un fuerte abrazo, amigo, y gracias por estar del otro lado del cable. Siempre.

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