Tusquets, 2010
Este
volumen final se divide en tres partes. En la Quinta Parte, El presidio, Solzhenitsyn repasa la
formación de los Campos Especiales, donde destinaban a los condenados por el
Artículo 58, excepto a aquellos encargados de propaganda antisoviética. Además,
comienza a relatarnos su periplo a lo largo de los años 50, en Ekibastuz,
Kazajistán, donde comenzó a escribir Un
día en la vida de Iván Denísovich, hasta que cumplió su condena de ocho
años y fue liberado, aguardándole aún el destierro perpetuo.
Lo más relevante de esta parte
reside en su visión sobre las insurrecciones, evasiones y fugas de los
distintos presidios; la lucha contra el nuevo gobierno de Jruschov -que le
permitió publicar alguna de sus obras-; la necesidad de desmantelar los campos
que conformaban el Archipiélago y la repercusión de la caída de Beria a la
muerte de Stalin, con el comienzo del período de deshielo.
En la Sexta Parte, El confinamiento, se ocupa de la vida
en el destierro. El autor, una vez en libertad, fue enviado al pueblo kazajo de
Kok – Terek, entre 1953 y 1956, donde ejerció de maestro de matemáticas y
física para ganarse la vida, mientras continuaba escribiendo clandestinamente.
En esta parte se enfoca el
afincamiento al presidio de los reclusos quienes, una vez liberados, volvían a
él porque no había posibilidad de reinserción social; la necesidad de olvidar
el pasado en el campo, la falta de hábito al reencontrarse con los familiares.
También narra cómo el Estado encontró la manera de apropiarse de las tierras de
los campesinos utilizando el proceso de ‘deskulakización’
–kulak: propietario burgués de tierras- y condenando al hambre, a la miseria y a la muerte
a casi quince millones de aldeanos sin más que su porción de tierra y trabajo.
Finalmente, cómo el uso indiscriminado de la deportación se aplicó a pueblos
enteros y cómo vivían extranjeros –griegos, alemanes, coreanos- en Kazajistán.
La Séptima Parte, Stalin ya no está, expone la
supervivencia de los campos de exterminio y confinamiento bajo el mando de
Jruschov, por más que el relato oficial negara su permanencia y, sobre todo,
las repercusiones de la publicación de Un
día… y cómo el poder soviético, abrumado por la denuncia implícita, inspiró
a una corte de escritores oficialistas para acallar el malestar de la opinión
pública al conocer la verdad.
El Archipiélago en toda su dimensión
De los tres volúmenes que componen
esta obra monumental, éste es el más personal e íntimo, donde el autor vuelca
su propia versión de lo ocurrido durante casi quince años. Si bien repite el
esquema de los anteriores, con infinidad de relatos testimoniales, el lector
toma conciencia de las emociones de Solzhenitsyn y de su mirada crítica a su
propio desempeño.
Siempre fluido, aunque algo
repetitivo, este ensayo es una formal denuncia de un régimen opresivo que
imperó más de setenta años en base a terror y delación. Indispensable para
hacer ejercicio de memoria.
Uff... impresiona el hecho de que muchos presos, una vez liberados, volviesen al presidio ante la imposibilidad de reinserción social, y rehacer las relaciones familiares. Tremendo. Es la expresión de una derrota brutal del ser humano.
ResponderEliminarBueno, Marcelo, te deseo una feliz, tranquila o armoniosa ( el adjetivo que prefieras), entrada de año. Un gran 2018 para ti y los tuyos. Aquí estaré, a tu vera ;)
Si tomas el conjunto de atrocidades infligidas por el opresivo Estado soviético a los propios pobladores, a lo largo de tantos años, te preguntas qué ha sido peor: el Holocausto judío a manos de los nazis o el stalinismo salvaje. Aún me quedan dudas al respecto.
EliminarGracias por tus buenos deseos para este año que comienza, Paco. Deseos que retribuyo y hago extensivo a Ara y a las niñas.
Recibe un fuerte abrazo, amigo, y gracias por estar del otro lado del cable. Siempre.