martes, 4 de septiembre de 2018

Tríptico McCullers. 2. Reflejos en un ojo dorado, Carson McCullers


Seix Barral, 2008

I.

            Tal vez hoy el contenido de esta novela breve tienda a resultar trillado, en aras que ya han sido muchos los que han tratado la monotonía de la vida en una base militar en tiempos de paz, sin mayores oscilaciones que las que el chismerío entre comadres pudiera alentar. Pero imagino que para 1941, cuando fue publicada, en pleno auge marcial debido a la II Guerra Mundial –los E.E.U.U. declararon la guerra en diciembre de ese año, después del ataque nipón a la base de Pearl Harbour-, el tema de la homosexualidad debe haber causado cierto revuelo. Al menos, no pasaría inadvertida para el público lector.

II.

            La historia conjuga un asesinato en medio de una infidelidad, una homosexualidad en ciernes y una depresión que deriva en locura. La bella Leonora, esposa del capitán Penderton, mantiene una relación adúltera con el comandante Langdon. Su marido, a sabiendas de ello, fija su atención en el callado y circunspecto soldado Williams –quien atempera sus propios fragores en la contemplación de la desnudez del cuerpo de Leonora, sin mayores avances-. Mientras que Alison, la mujer del comandante Langdon, cae en un pozo depresivo cada vez más profundo tras la muerte de su hijo y al enterarse del adulterio de su marido. Sólo los buenos oficios de Anacleto, su criado de origen filipino, atenúan su caída.

III.

             Cada uno de los personajes lleva una vida insatisfecha. Leonora Penderton se encuentra aislada, sin roce social más que aquel que le otorga la base. Morris Langdon tolera a una mujer que no sólo se ha afeado sino que resulta una carga. Alison no puede superar la muerte de su hijo y, para colmo, se tortura con la relación espuria entre su marido y aquella. Weldon Penderton mantiene una obsesión con el soldado Williams, una suerte de odio que podría transformarse en amor. Y Ellgee Williams, quien no conoció ni tocó nunca a una mujer, queda deslumbrado por la desnudez del cuerpo de Leonora, a la cual decide visitar mientras ella duerme.

IV.

            Estructurado en cuatro partes, no es el clásico triángulo amoroso sino que abarca a la totalidad de los personajes, incluyendo al criado que intenta liberarse de su servicio una vez que Alison se ausente. McCullers desarrolla una ficción con una tensión narrativa cada vez más asfixiante sin dejar de delinear perfectamente la psicología de cada uno de ellos, en medio de un entorno geográfico costumbrista y rutinario. Ese efecto de contraste entre las convenciones sociales de una guarnición militar, la represión sexual y los deseos más primitivos fortalecen el carácter dramático de la historia. En estilo coloquial y preciso, el texto fluye rápidamente. Una obra maestra de concisión y destreza literaria.

10 comentarios:

  1. Carson Mccullers metiendo el dedo en la herida, o mejor, hablando de temas tabú, en aquella época, homosexualidad, infidelidad, y todo en la sacarosanta institución del matrimonio...y del ejercito. Los tiempos ya cambiaron, sí, pero la calidad, tanto de la novela (corta) como de la película de Brando y Elizabeth Taylor...innamovible.
    gracias Marcelo
    cuídate

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    1. Creo que la combinación homosexualidad - ejército no es una transgresión; es un cachetazo a la sociedad -pacata- de ese momento.
      No he visto la peli de Brando y Taylor que citas. Voy a ver si la encuentro.
      Como señalas, la calidad permanece intacta.
      Un abrazo, Maestro.

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  2. Pues hagamos una cosa si a usted le parece. Como lo leí hace mucho tiempo y no me acuerdo muy bien, lo voy a releer y en un par de días vengo por aquí. ¿Acepta la propuesta?
    Besos

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    1. No solo acepto, sino que honrará este espacio con su comentario.
      El que esta humilde reseña haya despertado su relectura ha colmado todas mis expectativas. No es habitual que un lector vuelva sobre sus lecturas anteriores, pero su hidalguía de encarar tamaño desafío satisface con creces mis alientos de despertar el interés, particularmente sobre este título de McCullers -y de toda su obra-.
      Esperaremos ansiosos su parecer.
      Un beso grande.

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    2. Oh, ha sido un placer visitar de nuevo a Carson. Es tan maravillosa su forma de contar. Y aquí lo vuelve a hacer, pese a que de mano el sitio y la idea puedan no llamar la atención, ella saca su varita y hace magia. Describiendo es muy buena, esas noches de verano, el lugar, las comidas....todo es una invitación a entrar en una historia donde sin duda lo mejor vuelven a ser los personajes. Yo desde luego me quedo con Alison que me ha vuelto a romper el corazón su historia, y con Anacleto. A los otros dos les daría un soplamocos a cada uno, y Carson también lo hace y los pone en su sitio.
      Novela muy muy recomendable como todo lo que hizo esta mujer.
      Alguien debería montar una sesión de espiritismo y que Carson le dicte una novela nueva.
      Besitos enormes.

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    3. Antes que nada, debo agradecerte el haberte tomado la molestia de releer este relato largo. Después, agradecerte el aporte del comentario, que refuerza en gran medida mi parecer.
      Finalmente, coincido. Habría que solicitarle al más allá que le permita seguir escribiendo.
      Un besote y un gran abrazo.

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  3. Magnífica ambientación la de esta novela. También los personajes. El capitán Penderton, en concreto, me pareció un ser reprobable, pero a lo largo de la lectura hubo un momento en que pude empatizar con él y comencé a verlo con otros ojos. Es la magia que tiene leer a los grandes como McCullers, poder identificarnos con personajes que están en nuestras antípodas.
    Un abrazo

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    1. Sí, Lorena. El equilibrio que mantiene todo el relato es magnífico. No creo que haya lector indiferente a sus letras.
      Y sospecho que tocaba temas ríspidos, como la homosexualidad o el adulterio dentro de un cuartel, para la época en que fue escrito.
      Un gran relato, sin duda.
      Un fuerte abrazo.

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  4. Lo trillado que pueda ser el tema no me importa, lo que me interesa es la forma de contarlo y, según tu opinión y la de muchos, McCullers tenía talento a raudales para contar lo que fuese.
    Una magnífica propuesta.
    Abrazo, amigo Marcelo!

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    1. Pues, sí, Paco. Talentosa como pocos. Por eso decimos con Norah que sería bueno comunicarse con el más allá para pedirle que le permita seguir escribiendo...
      Un gran abrazo, pibe!

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