Lamás Médula, 2017
I.
Vi un suelto en una revista y llamó
mi atención el título. Nada tiene que ver con el enunciado de Werner
Heisenberg -el verdadero, no el de la famosa serie- según el cual es imposible determinar por completo el estado de un
sistema –en realidad, no se pueden conocer con exactitud simultáneamente
posición y cantidad de movimiento de una partícula-, con lo que, extendido al
universo, indica que nuestro conocimiento resultará siempre limitado. Pero en
cierta manera, hay un denominador común.
II.
El libro se compone de una quincena
de relatos en los que Olguín sugiere que todo puede ser de una manera, y
terminar siendo de otra. Hay una exploración sobre esos momentos en que todo ha
de cambiar –o no-, puntos de inflexión de historias cotidianas, brutales,
violentas, tiernas o fantásticas, donde lo que se pone en juego son nuestras
certezas sobre la continuidad.
III.
Por sus páginas desfilan personajes
y escenas propias de relatos de Borges, Cortázar, y Hemingway. Hasta se da el
lujo de reunir en uno de ellos a Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik –un
encuentro temporalmente casi imposible- o al propio Borges al cruzar una
avenida. Algo de poesía mezclada con matices kafkianos, en medio de asesinato,
violación, pesadilla, suicidio, enfermedad y otras situaciones límites, son la
esencia del núcleo narrativo donde todo está por acontecer.
IV.
Con un estilo directo, a veces
descarnado y en otros, lírico, Olguín desgrana en menos de un ciento de
páginas, pasiones humanas, fantasías, sueños y ficciones, donde campea la duda,
la irracionalidad. Una obra que abreva en la larga trayectoria argentina de
narrativa breve, con aportes externos y buena dosis de ingenio. Interesante
propuesta.
Me maravilla lo mucho que de filosofía se esconde en la física, porque indudablemente, el principio de indeterminación lleva detrás todo un desarrollo matemático, pero resulta tan filosófico...
ResponderEliminarComo me pasó ayer con otro libro recomendado por Lorena, a pesar de que los relatos no son lo que más me gusta, estos me atraen mucho.
Un beso.
Perdona mi poca memoria, Rosa. No recuerdo si fue Carl Hempel o Ernst Nagel -dos epistemológos de fuste- quien sostuvo cómo se trasladaba al conocimiento científico ese desarrollo de Heisenberg.
EliminarYendo al libro, ha sido una 'saudade' respecto de un autor local. Desconozco si habrá de llegar allende el Atlántico, pero ha sido un descubrimiento.
Un beso.
Solo por asistir a ese imposible encuentro entre Storni y Pizarnik creo que ya me merecería la pena esta lectura. Y seguro que además me llevo muchas gratificación más.
ResponderEliminarUn abrazo
Pizarnik tenía dos años y medio cuando Storni decide irse de este mundo. Sin duda, su producción abreva en sus letras, pero no solo.
EliminarHay algunos relatos de Olguín que bien valen la pena.
Un abrazo.
No conozco a este autor y por lo que he mirado no aparece por España. A ver si aparece en España, pero me desconcierta el mercado editorial en español. Uno no sabe si se publica demasiado o poco, porque acabo de descubrir, y me cubro de vergúenza, porque tiene 100 años el señor, y apenas se encuentran sus libros en España(los nuevos sí). J. Eduardo Zuñiga, un cuentista -también- fantástico. Así que no sé si se publicará a Olguín en España. es todo tan raro por las editoriales que... en fin...
ResponderEliminarun abrazo
Dicen que ha escrito mucho, pero recién se ha dado a conocer masivamente con éste. Sigue siendo un autor local, a juzgar por el emprendimiento que lo publica. Pero ha sido un grato encuentro.
EliminarEl mercado editorial... es más o menos igual en todas partes, mucho más desde la globalización. Sospecho que las editoriales acechan los talleres de escritura, o propugnan certámenes en los que algunos escritores alientan a los noveles y los promueven. Me pasó eso con Samanta Schweblin, nada menos.
De Zúñiga tengo la Trilogía de la Guerra Civil.
Cuídate, Wine.