miércoles, 3 de abril de 2019

Versión Original 21. En el mar de la intranquilidad. Libro del desasosiego, Fernando Pessoa


Emecé, 2005
       
             En esta ocasión, decidí rescatar el título de marras en virtud de la lectura de Antonio Tabucchi que me lo recordó. La presente es una reseña aparecida hace más de diez años en un espacio ya inexistente. Posee la frescura de quien está haciendo sus primeras armas en la reseña de ficción; aunque hoy, con mucha más experiencia y libros a cuestas, reescribiría gran parte de la misma. La dejo como tal, con minúsculas variaciones, de modo que sirva entonces como muestra de mi propia evolución lectora y escritora.


Cómo llegué al libro

          Una reunión con un amigo, café mediante, y el comentario de una profesora de Letras en una noche de sábado, me brindaron los argumentos necesarios como para encarar su compra y su posterior lectura, mas…
        No contento con lo que obtenía del seguimiento de las líneas, decidí consultar a alguien que había hecho un estudio más profundo tanto del autor como de su obra. Y mi desazón fue aún mayor.
            Porque si hubo en mi vida de lector una obra que me transmitiese tamaño desencanto, abandono y sin sentido, ha sido ésta. No por nada tardé un año en concluirlo. Si no hubiera estado bien conmigo, cualquier noche podía poner ‘The Wall’, de Pink Floyd, como fondo, y llevar el caño a mi sien apretando bien las muelas.
        Cada párrafo, inconexo con los demás, pueden leerse uno tras otro, o salteados, al mejor estilo de ‘Rayuela’, de Cortázar. De alguna manera, su lectura me recordó a un texto muy difundido en los años ’70, para el lector católico: Los cinco minutos de Dios, cuyas reflexiones eran independientes unas de otras, y cubrían el escaso tiempo (un viaje en bus, un recreo en la escuela) que uno les iba a dedicar. Pero aquel mensaje tenía algo de esperanzador; en cambio, éste es la encarnación de la desesperanza.

Qué destaqué
            
         Lo que une a todo el texto es un dolor metafísico. A Soares (el semiheterónimo de Pessoa; es decir, un Pessoa ‘mutilado’, como él mismo expresó) le duele la vida, la existencia. Como si todo el acontecer no tuviera sentido alguno. Por algo le llevó dos décadas escribir los fragmentos que lo componen, y entre medio se sucedieron hechos importantes. Nada menos que la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa.
          Para un hombre nacido ‘en los intersticios de la aristocracia y la alta burguesía’ de fin de siglo XIX, el desmoronamiento del orden y de la sociedad a la que pertenece, y la consiguiente masificación de la cultura, todo esto le resulta intolerable. No sólo se queda sin pasado, sino que además lo embarga un funesto pesimismo acerca del futuro.
            Es por eso que se refugia en la contemplación y en el ensueño; la propia soledad que conlleva la pérdida de sentido lo conduce a ello. No tiene importancia alguna realizar acciones de defensa; se está derrotado antes de empezar. Por otra parte, para mantener una vida decorosa en medio de la sociedad, Soares - Pessoa apela a mantener la fachada y encerrarse en el sueño, único lugar al que solo uno mismo tiene acceso, y donde pueden corporizarse todas aquellas ilusiones de gloria, de manera perenne y duradera, como forma de sorda lucha contra el hastío y la hostilidad al que  se ve sometido su mundo contemporáneo.
         Por último, la ponderación de lo estético tiene que ver con una contraposición a la modernidad y al utilitarismo, panacea de los bienes de la época, y la inacción se sustenta en la convicción de que, una vez realizada una obra, nunca será tan perfecta como la soñada.

Qué me dejó
            
        Por momentos me llenó de pesadumbre y congoja; en otros, no pude menos que reconocerle un estilo literario tan poético, que daban ganas de seguir padeciéndolo,

‘A mi, cuando veo un muerto, la muerte me parece una partida. El cadáver me impresiona como una vestimenta que se dejó. Alguien partió y no necesitó llevarse puesto ese uniforme único que hasta allí vistió.’

        No obstante la mezcla de melancólicas argumentaciones sociológicas, estéticas y filosóficas que componen este no-libro, junto a otras apreciaciones de índole personal y literaria, poseen cierto grado de validez,

‘Necesitar el dominio sobre los demás, es necesitar a los demás. El jefe es un subordinado.’

            Toda la obra está sumida en una tristeza infinita: la que supone el asumir la imposibilidad de alcanzar jamás el bien deseado y la pérdida de ideales, con lo que solo nos queda el tibio resplandor de lo ilusorio.

‘Te amo como al poniente o a la luz de la Luna, con el deseo de que el momento perdure, pero sin que de él sea mío más que la sensación de tenerlo.’

            Un texto tan colosal como el ‘Ulises’, de Joyce. Para tener en cuenta.

12 comentarios:

  1. Llevo con ese libro en la mesilla años, en la torre de libros pendientes, y que nunca encuentro momento para empezarle. Siempre se le cuelan otros.

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    1. Algo similar a lo que me ocurrió; tuve que proponerme leerlo a lo largo de un año. Buen libro, pero...
      Un beso, Esther.

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  2. Viaje al pasado, ¡me gusta! A mí me da una vergüenza horrible leer mis primeras reseñas así que un aplauso al valor. Ha sido muy guay leerla, entrañable también. En cambio el libro no me lo llevo, tanto pesimismo y tanta desesperanza, no, gracias, por muchos y muy importantes que sean los motivos. Es que si no, acabamos todos con el caño en la sien y apretando muelas y no es plan.
    Besitos de luz

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    1. Reconozco que hoy lo haría distinto, pero aún guardo las mismas impresiones que una década atrás. Sí sería más conciso.
      El libro es un oxímoron: es fabulosamente desesperante.
      Gracias por brindarme aliento.
      Besitos corajudos.

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  3. Me temo que al igual que no he podido con "Ulises" (y vergüenza me da), tampoco podría con Pessoa y todos sus heterónimos. Con Joyce lo he intentado dos veces, con Pessoa no me atrevo. Aunque lo mismo pensaba de Proust y de Musil y los disfruté muchísimo. Veremos.
    Desde luego los fragmentos que resaltas son muy buenos.
    Un beso.

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    1. Así como existen momentos para todo en la vida, también lo hay en las letras. ¿Quién te dice que descubres en breve que alguno de esos títulos tiene su momento? Yo intenté siete veces concluir con 'Cien años de soledad' y lo logré en la última. Éste lo fui leyendo de a frases durante las noches de un año, Rosa. A Musil lo tengo para leer aún.
      Hay muchos fragmentos como los resaltados; es cuestión de saber cuáles les van mejor a uno.
      Un beso grande.

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  4. <Dos veces he leído este libro, la segunda me quedé por la mitad. Lo leí dos veces porque le quise dar una oportunidad, y ..no... lo siento pero no pude con él, no me gusta cosas que dice , ni cómo las dice, no pude con él. TE confesaré que tuve cierto complejo porque, por ejemplo, uno de mis escritores favoritos -Atxaga- adora a Pessoa, y no conseguí que un poco, siquiera un poco, de PEssoa me gustara. Pero , gracias a los dioses, mi más que muy admirado Lobo Antunes vino a mi rescate, y ya somos dos: a Lobo Antunes y a ´mí no nos gusta PEssoa, ya somos dos. :)
    un abrazo cuídate

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    1. Pessoa refleja un cierto grado de abandono, de 'deja vu' en sus escritos. Creo haber leído sus poemas también, bajo otro heterónimo, y me pasó lo mismo.
      Atxaga! Qué bueno que me recuerdes sus letras, que aún esperan en la biblioteca -no he leído nada aún-.
      Un abrazo, Maestro.

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  5. Uno de mis eternos pendientes. Te agradezco que me lo recuerdes a ver si por fin le pongo remedio. Además, con tu reseña y las citas que dejas me han entrado muchas ganas de leerlo.
    Un abrazo

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    1. Es cuestión de animarse, Lorena. Quizás no sea para leer de corrido; hay que tomarse el tiempo. Algunas de sus reflexiones son, cuando menos, sagaces.
      Un abrazo para ti.

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  6. Pessosa siempre me ha parecido una figura complicada, con toda esa superposición de personalidades plasmada en su obra, aunque dejo al margen la poesía, da un poco igual, es una creación más libre… no sé, al menos lo veo así. Pessoa tiene mucho del fado portugués, esa música que parace nacer de un dolor del alma.
    Interesante, Marcelo.
    Cuídate.

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    1. Sí, Paco; Pessoa se basa en lo que los lusitanos llaman 'saudade'. Diría que su obra es reflejo de ese estado de ánimo.
      Por lo demás, el libro es para tomárselo con tiempo. Por momentos, agobia.
      Un abrazo, campeón!

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