jueves, 18 de abril de 2019

Sin futuro. El chal, Cynthia Ozick


Lumen, 2016

I.

            Fueron varios los lectores amigos que visitaron esta obra de Ozick y, cada cual a su manera, realizó una recomendación oportuna, no sin dejar de advertir sobre la crudeza de su contenido. Merced a ello, apenas vi el título en una librería amiga lo adquirí y, al no haber leído ningún trabajo de la autora, resolví encararlo, máxime su brevedad.

II.

            El libro está constituido por dos textos; un relato de algo más de diez páginas que da origen a su nombre y una suerte de nouvelle que continúa al anterior mucho tiempo después. El chal al que refiere el título es el elemento simbólico que conecta a ambos. La primera, transcurre dentro de un campo de concentración, con tres protagonistas: Rosa, Magda (su bebé, arropado con esa prenda) y su sobrina Stella. No es solo el hambre y el maltrato a que se ven sometidas por los vigilantes nazis, sino la brutalidad del exterminio los que hacen de ‘El chal’ un texto tan maravilloso como desgarrador. Ese chal guarda cualidades propias de un objeto mágico y a la vez protector.

III.

            El contenido de ‘Rosa’ aborda una realidad de muchos sobrevivientes del Holocausto: la reinserción social y la continuidad de la vida tras un hecho tan horroroso como traumático. Ozick exhibe dos realidades, a saber: la de aquel que decidió dejar atrás –no sin costo- el trauma generado –encarnado en Stella-, y la del que no puede abandonar el pasado, como Rosa, su protagonista. Para ella hubo un ‘antes’, un ‘durante’ y un ‘después’. La vida como era en su casa; como lo fue en el campo de concentración, y en California treinta años después, respectivamente. Una mujer que no puede hacer pie en el país de llegada ni tener atisbo de futuro.

IV.

            Existe un plano, además, que Ozick no elude: el rol del ‘superviviente’ como objeto de estudio. Rosa denosta el ser minimizada y etiquetada como tal, porque esto restringe aún más su escasa vida social bajo la mirada de los demás. La transforma en alguien distinto, carente de integración; un paria. Y si bien entabla relación –sin quererlo ni buscarlo- con un polaco que intenta sacarla de su ostracismo, hay pocas probabilidades de éxito ante quien no ha podido superar la experiencia nazi.

V.

            Con un estilo directo -un estilete preciso y profesional en manos de un experto que no emite juicio personal ninguno-, Ozick construye un par de historias verosímiles, descarnadas, que sacuden al lector y lo obligan a abrir los ojos ante una realidad que sobrepasa con creces sus expectativas, al que llama a reflexión sobre aquello que fuimos (y somos aún) capaces de infligir a nuestros congéneres. Una gran obra, que se acompaña de un prólogo e ilustraciones alegóricas.

12 comentarios:

  1. Buena elección. Una situación que por mucho que se haya escrito de ella no se agota.
    Me llama la atención esta parte que comentas: Existe un plano, además, que Ozick no elude: el rol del ‘superviviente’ como objeto de estudio. Rosa denosta el ser minimizada y etiquetada como tal, porque esto restringe aún más su escasa vida social bajo la mirada de los demás. La transforma en alguien distinto, carente de integración; un paria.
    Un abrazo.

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    1. Cuando Rosa intenta ser entrevistada por un 'periodista' como 'superviviente', ella se niega rotundamente porque siente que ese término la cosifica: deja de ser una mujer para ser reducida a la etiqueta que le cuelgan. Ni hablar de los motivos de Tree para entrevistarla... Tengo entendido que Ozick recogió el sentir de muchos que habían pasado por lo mismo.
      Todo lo que se diga, cuente o exponga sobre el Holocausto nunca será poco; siempre es bienvenido un acto de memoria.
      Un abrazo, Ana.

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  2. Un libro distinto al encarar un tema ya muy tratado. Todo lo que se escriba sobre ese asunto es necesario, sobre todo si se escribe tan bien como lo hace esta autora.
    Lo leí hace unos meses y me pareció maravilloso.
    Un beso.

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    1. Asombra la concisión del relato para transmitir la crueldad y el horror en tan pocas páginas. Por otra parte, plantea una situación muy extendida para aquellos que habían pasado por ello.
      Un libro valioso, sin duda.
      Un beso, Rosa.

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  3. Mi pregunta siempre es la misma, ¿se puede superar semejante trauma? Desde mi ignorancia me cuesta creer que se supere del todo... algún peaje se paga. Ya el hecho de haber vivido algo así, es como si te hubiesen mutilado parte de la ilusión por vivir, uff, no sé... tendría que haberlo sufrido para tener certezas. De momento nos conformaremos con estupendos libros como el de Ozick, que no es poco. Una gran propuesta, propia de ti, Marcelo.
    Un fuerte abrazo!!

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    1. No solo se trata de haber pervivido a tamaña vivencia, Paco. Imagina sobrevivir cuando has perdido al resto de la gente que querías, tu familia, tus amigos. Debe ser muy difícil. Es lo que Rosa encarna en el libro.
      Gracias por alentarme, amigo.
      Un gran abrazo, pibe!

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  4. Este dolor ya lo he pasado. Me dejó una herida profunda el final de la primera parte, cada vez que veía un bebé de esa edad me saltaba la imagen a la cabeza.
    Pero el libro me gustó y gracias a Dios que existe esa segunda parte para aliviar un poco. Me gustó mucho el polaco.
    Un besito dolorido.

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    1. Las primeras imágenes son desoladoras, Guapa. Pero si has leído el prólogo de manera previa, pues te ataja un poco -aunque es un spoiler-.
      Lo del polaco es esperanzador, para alguien que ha perdido todas las esperanzas. Pero no siempre uno se vuelve permeable. Rosa lo vive como una traición; la misma que ha efectuado Stella al dar vuelta la página.
      Un libro más que interesante, sin dudas.
      Besito agradecido.

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  5. Yo también sé de varios compis blogueros que lo han leído y les ha encantado. Sumo ahora tu opinión y sube este libro puestos en mi lista.
    Un abrazo

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    1. Es algo duro de digerir, Lorena, pero lo vale. Combina el horror y la desazón con cierta perspectiva de esperanza final. Pero te dejará pensando.
      Espero que te agrade al leerlo.
      Un abrazo para ti.

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  6. Habiendo leído "EL Mesias de EStocolmo" tengo a Ozick en barbecho, no por no gustarme libro, sino por, he llegado a la conclusción, de dificilmente poder superarlo.
    O eso creo...
    Cuídate
    gracias

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    1. Tengo la tapa de ese libro a escaso metro de longitud en este momento. Si me incliné por éste, se debió más a que era más comentado en la blogosfera que aquél.
      Sospecho que algo de razón guarda su suspicacia, Maestro.
      Recibe otro gran abrazo.

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