Anagrama, 2014
I.
Cuando una novela –digo bien- conjuga historia personal y de amigos con
pinturas varias y cotilleo sobre la biografía del artista, no puede dejar indiferente
a ningún buen lector. Al menos, se puede entender por qué la autora, versada en
apreciación estética e historia del arte, nos brinda un trabajo que, a la vez,
es autoficción y ensayo, una asociación entre el acontecer del mortal y la
realización de obras trascendentes.
II.
Gainza, descendiente de una familia
de renombre local que ha perdido fulgor, plantea a través de un tour de force una serie de pequeñas
anécdotas tomando como vehículos compañeros obras pictóricas, tanto de maestros
consagrados como de artistas vernáculos, muchas de las cuales habitan las salas
de museos de Buenos Aires, su lugar de procedencia.
III.
Si bien cada uno de los once
capítulos en que se divide el libro podría leerse de manera independiente,
Gainza les brinda un hilván: su propia óptica de los cuadros como así también
de lo que ocurre a su alrededor; la comidilla del entorno del pintor sólo
agrega condimento a lo que se narra de los mismos.
La versión digital, gentileza de Epublibre
IV.
Con una protagonista dueña de una
voz única que atraviesa todo el texto, Gainza lo estira y comprime a su gusto;
el lector participa de una mirada acerca de la obra, del entorno social y
familiar del pintor en el momento de realizarla y de cómo un detalle mínimo en la
vida de aquélla –la visita a un hermano en el exterior; la fobia de viajar en
avión, etc.- ha sido capaz de disparar su convergencia.
V.
Con una pluma versátil, sin florituras y
haciendo buen uso de un vasto bagaje cultural -que incluye citas de obras
literarias, además de los conocimientos adquiridos durante años de profesión-,
la narradora intercala sabiamente evocaciones personales –reales o no- con las
vidas cotidianas de aquellos que han ido modificando técnicas y miradas a
través de sus telas, en una suerte de alquimia pictórica entre el creador, su
obra y los espectadores. Un libro ameno, algo agridulce, que se lee de un
sentón merced a la fluidez del texto y al equilibrio de los temas que aborda.
Para no dejar pasar.
Tiene buena pinta el libro, sí. Siempre me sorprende el hecho de ver cómo otro interpreta una obra de arte, que, como la música, es un acto personal,-así lo creo yo -personal sí, pero, claro, con las influencias adquiridas con el paso de los años - Berger, Haas, Gombrich, no son ajenos a mí manera de ver el arte actual, sobre todo el primero sin duda- Pero llegado a una edad ya uno piensa que tiene la actitud atrapada y ya no quiere cambiar. Aunque me he hecho fan, no hace demasiado, de alguien que creo que explica lo que yo presiento del arte, es Avelina Lesper una crítica muy inteligente.
ResponderEliminargracias
cuídate MARcelo
El libro combina la frescura de lo que nos puede ocurrir cotidianamente con un cuadro como elemento disparador, ya sea de una evocación o por estar involucrado en la historia que se narra.
EliminarLo bueno es que Gainza lo plantea desde lo diario, sin intención de alarde ni erudición ninguna. Además, ella misma se reconoce como una oveja negra familiar.
Lo de Berger lo tengo apuntado. Y es verdad, uno ya ha adquirido cierto punto de vista que no tiene intención de cambiar, ni de corregir.
Veré lo de Lesper en breve.
Un abrazo, Maestro.
La tengo apuntada desde que salió en el blog de Lorena. Te agradezco el recuerdo y tu positiva reseña. Parece una obra interesante y original. A ver si me animo pronto a leerla.
ResponderEliminarUn beso.
Verdaderamente, es original, Rosa. Yo la había apuntado antes y luego Lorena reforzó con sus líneas mis ganas de leerla. Sospecho que será del agrado de todos los que amamos las artes en general.
EliminarUn beso.
Me encantó este libro y con él María Gainza me conquistó. Cómo hilvana sus impresiones sobre los cuadros y pintores con sus anécdotas ¿personales?. Consiguió llegarme y es más mérito teniendo en cuenta que soy muy ignorante respecto al arte pictórico. Un libro además que contiene mucha literatura. Me has recordado que Anagrama publicó posteriormente otra novela de la autora que también quiero leer.
ResponderEliminarUn abrazo
Como dije a Rosa, en gran medida tus líneas reforzaron mi intención de leerlo, así que aprovecho para agradecértelas. Yo tampoco soy versado en pintura, aunque algunos de esos cuadros los tengo a mano para verlos.
EliminarSí, María es una gran lectora y las citas resultan más que apropiadas. Tengo 'La luz negra' también para leer, pero deberá esperar un tiempo.
Un abrazo para ti, Lorena.
Pues la verdad es que pese a lo que me gusta el arte y lo poco que sé al respecto no me atrae mucho. Luego me fastidias con lo de no dejarlo pasar porque ahí me llegan las dudas. Le echaré un vistazo en la biblioteca.
ResponderEliminarBesitos rebeldes.
Mira, Guapa. No es un libro para entendidos; un neófito en las artes como yo pudo disfrutar el texto e imagino que cualquiera que se halle en mi condición lo disfrutará. Es fresco, cotillea como te gusta a ti, y despierta la curiosidad de ver los cuadros. Muchos de ellos yo los he conocido gracias a su mención; y de algunos me he quedado maravillado. Hasta puedes verlos por la Red!
EliminarTe sugeriría que venzas tus recelos y le des una oportunidad, aunque sea en la biblioteca.
Besitos más que confiados.
Tampoco conozco a la autora. El tema me parece muy original: cruzar la cotidianidad con el arte (espero haber entendido bien) me parece una propuesta interesante.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Es eso, U-to, sin alharacas. Imagina a un miembro de una familia de apellido -sin lustre ya- versada en la apreciación del arte y dueña del cotilleo acerca del autor en ciernes.
EliminarCon decirte que me ha entrado ganas de visitar el Museo Nacional de Bellas Artes, donde se hallan muchos de los cuadros. Un libro muy ameno y entretenido.
En tren de confidencias, se lo acabo de regalar a una colega, profesora de plástica y artista ella misma.
Entrañable, para lectores sensibles. Como tú.
Un fuerte abrazo!
Lo apunto y a ver si logro llegar al libro algún día. No he olvidado tu propuesta de conjunta sobre el libro de Siri Hustvedt... espero poder hacerlo pronto.
EliminarAbrazos!!
Se de tus múltiples actividades, que requieren un despliegue físico e intelectual muy grande. Cuando lo decidas, avísame y lo compartiremos al ritmo que me mejor te venga.
EliminarUn abrazo grande para ti.
Unir novela, arte pictórico y biografías, aunque sean parciales, es una fantástica combinación. Si además el lector conoce las obras es una forma distinta de pasear por las galerías del museo, y si no las conoce es una excusa perfecta para comparar la realidad con esta ficción bien narrada. Estupenda lectura. Un abrazo.
ResponderEliminarYo recordaba algunas -puesto que no todas se hallan expuestas en el mismo momento-, pero reconozco que han pasado varios años que no visito el Museo de Bellas Artes local.
EliminarRara vez me he topado con un libro que combina letras, pinturas y cotilleo biográfico, de manera tan equilibrada. Todo un descubrimiento.
Un abrazo para ti, Ana.