Pre-Textos, 2017
‘No fui testigo de la
matanza de los judíos, nací demasiado tarde. En cambio, viví el lento proceso
de regeneración de la memoria europea, la cual –sin prisa, es verdad, fluyendo
más bien como un río de planicie que como un arroyo de montaña- condenó con la
mayor severidad el mal del Holocausto y del nazismo, y también, aunque con
menos vigor, como no queriendo comprender que es posible tener que habérselas
con dos monstruos al mismo tiempo y no con uno sólo, el mal de la civilización
soviética.’
I.
Tomé este autor llevado por los
buenos comentarios de alguna de sus obras. Hacía mucho que lo andaba buscando,
debido a que sintetiza un poco su mirada acerca de las ciudades y su gente –en particular
de Polonia, su patria-, la presencia del comunismo, la literatura en sus
diversos géneros y, sobre todo, reflexiones basadas en su experiencia de vida.
II.
El libro, entonces, es una suerte de
compendio –que cabalga entre un diario y las memorias- en el que se pueden
hallar meditaciones sobre la Historia -como la precedente-, aforismos, su
devoción por Cracovia, estampas de ciudades y países, semblanzas de amigos y
conocidos, visión sobre medios ambientes, todo entremezclado con su defensa de
la poesía, notas marginales sobre su lectura de títulos y autores, impresiones
sobre obras pictóricas y opiniones personales de algunas piezas musicales que le
son significativas.
III.
Esta miscelánea no elude parte de su
biografía, desde su llegada a Cracovia proveniente de Gliwice; sus primeros
pasos en los estudios y la crítica mirada de todo estudiante sobre sus
maestros; la bohemia literaria local y el rol de la misma como oposición al
omnímodo poder soviético; la vida en Polonia en la posguerra y las perspectivas
tras la caída del Muro.
IV.
Con una prosa fluida que orilla lo
poético, sin nostalgia ni melancolía, Zagajewski nos hace partícipes de su
interior a través de un universo de temas y enfoques que abrevan en el Arte, la
Historia, la experiencia personal y el contacto con el género humano en todas
sus facetas, sin desestimar una autocrítica de sus pasos en falso.
‘¡El bien también existe!,
no solo el mal, el diablo y la estupidez. El mal es más enérgico, puede actuar
como un relámpago […]; al bien, en cambio, le gusta, desconcertantemente extraño,
demorarse. […] El bien regresa […] sin prisa como un peregrino, inexorable como
el alba. Por desgracia, vuelve demasiado despacio, como si no quisiera recordar
que nosotros estamos trágicamente enredados en el tiempo […]. El bien se
comporta con nosotros cual si fuésemos inmortales; él mismo es, en cierto
sentido, superficial y adusto, inmortal y, según parece, nos atribuye esa misma
propiedad, desdeñando así el tiempo y la carne, nuestro envejecer y nuestra
desaparición. El bien es mejor que nosotros.’
Hola. Me gusta esta historia. Espero que no gaste mucho con lo de los judíos y el Holocausto que para eso nació después. Pero quiero saber de esta persona, conocer los lugares, sus impresiones y avatares. Apunto.
ResponderEliminarBesitos complacientes
La única alusión a los judíos es la que cito, y un diálogo con un pariente sobreviviente de Auschwitz. Solo eso. En cambio, su crítica acerba de lo soviético es un poco mayor.
EliminarLas descripciones de ciudades, gentes e impresiones artísticas son el eje conductor de todo el trabajo. No te lo pierdas.
Besitos consejeros.
Desde luego, los dos textos que citas, sobre todo el primero, son muy buenos. Yo no conocía al autor, pero tiene pinta de ser muy interesante. Conozco en cambio Cracovia y es una ciudad que respira historia por todas sus esquinas, distintas etapas de su historia además.
ResponderEliminarUn beso.
No tengo aún la suerte de haber visitado Cracovia... ni nada. Espero poder hacerlo un día.
EliminarEl libro es un cúmulo de cosas distintas, pero todas están empapadas de sentimiento y honestidad, lo que no es poco. Te habrá de gustar, Rosa.
Un beso para ti.
Me gustó mucho este libro, su amalgama de temas y la cadencia con la que Zagajewski nos lleva de uno a otro. Recuerdo que subrayé muchísimo. Un libro bello, como esa belleza ajena de su título.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra saber que lo has disfrutado tanto como yo, Lorena.
EliminarLo tuve en la mesilla de luz a lo largo de casi un mes, para degustarlo un poco cada noche.
Zagajewski ha sabido captar lo que de belleza esconde cada tema de su reflexión.
Un abrazo para ti.
Como era de prever, me gusta mucho lo que cuentas y voy comprarlo. La línea narrativa, que me encanta, parece muy similar a la de "Una leve exageración" que ya comentamos. Es una maravilloso escritor.
ResponderEliminarHay otra razón para leerlo, habla de Cracovia y quedé enamorada de esa ciudad cuando la visité hace ahora cinco años.
Un abrazo en una noche tórrida!!
Sabes bien que tu lectura de ese título –al que no puedo alcanzar aún- disparó la de éste; tal como te había anunciado.
EliminarSi me preguntas, tiene un estilo que comparte miradas y reflexiones, como ‘Libro del desasosiego’, de nuestro querido Pessoa, y ‘El peso del mundo’, de Peter Handke. Buenas letras en ambos casos.
Por otra parte, siento sana envidia de tu visita a Cracovia; el propio Zagajewski ha despertado mi interés en ella. Lo que me dices refuerza esta sensación.
Harás buena inversión si te haces de un ejemplar.
Un abrazote de noche primaveral -en pleno invierno-, Uto!