I.
El título me había sido sugerido por
otra buena lectora hace años y la última lectura disparó la necesidad de ir en
busca de una mirada desde la acera de
enfrente. Recordé el contenido de éste como un modelo de resiliencia, de poder plasmar en papel no
sólo todo el horror y el sufrimiento padecidos dentro de un campo de exterminio
durante la guerra, sino el consecuente dolor de las víctimas sobrevivientes,
que se vieron obligadas a adaptarse a un mundo propenso a dar vuelta la página para encarar el futuro.
II.
Escrito
a sus ochenta y seis años, la autora narra la terrible experiencia de ser
arrancada de su casa en Bollène, Francia, en abril de 1943 –cuando contaba quince
años-, junto a su padre, quien le advirtió que ella volvería, pero él no. Esta
sentida narración se vuelve un testimonio a partir de allí, dentro de los
campos de concentración donde estuvo destinada (Auschwitz-Birkenau,
Bergen-Belsen), su trabajo forzado en una fábrica de aviones ubicada cerca de
Leipzig, su paso por el gueto de Theresienstadt, su posterior liberación y la
continuidad de su vida.
III.
El breve libro está escrito en forma de carta.
Una carta que Loridan-Ivens destina a su padre, una figura siempre presente, aunque
es el peso de su ausencia el que la conmina a poner por escrito su sentir, sus
recuerdos y emociones, en una suerte de explicación personal de aquel aserto
proferido como premonición, que no es otra cosa que una manera de explicarse a
sí misma el porqué de su fervor por la vida.
IV.
La
autora no solo aborda los hechos de su descenso y permanencia en el Horror;
también se ocupa de exhibir la escasa inserción social de las víctimas que
vuelven a sus lugares de origen, cuando el mundo circundante sólo quiere
olvidar y dejar atrás lo ocurrido y la sola presencia de ellas se lo recuerda.
Así, no es difícil comprender la razón de la alta tasa de suicidios en los
sobrevivientes.
V.
En
un estilo ameno y coloquial, con un sinnúmero de reflexiones que no eluden el
atentado de las Torres Gemelas ni el creciente chauvinismo discriminador en la
Francia actual, Loridan-Ivens repasa los sucesos sobresalientes de su vida, ya
casi en el final, como contándole a ese padre ausente qué se ha hecho de
ella. Una lectura emotiva, sin golpes bajos, que agradezco a Utopía haberme
descubierto. Sus líneas pueden leerse aquí.
Con lo bonito que era el título. Ya sabes lo que voy a decir, somos viejos conocidos, así que nada. Esa página debe ser prácticamente imposible de pasar, seguro que reaparece cada dos por tres.
ResponderEliminarBesitos renegones.
No, éste no es para ti. Pero sí el de Mingarelli, aunque hable de guerra. De esos que te gustan: sin disparos ni sangre; sólo para disfrutar.
EliminarBesitos comprensivos.
Pues me has vuelto a seducir con este libro y la reseña que le haces. leyendo los libros de Primo Levi he sentido como nunca antes lo que debió de ser esa vuelta a un mundo que los compadece, pero a la vez quiere quitárselos de la vista, olvidar, como dices, el horror, algo que la presencia de las víctimas dificulta. Por eso siempre digo que no me sobra ningún libro sobre el Holocausto o sobre la Guerra Civil española (salvo que sean muy malos), no quiero verme a mí misma tratando de quitarme de encima a las víctimas molestas.
ResponderEliminarUn beso.
Una falta imperdonable es no haber leído aún a Primo Levi. Pero lo subsanaré.
EliminarNunca nos sobra libro o testimonio para mantener nuestra memoria, Rosa. Para que impidamos que se vuelvan a repetir los antiguos horrores.
Un beso para ti.
¡Hola Marcelo! Ufff el tema Auschwitz, nazismo, campos de concentración..., hace mucho que no leo libros con esa temática, hub un tiempo que los devoraba. En la actualidades es cierto que no me resultan demasiado atractivos, aunque no dudo que este que nos reseñas sea bueno y esté bien escrito. Puede que más adelante. Me ha encantado conocer tu opinión personal sobre ella
ResponderEliminarBesos
Hola, Marian! Si me preguntas, lo que destaco de este libro es su estilo. No hay más que un profundo amor por el padre ausente; sin intención de sacudir al lector, sólo relatando lo vivido, sin dramatismo. Y todo lo que le sucede a aquel que se vuelve un recuerdo que todo el mundo desea olvidar.
EliminarGracias por tus líneas.
Un beso para ti.
Pues otro que me llevo. Querido Marcelo, y ¿qué se hace con todos los libros pendientes? Un abrazo!
ResponderEliminarA decir verdad, Esther, yo sólo me encomiendo para que se me regale otra vida y, de esa manera, poder hacer frente a todo lo pendiente.
EliminarCon éste no tienes problemas; lo lees en una tarde (de sol).
Un abrazo grande!
La inmediatez del comienzo de la guerra fría, hizo que muchos nazis, fueran limpiados, centrifugados y adaptados a la vida normal como mal menor y útil, por parte, la mayor parte, del oeste, de EEUU; así dentro de ese camino de limpieza y olvido, aparece el olvido como mal menor, el olvido oficial y no registrado, "pelillos a la mar" decían los comics viejos cuando algo había que olvidarlo, y FRanco y los nazis, y los colaboracionistas,.todo olvidado, todos se perdieron en los recovecos del sistema, y con ellos se fueron los olvidados que sorbrevivieron a los campos de concentración, y los muertos, todos aquellos muertos presos en pequeñas fotos de libros de texto y e viejos libros y documentales, y todos aquellos supervivientes, olvidados por sistema y por el sistema, como parece que quiere hacerse de nuevo, nos protegen del mal a fuerza de no enseñarnoslo.
ResponderEliminarQuedan y quedarán estos libros...
gracias Marcelo
Los sobrevivientes de semejante horror siempre serán un grano en el culo de los que prefieren el olvido, para poder seguir adelante con un mínimo de culpa y/o reflexión. Mas vale tender un 'manto de piedad', es lo que dicen.
EliminarPor eso, libros como éste, Wine, mantienen fresca la memoria, no fuera cosa que el olvido -al que se nos incita a adherir- nos impida identificar una nueva versión de lo mismo.
Gracias a ti, Maestro.