I.
Fue el lanzamiento de una nueva
edición del título de marras –bajo otro sello editorial- el que hizo que le
apuntara. La pesquisa me condujo a una primera edición, que la Fortuna me
allegó a través del canal de libros usados. Se me hacía necesaria una obra amena,
previendo lecturas de más largo aliento, y opté por ésta debido a su contenido.
II.
Hay
ocasiones en que una figura condensa en sí misma la realidad de toda una familia,
un modo de vida, una cultura esparcida por doquier, como si en ella sola se
pudiera resumir un período histórico y social. Para la autora, su abuela
Loxandra encarnaba el centro de ese universo y Constantinopla, en la segunda
mitad del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, el lugar en el que ejercía
esa suerte de atracción gravitatoria.
III.
El
libro no es una biografía, sino una novela que incluye hechos reales. Iordanidu
focaliza la narración en la extendida comunidad griega que vivía en esa metrópoli,
bisagra geográfica entre Oriente y Occidente, bajo el Imperio Otomano. Y lo
hace describiendo el entorno de esta mujer singular -quien no solo criara a sus
hermanos menores, sino también a sus propios hijos y a los cuatro que venían
con su marido viudo-, desde el interior de la casa. En este sentido, el clima
íntimo y familiar, con el bullicio propio de una dinámica vida social, dota al
relato de versatilidad y fluidez, convirtiéndolo en un friso de época.
IV.
Tan
supersticiosa como generosa, Loxandra está pendiente de todo aquello que la
rodea. Amores y desavenencias, bodas y sepelios, nada escapa a su interés. Ella
es la gran protagonista de un mundo que va cambiando. Las luchas étnicas, la
aparición de los nacionalismos y el deterioro del Imperio sólo se dejan
entrever mediante una mínima alusión a lo que ocurre en la calle. Esto también
es un acierto, pues los sucesos externos temporalizan la historia sin interrumpir
el núcleo narrativo ni perder intimidad.
V.
Con
una prosa coloquial de estilo costumbrista, diálogos y escenas bien
construidos, Iordanidu nos lleva a una ciudad y un período en que la magia de
la vida era pura efervescencia, con una figura señera, que tal vez la Justicia
–a sabiendas de lo que sobrevendría- haya hecho desaparecer junto con su tiempo.
Una novela que se devora, capaz de deleitar a cualquier lector.
¡Hola Marcelo! Que curioso..., hace dos días leí otra reseña de esta novela y conocí a este personaje tan peculiar que es Loxandra (en el blog de nuestra cantinera favorita, Norah) y como tú me dejó con ganas de conocerla. Seguro que es un libro y una historia muy peculiar e interesante
ResponderEliminarBesos
Hola, Marian!
EliminarSí que resulta curioso que ambos lectores, sin mediar comunicación, hayamos estado leyendo el mismo libro.
Es una novela muy amena, que no se queda en la historia de su protagonista sino que brinda una mirada más panorámica. Te gustará.
Un beso para ti.
Constantinopla antes de la Gran Guerra es mucho más de lo que puedo resistir como tentación. Veré de hacerme ahora mismo con él y aprovecharlo para el #LeoAutorasOct.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por esta recomendación que, además, has hecho tan apetecible.
Un beso.
Un beso.
Hay una nueva edición bajo el sello de Acantilado. En su momento, yo sólo pude encontrar ésta -aunque creo que es la misma traducción (de Selma Ancira)-.
EliminarUn tiempo que pasó, narrado desde puertas adentro. Descarto que será de tu agrado.
Nada que agradecer; saldo una ínfima parte de tus recomendaciones.
Un beso, Rosa.
Pues sí, ayer mismo leí en el blog En el rincón de una cantina sobre Loxandra, y sí, entre tu reseña y la suya ahora no hay duda de que tengo que leer este libro. Un abrazo
ResponderEliminarYo también me llevé la misma sorpresa, Esther. Se ve que las lecturas de Norah y mías se han sincronizado.
EliminarUna gran novela, que será de tu agrado, sin duda.
Un abrazo para ti.
Menos mal. Que ya estaba yo preocupada por si coincidíamos o no. Está claro que sí y de forma rotunda. Qué alegría me acabo de llevar. Y qué necesarias son las Loxandra en la vida. Esa mujer era un universo en sí misma. Genial. Sí, tuvo la suerte de irse en el momento oportuno.
ResponderEliminarBesitos felices
Tendríamos que ponernos de acuerdo, Maja, para que, cuando aparezca un libro así, nos lo comuniquemos y lo compartamos 'en estéreo'. Creo que lo hubiéramos disfrutado el doble.
EliminarNo puedo entender cómo el mundo editorial nos dejó sin el libro durante tantos años. Ésta es la primera edición en nuestra lengua, y data del 2000, de un libro aparecido en 1960/1.
Gran libro; tan bien narrado y tan abarcador. Testimonio doméstico de un tiempo que no ha de volver.
Besitos igualmente felices.
Conozco a la autora de verla en el catálogo de Acantilado, pero de momento aún no me he acercado a sus letras. Me haces muy apetecible este libro con esas menciones a la bisagra entre oriente y occidente, las luchas étnicas, el surgimiento de los nacionalismos y el deterioro del Imperio. Parece un buen candidato para estrenarme con María Iordanidu.
ResponderEliminarUn abrazo
En mi humilde opinión de lector, lo es. Cuando un libro incluye toda una mirada acerca de su tiempo, de lo que les ha tocado vivir, de cómo ha sido la sociedad de ese tiempo en aquel lugar, no puedo dejar de interesarme. Y estoy seguro que hará tus delicias, según me dejan saber tus lecturas. No lo dudes; un libro también escrito para ti.
EliminarUn abrazo grande, Lorena.