I.
Un lector entusiasta lo recomendó apenas
se lanzó y decidí apuntarlo. Pasó el tiempo y fue propuesta para un taller de
lectura en el que participo. No suelo reincidir en un autor durante el mismo
año, pero no tenía mucha opción. Por lo demás, es un libro breve, factible de
ser leído de un sentón en una tarde.
II.
Esta breve historia tiene como
protagonista central a Michka Seld, una anciana que vive sola y en una tarde de
otoño, sentada en su sillón, sufre un ataque de pánico que la inmoviliza.
Presiona una pulsera de teleasistencia y tras una llamada aparece Marie, una
joven a quien Michka ha dado cobijo cuando niña. Aún sin ser de la familia,
Marie acompaña a Michka a ingresar en una institución geriátrica porque ésta
sufre de afasia y las palabras comienzan a escapársele. El cuadro concluye con
Jerôme, el logopeda (foniatra) que intentará mantener la comunicación con
Michka –o retrasar su deterioro-.
III.
Al poco de andar, sabremos que Marie
es hija de una madre –vecina de Michka- que no se ocupaba lo suficiente de ella,
por lo que ésta se hizo cargo, en ausencia de descendientes propios. Además, el
amable profesional Jerôme mantiene escasa relación con su padre, con quien ha perdido
contacto. Sumemos a esto que Michka, hija de padres judíos muertos en
Auschwitz, quedó al cuidado de una pareja francesa en su infancia, y ha
decidido mover cielo y tierra para hallarlos -luego de que una prima de su
madre la llevara- y agradecerles el noble gesto de albergarla y hacerla crecer.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
IV.
Así, alrededor de Michka se
entretejen tres historias relacionadas con el sentimiento de gratitud. Michka,
por haber sido salvada y educada por desconocidos; Marie, porque Michka le
brindó todo el afecto que su madre biológica no fue capaz y Jerôme, porque a
través de Michka no solo puede elaborar las diferencias que sostiene con su
padre sino que puede acercarse a Marie. El embarazo de ésta resulta un punto de
inflexión para que sus protagonistas puedan unirse en un desenlace que no por
previsible carece de emotividad.
V.
Michka sostiene que ‘envejecer es aprender a perder’: una
frase que resume toda una mirada hacia una vida que concluye. Con una prosa
acertada, escenas no exentas de cierto humor y reflexiones interesantes sobre
todo aquello que debiéramos agradecer, de Vigan construye un texto amoroso, intenso y conmovedor. Lectura
obligada para corazones sensibles.
Qué linda reseña, qué fuerte y certera la frase "Envejecer es aprender a perder". Por esta sola frase y porque sin dudas soy un corazón sensible, me lo apunto para leerlo pronto
ResponderEliminarAbunda en escenas emotivas, rayanas en lo sensiblero. Pero no lo descartaría. Al fin y al cabo, cada uno de nosotros debiera estar agradecido con otro u otros que, muchas veces sin quererlo y sin saberlo, nos han brindado una oportunidad de la que carecíamos.
EliminarOjalá sea de tu agrado. Un abrazo.