domingo, 5 de junio de 2022

Enfrentar la fatalidad. Berlín Alexanderplatz, Alfred Döblin

Cátedra, 2011
 

I.

            Fue después de leer Ulises que surgió el título de marras, como una continuación lógica pues ambos textos son casi coetáneos y han sentado la base de lo que hoy se suele llamar la novela moderna. No obstante, debió soportar una larga espera tras ser adquirido. Su fama de intrincado y algo abstruso –como el de Joyce- indicaba la conveniencia de contar con cierto tiempo para valorarlo en su justa medida. Por ello le hice lugar, tras una serie de lecturas breves.

II.

            La historia comienza in media res, en el momento en que su protagonista, Franz Biberkopf, abandona la prisión de Tegel después de cuatro años de reclusión por haber matado a su pareja. Dispuesto a reiniciar su vida habiendo aprendido la lección, se propone mantenerse alejado del delito y ganarse la vida de manera honrada. Pero sabe que no hay lugar para él en la sociedad. Por lo tanto, no tiene otra manera de sobrevivir que siendo proxeneta o participando en atracos circunstanciales. Uno de ellos, debido a su falta de convicción, le hace perder un brazo. Ahora es un mutilado, aunque no le guarde rencor al responsable.

III.

            Ingenuo, sigue frecuentando a quienes desconfían de él. Una celada de éstos lo signa como el culpable de la muerte de su última pareja. Aún sin serlo, Biberkopf decide dejarse morir en un manicomio pero, tras la captura de su autor material, va resucitando de a poco hasta convertirse otra vez en aquel ser humano probo, sin intención de daño ninguno. La vida le ofrece entonces una nueva oportunidad de vivir en sociedad, basada ahora en la certeza de que el Destino no tiene suficiente fuerza si se le opone la de cientos o miles convencidos en desafiarlo.

IV.

            Ambientado por completo en el este de Berlín, todo el texto rezuma la visión de que el hombre se halla expuesto a los avatares de la vida sin más elementos de defensa que su propio juicio –que, en muchos casos, falla- y con quien el Destino se ensaña, llevándolo a situaciones ni buscadas ni queridas. Así, Biberkopf encarna al ser que se encuentra en manos de aquél, juguete de los Hados, quien solo puede resistirse enfrentando la fatalidad con decisión y cierta dosis de mesura.

V.

            La edición se acompaña de una introducción y análisis de autor y su obra, y de un par de epílogos –que, como su palabra indica, debieran estar colocados detrás y no delante de ella-. Por momentos fluido y en otros denso, con algunas referencias a los judíos, la situación de posguerra y la emergencia del nacionalismo, esta obra aparecida en 1929 focaliza sobre la lucha contra la adversidad y cómo sobreponerse a ella. Para leer con tiempo -y ganas-.

4 comentarios:

  1. Pues me faltan las dos cosas, o más bien no me sobran ni tiempo ni ganas. Pero más que nada porque estos relatos de miserias que vienen en procesión infinita me agobian, no me dejan disfrutar de la lectura. Que te roben cuatro años de vida es una auténtica atrocidad, imposible recuperarse de eso. Tampoco el contexto ni el lugar me atraen. Esta vez me rebelo por causas de fuerza mayor.
    Besitos rebeldes

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    1. Por un lado, guarda un mensaje esperanzador; por el otro, sostiene que el hombre es una marioneta del Destino.
      Para el momento en que apareció -la Alemania del Tratado de Versalles-, debe haber hecho algo de ruido. Ahora, a la luz de lo que vino después, nos parece obsoleto.
      Entiendo tu rebelión; emplearás mejor el tiempo.
      Besitos condescendientes.

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  2. Hola Marcelo
    Lo leí hace mucho, supongo que antes de tiempo, suele suceder, y lo catalogo entre los "libros de los 20" que me resultan pesados y que siendo obras maestras de la literatura son eso.. . maestras, enseñaron algo-o mucho- pero han sido superadas. Siempre me da la impresión que los críticos aplauden esos libros porque no arriesgan porque siempre han sido los famosos y admirados , ¿cómo iban a pensar otra cosa un crítico con cátedra em universidad o...? Los maestros son eso maestros para enseñar y suelen ser superados por algunos sus alumnos.
    Gracias Marcelo
    Un saludo

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    1. Hola, Wine.
      Sin duda, este título ha perdido vigencia, por lo que ha quedado en la historia de la Literatura como una obra maestra de su tiempo, como bien señalas.
      Respecto de la tarea de los maestros -que también ha sido la mía-, uno alberga siempre la esperanza de ser superado por alguno de sus alumnos. He contado con la suerte de haber conocido a algunos de ellos.
      Gracias por darte una vuelta por aquí.
      Un abrazo, Maestro.

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