I.
Una relectura obligada autoimpuesta.
Debieron pasar más de tres lustros para que decidiera proponer este título a un
puñado de lectores amigos quienes, al poco, fueron abandonando. Aún con los
retrasos normales que depara la vida cotidiana, al final pude debatirlo con la Arquitecta. Lo que sigue, entonces,
es un somero resumen de aquello que arrojó su lectura.
II.
El Dios de los judíos –Yahvé y, por
extensión, el de aquellos que participamos del dogma judeocristiano- es un ser
sediento de sangre. Basta con leer la Torah (la Ley) –los cinco libros que componen el Pentateuco cristiano- para
tener claro que todos los pecados en los que la grey de seguidores de Su
Potestad incurren, pueden ser aplacados con un sacrificio material. Trátese de
tórtolas, cabritos o animales cualesquiera, está establecido que el rito debe
cumplirse mediante sacerdotes que, oficiosos, los llevan a cabo en el Templo de
Jerusalén, lugar al que acuden sus creyentes. Esta visión de la Divinidad es la
que Saramago viene a cuestionar con este libro.
III.
A un inicio más que poético en el
que la figura de Jesús recién nacido es protegido ante la matanza de los Santos
Inocentes –que dará lugar a una culpa irremisible en José, su padre-, se le
añaden propuestas más que heréticas, a saber: que María dio a luz varios hijos
e hijas tras Jesús, que María Magdalena era su amante y no sólo una bella
prostituta y, fundamentalmente, que el Jesús humano nunca entendió bien los
designios de su Padre en los cielos,
al que tuvo que dar satisfacción.
IV.
Mas existe una escena digna de
mención: la que tiene lugar entre Dios Padre, Jesús y el Diablo en una barca en
medio de la niebla en el lago. Allí, se le hace saber a Jesús que su misión es
aumentar el caudal de creyentes en un Dios devaluado y restringido a unos
pocos, por medio de una nueva religión que potencie su credibilidad y devoción.
Saramago se permite no solo ser herético sino sacrílego en esa última frase de
Jesús: ‘Perdónenlo, porque no sabe lo que
hace’. Frase que condensa la dimensión humana del Redentor, opuesta a la de
un Dios Padre egoísta.
V.
Con descripciones rayanas en el
lirismo y personajes evangélicos mucho más cercanos al hombre común, Saramago
construye una historia sólida, creíble y, en esencia, humana, que cuestiona la
atmósfera divina en la que, se supone, está inscripta esta historia para los
fieles devotos. No intenta poner en duda las raíces de nuestras creencias; sólo
se propone echar una mirada distinta sobre la historia oficial. Para leer y
releer varias veces.
suscribo, es un relato desde una mirada despojada de cánones, sin duda la escena que nos cuentas y la del inicio en busca de las sandalias de su padre se quedan en nosotros. Qué bien esa relectura de Saramago. Si tuviera que elegir uno de sus libros (creo leí casi todos) sigue siendo La caverna, es como verse al espejo.
ResponderEliminarsabes que me gusta compartir: Cuento Modo linterna
Buen invierno.
Tomo nota de ambas recomendaciones, Selva. Ha sido una relectura pendiente y he tenido la suerte de ser acompañado por alguien mucho más joven que hacía sus primeras armas con Saramago. Enriquecedor por donde se lo mire.
EliminarGracias por darte una vuelta por aquí. Un abrazo.
Leí ese libro hace muchísimos años y recuerdo que me gustó mucho. Esa visión humana de Jesucristo es... muy humana. Saramago es para releerlo todo, lo malo es que tengo unos cuantos escritores a los que me tienta releer y eso supondría dejar de leer otras cosas. Por eso, aunque me guste releer, lo hago con cierta medida, aunque cualquier día cojo y dejo de leer novedades y me dedico a esos autores que tanto me gustan.
ResponderEliminarUn beso.
Como siempre, leer -y enseñar, así como otras actividades- es elegir. Tengo la suerte de no ser afecto a novedades, por más que alguna caiga en mis manos -aunque generalmente es por propuesta de otros-.
EliminarTampoco suelo releer; este título lo ameritaba. Ha valido la pena volver a él después de mucho. Se le sigue extrayendo jugo.
Un beso para ti, Rosa.
Con novedades no me refería tanto a novedades editoriales, que algunas también me atraen mucho, como a novedades para mí, novedades porque no las he leído aunque sean de otro siglo ya pasado.
EliminarOtro beso.
Querido Marcelo. Varias veces he intentado leer Ensayo sobre la ceguera, un libro que cada cierto tiempo alguien me recomienda. Ya he perdido la esperanza de entenderme con este autor, su estilo y su forma de contar me supera, se me hace bola. No me importa que se cuestione la religión o que se ofrezcan otras visiones de una Historia que vaya usted a saber cómo fue. Y se ve que Saramago lo hace con respeto. Me ha recordado a la peli La última tentación de Cristo. Creo que no lo intentaré pero seguro que si está en la biblio le echo un vistazo, por curiosidad.
ResponderEliminarBesitos sinceros
Los libros del portugués no son para prisas cotidianas, Norah; requieren tiempo y mucha paciencia. Imagina: mi colega lectora creía poder terminarlo hacia fines de abril pasado y sólo lo logró en junio...
EliminarÉchale un vistazo en la biblio, lo vale.
Besitos considerados.
Marce, me lo acaba de prestar una amiga porque recientemente leí Sed de Nothomb y me encantó y me dijo que no podía dejar de leer este. Hace más de 20 años leí Ensayo sobre la ceguera y fue durante muchos años de mis libros favoritos. Creo que es un libro que refleja en forma cabal, lúcida y dolorosa nuestra época. Gracias por compartir tus lecturas
ResponderEliminarMe han hablado muy bien del libro que citas, Paula. Debiera ser apuntado, sin duda.
EliminarNada que agradecer; solo intento hacer llegar de primera mano mis impresiones lectoras.
Gracias a vos por darte una vuelta por aquí. Un abrazo.