viernes, 19 de agosto de 2022

e-book 107. Movimiento continuo. La subasta del lote 49, Thomas Pynchon

Tusquets, 2010
 

I.

               Creo que escribir sobre las letras de Pynchon es como intentar arar en el mar: un alarde vacuo y sinsentido, destinado enteramente al fracaso, incluso para los escasos lectores que rondan este espacio. Pero no puedoni quiero, como diría Lydia Davis- dejar pasar la ocasión de brindar miradas, propias y ajenas, tras compartir la lectura con una pléyade de valientes lectores.

II.

                Edipa Maas, de veintiocho años y casada con Wendell Mucho Maas –un pinchadiscos de una radio local-, al volver de una reunión de Tupperware recibe una notificación en la que se la nombra albacea –y ejecutora- de la herencia de Pierce Inverarity, antiguo amante suyo que acaba de morir. Sin conocer el oficio, decide moverse a San Narciso, lugar donde Pierce tenía inversiones inmobiliarias, para entrar en contacto con ellas. La recibe Metzger, un enviado del buffet de abogados, con quien sostendrá un amorío en un turbio motel mientras Los Paranoides –una banda under- toca su música al borde de la piscina.

III.

               Al poco, Edipa conoce al que Pierce debía dinero por la compra de huesos humanos molidos para usarlos como filtro de cigarrillos. A su vez, asiste a una función de teatro donde se alude a Trystero, una organización clandestina de correos –vinculada al antiguo servicio postal de Thurn und Taxis- cuyo logo es una trompeta con sordina. A partir de allí, Edipa intenta develar este misterio –mientras el logo se hace omnipresente-. Su periplo incluye a Yoyodine –una empresa de propulsión de cohetes donde se habla del demonio de Maxwell-; el psicoanalista freudiano Hilarius –fugado de Buchenwald- quien termina disparando contra supuestos israelíes; el dramaturgo Driblette –que muere dudosamente- y Mucho Maas, que se confiesa adicto al LSD.

La versión digital, gentileza de EpubLibre

IV.

                La obra está llena de guiños y segundas líneas. Por ejemplo, alude al negocio inmobiliario de California en los años ’60 –la creación de barrios privados ubicados en la periferia de la ciudad en antiguos terrenos que fueron latifundios de familias tradicionales-, el incipiente Silicon Valley o los principales lobbystas del Departamento de Defensa. Si se añaden personajes funambulescos y escenas surrealistas –como la del aerosol volando por encima de las cabezas de los protagonistas-, el conjunto no deja de ser desopilante.

V.

               Con mucho de intriga, humor ácido y final abierto, de estilo ameno, el texto desdibuja el límite entre ficción y realidad. La aventura de Edipa –el movimiento continuo que le propuso Pierce- ¿es real o es el resultado de una alucinación? Lo más sano sería hacer experiencia personal y dejarlo fluir. Inmejorable libro para iniciarse en Pynchon.

4 comentarios:

  1. No me veo con esto. Es de esos libros que me parece que no me estoy enterando de nada. Lo que menos me convence es el final abierto, qué rabia me da quedarme sin saber. La rareza la puedo manejar pero la indecisión o no saber cerrar, no.
    Besitos rebelde

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si no hubiera sido porque una compañera lectora (a cientos de km de mi domicilio) lo hubiera sugerido, no se si me hubiera animado. Le agradezco la gentileza de proponerlo y, los pocos que fuimos de la partida nos retiramos con la sensación de que es un libro para encontrarle muchas más cosas. En lo personal, lo leí como quien escucha un divertimento musical.
      Besitos con guiños.

      Eliminar
  2. No había leído a Pynchon.Quedé “trabada” en la mitad del libro. Me resultaba laberíntico. Finalmente la ponencia grupal aclaró mucho y pude continuar la lectura.Me amigué con Pynchon y terminé con el deseo de releer La Subasta…

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas veces me has comentado su carácter 'laberíntico' -una acertada definición-. No es obra -ni autor- para esperar una narración lineal.
      Me alegra saber que, al final, te han dado ganas de volver a él. Ya por sólo eso, valió entonces el haberlo compartido.
      Gracias por tus líneas, Teresa. Un abrazo.

      Eliminar