I.
Creo que escribir sobre las
letras de Pynchon es como intentar arar en el mar: un alarde vacuo y
sinsentido, destinado enteramente al fracaso, incluso para los escasos lectores
que rondan este espacio. Pero no puedo
–ni quiero, como diría Lydia Davis-
dejar pasar la ocasión de brindar miradas, propias y ajenas, tras compartir la
lectura con una pléyade de valientes lectores.
II.
Edipa Maas, de veintiocho años y casada con
Wendell Mucho Maas –un pinchadiscos
de una radio local-, al volver de una reunión de Tupperware recibe una notificación en la que se la nombra albacea
–y ejecutora- de la herencia de Pierce Inverarity, antiguo amante suyo que
acaba de morir. Sin conocer el oficio, decide moverse a San Narciso, lugar
donde Pierce tenía inversiones inmobiliarias, para entrar en contacto con
ellas. La recibe Metzger, un enviado del buffet de abogados, con quien
sostendrá un amorío en un turbio motel mientras Los Paranoides –una banda under- toca su música al borde de la
piscina.
III.
Al poco, Edipa conoce al que Pierce
debía dinero por la compra de huesos humanos molidos para usarlos como filtro
de cigarrillos. A su vez, asiste a una función de teatro donde se alude a Trystero,
una organización clandestina de correos –vinculada al antiguo servicio postal
de Thurn und Taxis- cuyo logo es una
trompeta con sordina. A partir de allí, Edipa intenta develar este misterio –mientras
el logo se hace omnipresente-. Su periplo incluye a Yoyodine –una empresa de
propulsión de cohetes donde se habla del demonio
de Maxwell-; el psicoanalista freudiano Hilarius –fugado de Buchenwald- quien
termina disparando contra supuestos israelíes; el dramaturgo Driblette –que muere
dudosamente- y Mucho Maas, que se confiesa adicto al LSD.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
IV.
La obra está llena de guiños y segundas
líneas. Por ejemplo, alude al negocio inmobiliario de California en los años ’60
–la creación de barrios privados ubicados en la periferia de la ciudad en antiguos
terrenos que fueron latifundios de familias tradicionales-, el incipiente
Silicon Valley o los principales lobbystas
del Departamento de Defensa. Si se añaden personajes funambulescos y escenas
surrealistas –como la del aerosol volando por encima de las cabezas de los
protagonistas-, el conjunto no deja de ser desopilante.
V.
Con mucho de intriga, humor ácido y final abierto, de estilo ameno, el texto desdibuja el límite entre ficción y realidad. La aventura de Edipa –el movimiento continuo que le propuso Pierce- ¿es real o es el resultado de una alucinación? Lo más sano sería hacer experiencia personal y dejarlo fluir. Inmejorable libro para iniciarse en Pynchon.
No me veo con esto. Es de esos libros que me parece que no me estoy enterando de nada. Lo que menos me convence es el final abierto, qué rabia me da quedarme sin saber. La rareza la puedo manejar pero la indecisión o no saber cerrar, no.
ResponderEliminarBesitos rebelde
Si no hubiera sido porque una compañera lectora (a cientos de km de mi domicilio) lo hubiera sugerido, no se si me hubiera animado. Le agradezco la gentileza de proponerlo y, los pocos que fuimos de la partida nos retiramos con la sensación de que es un libro para encontrarle muchas más cosas. En lo personal, lo leí como quien escucha un divertimento musical.
EliminarBesitos con guiños.
No había leído a Pynchon.Quedé “trabada” en la mitad del libro. Me resultaba laberíntico. Finalmente la ponencia grupal aclaró mucho y pude continuar la lectura.Me amigué con Pynchon y terminé con el deseo de releer La Subasta…
ResponderEliminarMuchas veces me has comentado su carácter 'laberíntico' -una acertada definición-. No es obra -ni autor- para esperar una narración lineal.
EliminarMe alegra saber que, al final, te han dado ganas de volver a él. Ya por sólo eso, valió entonces el haberlo compartido.
Gracias por tus líneas, Teresa. Un abrazo.