I.
Una egregia lectora
transatlántica me lo hizo apuntar hace años. Durante mucho tiempo este sello
editorial estuvo casi vedado para estas costas, de tal manera que me puse en
contacto con él. Me señalaron a un distribuidor local, quien me respondió con
evasivas. Solo pude hacerme de varios títulos del catálogo cuando la
distribución cambió de manos. A veces, la desidia ajena retrasa las lecturas
interesantes.
II.
En 2006 y con ochenta y tres años de edad,
Haya Tedeschi espera. Nacida en Gorizia en el seno de una familia judía
políglota, espera el ansiado reencuentro con su hijo. Un hijo que a sus dos años le fuera arrebatado de sus brazos en 1946. Su espera está repleta de girones de
historia, que ha recogido entre recortes de diarios, testimonios, fotografías,
cartas y otros enseres. Ha movido cielo y tierra para dar con él y recién ahora
ha aparecido una mínima posibilidad de éxito. Un rayo de sol, tal como el
título original de la novela lo da a entender –Sonnenschein-.
III.
En su narración, la autora va
reconstruyendo el pasado de la protagonista. La cercanía de Gorizia a Trieste,
lugar en el que hubo de morar, en la frontera entre Italia, Eslovenia y
Croacia, un crisol de lenguas y razas, es el punto geográfico desde el que
parte su historia, con la ocupación alemana durante la guerra, el llamado litoral adriático. Aquí están su
infancia, su primer amor, el cine… y también los trenes con deportados y el
campo de exterminio judío en la antigua arrocera de San Sabba.
IV.
Párrafo aparte merece el detallado relato
sobre el siniestro proyecto Lebensborn,
que Heinrich Himmler desarrolló para pureza de la raza aria, a través del cual
los jerarcas de las SS embarazaban a jóvenes adeptas al régimen en distintos
lugares de la Europa Nazi. El hijo de Haya fue secuestrado por tener como padre
a un militar alemán destinado en Trieste. Después del horror que supuso la
muerte de 9000 italianos judíos –cuya lista figura en el texto- y, con ello, el
desmantelamiento de los núcleos familiares, de los que sólo quedaron los ecos
de sus voces en la memoria, Tedeschi persiste en la esperanza de su regreso.
V.
De estilo frontal y directo, Drndić no ahorra sinsabores al lector; los narra crudamente, tal como han sido vividos. Hacia el final, la realidad se entremezcla magistralmente con la ficción, cuando ese hijo intenta hallar a su madre. Un libro que, por momentos, entrecorta el aliento y dificulta su prosecución, pero resulta de lectura necesaria porque su mayor mérito radica en constituir un rotundo ejercicio de memoria. Para que no vuelva a ocurrir.
La apunto sin dudar. Me parece una historia muy buena y sumamente interesante. He visitado Trieste, una ciudad preciosa, así como Croacia y Eslovenia, curiosamente, en tres viajes distintos, por lo que me encantará viajar de nuevo, esta vez literariamente, por esos lugares que recuerdo con mucho cariño. Sitios que, por desgracia suman una historia bastante movida.
ResponderEliminarUn beso.
Lamento no haber tenido -aún- semejante placer de visitar esa zona del Adriático y sus aledaños.
EliminarÉste es un libro duro, Rosa, sin concesiones al lector. Pero, a pesar de todos los horrores que contiene, resulta esperanzador.
Me gustaría que todo lector que se atreviera a encararlo, lo hiciese siempre desde esta mirada. Ojalá se incluya en tus lecturas.
Un beso y abrazo para ti.
Que no, que no voy a esa guerra ni a ese momento histórico de las torpezas y barbarie perpetrada por aquellos energúmenos de traje gris. Es que no sé cómo lo voy a tener que decir. Y sí, es cierto que no debería repetirse, pero los que hacen estas cosas ¿leen?, ¿son sensibles como para si saben esto no hagan lo que están pensando? No será que el monstruo que está amenazando Europa no sabe la Historia. No sirve eso de "para que no se repita". Entiendo que la lectura haya tenido su valor, y le haya encogido el corazón pero es que ver el noticiero ya es bastante duro hoy en día. Los libros tienen que ser lugar de refugio para mí.
ResponderEliminarBesitos rebeldes
No podemos hacer otra cosa que ejercer nuestro poder de memoria, cuando esos 'hombres de gris' -que antes fueron caqui o azul prusiano, por citar algunos- han de seguir existiendo, Norah, por más que nos rebelemos ante ello. Al sistema le son útiles -y necesarios, que es lo peor-.
EliminarNo, amiga; no son sensibles y hasta puede que se burlen de lo que leen -si leen-, pero no perderé las esperanzas en que si todos nosotros no olvidamos lo acontecido, hallaremos la fuerza necesaria para que no se repita. Como sea. Somos tú, yo, NOSOTROS, los que debemos concientizarnos y obrar en consecuencia.
El monstruo que amenaza a Europa -y lo extendería al Globo, pero lo dejo acotado para no preocuparte/nos más- sí sabe de Historia y, justamente por eso, hacen lo que están pensando.
Este libro no deja resquicio para fuga ninguna. Es un ejercicio de memoria y habría que leerlo como tal.
Lamento comunicarte que ya no existen lugares de refugio, Guapa; la literatura también genera sus demonios.
Besitos militantes.