sábado, 3 de septiembre de 2022

Escrituras sobre el río. El asombro de crecer. 2. El río de las luciérnagas, Teru Miyamoto

Alfabia, 2015

I.

               No deja de sorprenderme la versatilidad de los autores japoneses, que siempre hallan la manera de despertar el interés del lector en base a temas que no resultan trillados, aun cuando nos hablen desde la sencillez de lo cotidiano. Prosiguiendo con las lecturas que tienen al río como protagonista, me incliné por él debido a que venía precedido de buenos comentarios de lectores amigos y era el único en mi haber que pertenecía a las letras de ese origen.

II.

                Este libro está constituido por dos nouvelles que abarcan una centena de páginas cada una. En Río de lodo, Nobuo Itakura, un niño de ocho años, vive al borde del río Aji, en la costa de la bahía de Osaka. Sus padres administran una taberna de udón. El accidente de un carretero lo pone en contacto con Kiichi y su hermana, de edades cercanas, cuya vivienda es una barca estacionada sobre el río desde hace unos días, donde su madre ejerce la prostitución como medio de vida. Por ello, las autoridades le impiden detenerse mucho tiempo sobre la costa. Un pez enorme parece acompañar a la barca en su periplo descendente.

III.

               En la segunda, que lleva el título de marras y se presenta en tres capítulos, el púber Tatsuo es el protagonista, con una madre mucho menor que su padre, único sostén de familia, a quien un ictus lo lleva al hospital y amenaza con dejar a la familia sin sustento. Un viejo, amigo de Tatsuo, le ha contado que, en algunos años tras una intensa nevada, las luciérnagas se congregan al final del río Itachi, en un festival de luz. Tatsuo enamorado de Eiko, espera la ocasión para invitarla a ver el fenómeno, mientras su madre decide la mudanza a casa de su hermano, en lugar distante.

IV.

                Con relatos ambientados en los pasados años ’60, Miyamoto nos descubre una suerte de iniciación a la amistad, al sexo y a la vida adulta, junto a la experiencia de la miseria, las dificultades que supone una vida plena de privaciones, las escasas oportunidades de mejoras, todo sin golpes bajos; es más, con cierto sesgo esperanzador. En síntesis, refleja sabiamente la toma de conciencia de la realidad social y familiar, junto al asombro que implica crecer y alcanzar la adultez. Fantasías, aventuras, sueños son, además, los compañeros de todos estos chicos.

V.

               De estilo coloquial y ameno, con profusas aclaraciones de vocablos locales –tanto al inicio como a pie de página, de parte de su traductor- y una prosa que bordea lo lírico tanto en descripciones de escenas como de sentires, Miyamoto construye un par de pequeñas joyas. Ambos finales justifican holgadamente su lectura.


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