I.
Ni bien apareció, la opinión
lectora se dividió en dos: estaban aquellos que admiraban sus aspectos resilientes, y los detractores que la encontraban
vacua y superficial. Mis amigos lectores se inclinaban más por esta opción, por
la cual la dejé pasar. El taller al que asisto la incluyó en su lista de
lecturas, como medio de análisis del vínculo madre – hija. Por eso debí encararla.
II.
Lucy Barton narra en primera persona -muchos
años después- la visita que le hiciera su madre cuando ella se hallaba en un
hospital de Nueva York en razón de una cirugía menor que derivó en una estadía
prolongada de nueve semanas, a inicios de los ’80 de siglo pasado, cuando la
ola de SIDA azotaba la ciudad. Se trata de cinco días y cinco noches de diálogos
entre madre e hija, después de varios años que no se han visto. Lucy abandonó
el rancho en Illinois apenas pudo, para dedicarse a escribir. Cuando el
encuentro, estaba casada y tenía dos pequeñas.
III.
Desde una infancia de pobreza
extrema, con sesgos de maltrato –y quizás cierto matiz de abuso-, junto a una
madre incapaz de expresar sus sentimientos -con total ausencia de gestos
amorosos-, y un padre que encuentra en la violencia hacia sus hijos un vehículo
para desatar las secuelas que le ha dejado su participación en la guerra, Lucy
va creciendo en medio de una familia donde habita el silencio y el desamor. La
convalecencia en el hospital le brinda ocasión de recomponer la relación con su
madre, escuchando historias del pueblo narradas por una mujer tan pétrea en lo
afectivo como sagaz en sus observaciones.
IV.
El texto abunda en reflexiones de Lucy sobre vínculos
familiares, entornos sociales, valores personales y la perseverancia en la búsqueda
de un camino que permita superar un pasado de soledad y sin horizontes. En este
aspecto, madre e hija recuperan un diálogo roto en base a una historia común, un
vehículo para la reconexión. La forma
de ser de la madre no ha de cambiar, pero su hija puede comprenderla –y si se
quiere, perdonarla- en base a una mirada más abarcadora, ahora que también ella
es madre.
V.
De estilo directo, ameno y coloquial, el libro se lee fácilmente. Sin embargo, su estructura esponjada –con notorias partes en blanco, que no implican nada-, frases reiterativas –que, más que refuerzan, denotan falta de ideas- y escenas rayanas en burda sensiblería, han justificado mis recelos acerca de su lectura. Un libro para sacar conclusiones lectoras después de hacer experiencia. (Para salir de dudas, he decidido optar en breve por su premiada novela anterior).
Yo estoy un poco entre los detractores y los entusiastas de esta novela. No puedo decir que no me haya gustado, pero también es verdad que me dejó algo indiferente. Pudiera ser que con tanta alabanza llegara a esta lectura con demasiadas expectativas. Creo que tendré que hacer como piensas hacer tú: leer otro libro de la autora para salir de dudas.
ResponderEliminarUn abrazo
Había leído tu reseña, Lorena. Eras una de las pocas voces que encontraba algo más que arena en medio del desierto.
EliminarComo ves, comparto contigo cierto entusiasmo, a la vez que recelos. En breve, opinaré sobre su novela premiada.
En suma, tiene algunas reflexiones interesantes, pero las tienes que buscar entre la morralla.
Un beso para ti, y gracias por darte una vuelta por aquí.
Lucy Barton fue lo primero que leí de Elizabeth Strout y me encantó. Yo estaría en el primer grupo de los que mencionas. De hecho, después he seguido leyendo a la autora gracias a este libro. Me gusta mucho du forma de narrar a medio camino entre la novela y el relato. Me queda solo su último libro por leer y espero hacerlo pronto.
ResponderEliminarUn beso.
También te había leído, Rosa, como una voz discordante en medio de un coro detractor. Creo que si no hubiera sido parte de una lectura compartida, no la hubiese leído. Pero algo también se me habría perdido.
EliminarAdelanto: me gustó más su novela premiada. Más lograda a mi forma de ver.
Quizás su mayor acierto sea el que señalas: el estilo narrativo que ha escogido.
Un beso para ti.
Me la ahorro. No soporto las reiteraciones y si hablamos de espacios en blanco puedo incluso enfadarme mucho.
ResponderEliminarMe pregunto cuántas veces nos tienen que contar la misma historia, la familia de parte cabrón y madre sufridora con pocos recursos de las que logra escapar una joven que será novelista. Y ese encuentro años después para saldar cuentas. Me aburre solo pensarlo.
Besitos peleones
Me haces reír, Maja. Creo que has atinado en lo que la mayoría de sus lectores le ha criticado: escasa novedad y mucho relleno hueco.
EliminarHay pequeñas cosas que rescatar, que a algunos pueden resultar valiosas. Y también hay intentos de golpes de efecto que solo son eso.
Besitos indulgentes.