I.
Lo puso en mis manos un librero
amigo, después de preguntarme si conocía al autor. Ante mi negativa, me sugirió
no dejarlo pasar. Su inclusión entre mis lecturas se debió al jovenzuelo
protagonista del libro de P. Cameron Algún
día este dolor te será útil quien, en medio de los diálogos se pregunta por
qué la gente no lee a Denton Welch. Finalmente, una amiga lectora, al saber que
lo encararía, se alegró mucho pues lo tenía entre una de sus mejores lecturas.
¿Se necesitaba más?
II.
La retahíla de relatos que componen el texto
es, cuanto menos, exótica. Welch utiliza en algunos de ellos elementos
autobiográficos, como expresiones populares de su residencia en Shanghái –donde
nació-, veraneos en la playa entre niños o viajes en barco, para narrar
pequeños despertares de conciencia. En otros, se vale de observaciones del
entorno, personajes solitarios o de encuentros casuales para desarrollar
prejuicios sociales o fantasías rayanas en la locura.
III.
Así, no parece haber nada extraño
en organizar un picnic río arriba, aunque éste tenga lugar dentro de un
cementerio. Como tampoco resulta llamativo que un supuesto piloto de aviación proponga
matrimonio a una señorita, a quien acaba de conocer. Acaso la madre joven de un
púber, ¿no puede bailar toda la noche a bordo de un crucero? En todos los relatos,
existe una situación inicial disparadora que conduce hacia un desenlace
inesperado.
IV.
Destaco la prosa tan sucinta como directa de
la que Welch hace gala para exponer los miedos, angustias y soledades en los que
se debaten sus protagonistas, muchas veces agobiados por la mirada acusona de
los demás, incluso de su propia familia. Con frases breves y diálogos escuetos,
el autor construye microuniversos donde también se dan cita ciertas epifanías.
En un plano más literario, es notable el equilibrio interno que mantiene cada
propuesta, sin caer en lo cursi o banal.
V.
De estilo ameno y coloquial, por momentos divertido, emotivo de a ratos, con escenas que sugieren una imaginación fecunda pero siempre contundente, el conjunto se disfruta por su frescura y novedad. Para quien no suele encarar narrativa breve –como quien escribe- el libro no deja de ser una auspiciosa sorpresa. Con un breve prólogo, a cargo de Luis Chitarroni -que sólo busca poner en contexto al autor y su obra-, la colección resulta altamente recomendable.
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