miércoles, 27 de diciembre de 2023

Adalid anticolonialista. La reina Ginga, José Eduardo Agualusa

 

Edhasa, 2018

I.

               En el inicio, fue un contertulio quien, a fines de 2018, lo estaba leyendo y me lo recomendó. Luego, apareció un comentario laudatorio en un suplemento dominical de un periódico. Finalmente, una lectora amiga lo propuso como título a compartir. Demasiada causalidad junta impedía una negativa.

II.

                La novela está ambientada hacia 1620 y el narrador es un sacerdote pernambucano quien se desempeñara como secretario –merced a su honestidad y manejo de las lenguas occidentales- de una mítica reina africana, ubicada en el actual territorio de Angola. Respetada tanto por sus súbditos como por los enviados de potencias extranjeras –prestos a someter a esclavitud a buena parte de su gente, como de expoliar la riqueza del lugar (diamantes incluidos)-, Ginga es descripta como como adalid anticolonialista en defensa de su pueblo, sin eludir enfrentamientos y siendo cauta aún en la derrota.

III.

               Por otra parte, el lector asiste a la transformación que va sufriendo el narrador a medida que toma contacto con la vida tribal, con su carácter sensual y algo promiscuo, que logra hacer tambalear la fe del prelado, mientras queda expuesta la crueldad y la codicia sin par de aquellos colonizadores que, en nombre de la civilización, se han instalado en esas tierras para su propio beneficio –especialmente holandeses y portugueses-.

IV.

                El texto -fluido y coloquial, ordenado en diez capítulos- se basa en una investigación que el autor emprendió para rescatar no solo la figura señera de Ginga, sino también para testimoniar los castigos infligidos a los nativos por sus esclavizadores, y las batallas libradas contra las potencias europeas, intentando asegurar la libertad y las fuentes de vida de los pobladores aborígenes.

V.

               No obstante, si bien la narración es llevadera de principio a fin, desde el punto de vista antropológico el conjunto parece bastante simplificador y algo maniqueo respecto de los intereses en juego y de la estructura y el comportamiento de la sociedad nativa. Además, es tan escasa la presencia de Ginga en el relato, que el lector termina por considerar que el verdadero protagonista de esta historia es el cura y no la reina. En suma, un libro ameno y entretenido, de lectura rápida y apto para intercalar con otras lecturas, visitando otras geografías.

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