II.
Will Andrews es un joven de veintitrés años;
ha dejado atrás un futuro promisorio en Boston. Hijo de un pastor, se ha
dirigido a Butcher’s Crossing, en el Oeste, para contactar a J. D. McDonald, un
hombre a quien su padre admiraba, curtidor y vendedor de pieles. Éste le ofrece
un empleo contable, pero Will esperaba ganar conocimiento de vida y dedicar sus
pocos ahorros a la caza de bisontes. Para ello, se asociará con Miller, un
cazador, y se hará cargo de los costos de la expedición. Con él, junto a un
desollador profesional, un carretero y poco más que vituallas irán en busca de
los animales que, hace una década atrás, Miller ha visto en un alta llanura
lejana.
III.
Aun con todas las prevenciones,
las cosas no salen como eran de esperar. Es cierto que pueden cazar y hacerse
de las pieles de innumerables bisontes pero, el afán de Miller de ir por más
los retrasa y el invierno los toma desprevenidos. Deberán construir un lugar
donde vivir, y adaptarse a las inclemencias de la naturaleza, en una
convivencia cada vez más austera y aislados de todo contacto con la
civilización.
La versión digital, gentileza de Ana Blasfuemia
En una situación extrema, Williams narra en
detalle las grandezas y miserias humanas que afloran desde lo profundo de los
personajes, tratando de sobrevivir en condiciones paupérrimas, con la ilusión
de una venta que los volverá ricos. Para el joven Andrews, lo que comienza como
un aprendizaje nómade, madurará en él a un hombre adulto, sin tener claro aun
su camino, pero confiado en sus pasos.
V.
Con una prosa austera, ríspida y
seca como el perfil de sus protagonistas, Williams construye un western de iniciación, donde no faltan
los desafíos, los momentos de amor ni la tragedia. Al fin y al cabo, ese pueblo
fantasma es tan parte de la historia de E.E.U.U. como la fiebre del oro o su
guerra de secesión. Ameno y coloquial, el texto fluye dejando cierto sabor
agridulce. Para quienes hayan disfrutado con la visión naturalista de Walden, de Thoreau, es buena opción.
I.
Mención especial hago a mi entrañable Ana B., quien tuvo la generosidad sin límites de enviarme esta edición cuando yo aún balbuceaba acerca de los soportes digitales y trataba de aprender mediante ensayo y error. No descubrí este título gracias a ella, pero testimonio su proverbial entrega y paciencia con este lector periférico, que mucho le debe. He perdido contacto, pero valgan estas humildes palabras como reconocimiento a su espacio y a su desinteresada entrega.
Un gran libro para quienes amamos la literatura y la naturaleza, a Thoreau y a Jack London.
ResponderEliminarPatri, de Bahía 🌙
Gracias, Patri, por darte una vuelta por acá! El hecho de haberlo tenido disponible durante largos años y el impulso que le diste con tu entusiasmo, obraron para que le diera curso.
EliminarGracias por tus palabras y tu aliento.
Un beso.