Sexto Piso, 2022
I.
Había visitado una más que
entusiasta reseña de un amigo lector transatlántico, quien pudo hacerse de un
ejemplar en una edición antigua. Por aquí no hallé signos de existencia alguna
–llegué a creer que el título no llegó nunca-. Cuando a fines de 2022 una
librería amiga me anunció el arribo de esta nueva edición, salí disparado cual poseso en su busca y un año después
propuse el mismo a mi círculo íntimo de compañía lectora. Éxito total.
II.
Kate es la protagonista de esta ficción literaria –decididamente, no encaja
como novela-. Parece ser la única sobreviviente de la raza humana, puesto que
no hay nadie a su alrededor. Ha estado en varios museos del mundo y ha
arrancado los marcos de ciertos cuadros para poder calentarse durante el crudo
invierno. Ahora vive en una playa, tras haber quemado casas. El lector asiste
así a un legado que en forma de un diario de escritura –con intermitencias
temporales- da cuenta de las reflexiones y recuerdos de una mente fragmentada.
III.
El texto es tan ecléctico como
cautivante. Kate va desbrozando en primera persona no solo los detalles de su
vida –roza el medio siglo, tuvo un hijo que murió, fue displicente con el amor y
con el sexo, etc.- sino que va repasando sus ideas acerca del arte en la
cultura occidental de manera sináptica;
conectando una cosa con otra sin un recorrido fijo ni lineal. En ese aspecto,
por sus páginas transitan desde la Odisea
hasta Picasso, pasando por Beethoven, James Joyce, Brahms, Roger van der Weyden
o Artemisia Gentileschi, por citar algunos.
IV.
¿Cuál es la magia de este libro? En los
devaneos y recorridos mentales de Kate, Markson utiliza en gran medida una idea
que Ludwig Wittgenstein desarrolla en su Tractatus
Logicus – Philosophicus, a saber: aquello que no puede ser contado, no
existe. En el caso de Kate, ella se pregunta –e interpela a los lectores- si
todo lo que existe está en nuestra cabeza, aun aquello que nunca se hará
realidad –aunque potencialmente pudiera realizarse-. Como si el cerebro
albergara el cúmulo de posibilidades futuras y no solo guardara aquello que ha
sido, como una evocación.
V.
El libro resulta original en su
estructura y en el desarrollo. El estilo narrativo es un tanto arduo, pues a
veces obliga al lector a concentrarse –y en otras, a volver atrás-, pero no es
nostálgico ni tampoco carece de un humor sutil. El conjunto, entonces, es una
larga meditación acerca de la importancia del lenguaje, del lugar que ocupan la
memoria y la locura y la absoluta soledad que depara la incomunicación. En
suma, una propuesta rara, densa, disruptiva; es decir una obra maestra. ¡No dejéis de leerlo! Mi agradecimiento a Yossi
Barzilai por su recomendación.
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