Minúscula, 2014
I.
Unas sentidas líneas sobre este
título aparecidas ya hace mucho en la Red, lograron que lo incluyera entre mis
búsquedas. No obstante, debió esperar varios años para que decidiera encararlo;
el momento exacto para disfrutar de un libro hecho de recuerdos, a la manera de
un diario personal. La autora, quien fuera esposa del escritor Claudio Magris,
nos brinda una mirada singular acerca de su propia historia, que es la de
muchos: el obligado exilio de su tierra.
II.
Madieri nació en Fiume, -hoy Rijeka, Croacia-
en medio de una sociedad donde su mayoría se reconocía italiana. Cuando en 1947
la Yugoslavia de Tito se apropia de este territorio, todos los italianos
debieron migrar forzosamente, y ella y su familia, al dejar todas sus
pertenencias en aquella tierra, fueron acogidos como lo que eran –exiliados- en
los nombrados Silos Triestinos. Su historia, entonces, se debate entre aquella
infancia tan nítida y la opacidad de la vida en Trieste.
III.
Muchos años después, ya madura,
recoge estas memorias como un legado de aquello que jamás podrá volver a ser.
En ese aspecto, Madieri nos brinda un cúmulo de fotogramas –como el de aquellas
viejas fotonovelas-, con una maraña
de personajes, vecinos, etc., que van tejiendo una trama donde su vida social tenía
lugar. Particularmente importante y entrañable es la figura de la abuela
Quarantotto, verdadero centro del núcleo familiar.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
IV.
Mas no todo es ejercicio de la memoria. Madieri
sabe intercalar su acontecer cotidiano –de noviembre de 1981 a noviembre de
1984, según sus fechas-, en medio de sus evocaciones, de manera de expresar sin
cortapisas que éste es un trabajo a conciencia, no el mero resultado de ponerse
a recordar fantasmas del pasado que aun revolotean en su interior. Y, por
supuesto, nos participa de su amor por la vida, y por su esposo.
V.
De estilo fluido y ameno, el
conjunto de exposiciones goza de un beneficio adicional: la narración sólo se
refiere a lo vivido, sin juicio de valor ni rencor por aquello que le ha tocado
en suerte o desgracia. Ha logrado atravesar aquellos viejos dolores y
convertirlos en un emotivo fresco de época que, a su vez, le ha permitido
configurar su propio presente. El posfacio a cargo de su marido –viudo ya-, es
la cereza del postre. Para no perder.
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