lunes, 2 de septiembre de 2024

El legado de Pablo y Lucas. El Reino, Emmanuel Carrère

Anagrama, 2015
 I.

               Al llegar los primeros comentarios allende el Atlántico hacia fines de 2015, no dudé en hacerme de un ejemplar apenas se editase localmente. Es que, para quien ha compartido el credo, un libro basado en el Nuevo Testamento -escrito en el siglo XXI, cuando casi todo Occidente cuestiona el Islam- no dejaba de llamar la atención. ¿Qué nuevas luces y sombras –si las hubiera- podría arrojar? Pero, al no ser el autor santo de mi devoción, relegué su lectura hasta ahora.

II.

                Este ensayo ficcional, dividido en un Prólogo, cuatro capítulos y un Epílogo, aborda los orígenes del cristianismo y su consolidación tras el primer siglo de nuestra era. En rigor de verdad, el elemento disparador de este trabajo ha sido una crisis personal del autor quien, a principios de los pasados años ’90, encontró refugio en el dogma cristiano, volviéndose un fervoroso creyente, para abandonarlo nuevamente pocos años después.

III.

               Lo interesante del texto es que esta conversión de fe lo llevó a investigar en los documentos disponibles hallando que, en gran medida, las sólidas bases del actual cristianismo se deben a la acción de dos figuras excluyentes: Pablo de Tarso y Lucas. El primero, a través de su infatigable doble tarea: viajar -para así extender las enseñanzas de Jesús a los pueblos de Asia (las primeras comunidades cristianas)- y escribir epístolas a éstas. El segundo, en un plano menos protagónico pero mucho más contundente: escribir uno de los Evangelios y recoger las experiencias de Pablo en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

IV.

                Carrère se apega muy bien a lo que se sabe hasta hoy cuando se apoya en fuentes fiables, aunque se aventura a conjeturas sin asidero cuando carece de ellas. Particularmente llamativa resulta su suposición que ha sido Pablo, un apóstol que no conoció en vida a Jesús, el responsable de inventar la resurrección de éste. Por otra parte, el rol de Lucas como constructor del relato que, andando los años, se volverá el credo oficial del Imperio Romano, no resulta menor. También, aprovecha para dejar en claro las pujas entre éstos y los galileos Pedro, Santiago y Juan, bastante reacios a incluir a los paganos –no judíos- en la nueva religión.

V.

               En un estilo ameno y fluido, con elementos autobiográficos y deducciones razonables que alterna con proposiciones rayanas en la fantasía, Carrère construye una obra que campea por Grecia, Judea, Roma, Asia Menor y el París actual, en una suerte de investigación bíblica y especulación histórica sui generis. Un libro bastante ágil y entretenido, de exclusivo interés para la grey cristiana.

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