Al llegar los primeros
comentarios allende el Atlántico hacia fines de 2015, no dudé en hacerme de un
ejemplar apenas se editase localmente. Es que, para quien ha compartido el
credo, un libro basado en el Nuevo Testamento -escrito en el siglo XXI, cuando casi
todo Occidente cuestiona el Islam- no dejaba de llamar la atención. ¿Qué nuevas
luces y sombras –si las hubiera- podría arrojar? Pero, al no ser el autor santo de mi devoción, relegué su lectura
hasta ahora.
II.
Este ensayo
ficcional, dividido en un Prólogo, cuatro capítulos y un Epílogo, aborda los
orígenes del cristianismo y su consolidación tras el primer siglo de nuestra
era. En rigor de verdad, el elemento disparador de este trabajo ha sido una
crisis personal del autor quien, a principios de los pasados años ’90, encontró
refugio en el dogma cristiano, volviéndose un fervoroso creyente, para
abandonarlo nuevamente pocos años después.
III.
Lo interesante del texto es que
esta conversión de fe lo llevó a
investigar en los documentos disponibles hallando que, en gran medida, las
sólidas bases del actual cristianismo se deben a la acción de dos figuras
excluyentes: Pablo de Tarso y Lucas. El primero, a través de su infatigable
doble tarea: viajar -para así extender las enseñanzas de Jesús a los pueblos de
Asia (las primeras comunidades cristianas)- y escribir epístolas a éstas. El
segundo, en un plano menos protagónico pero mucho más contundente: escribir uno
de los Evangelios y recoger las experiencias de Pablo en el libro de los Hechos
de los Apóstoles.
IV.
Carrère se apega muy bien a lo que se sabe
hasta hoy cuando se apoya en fuentes fiables, aunque se aventura a conjeturas
sin asidero cuando carece de ellas. Particularmente llamativa resulta su suposición
que ha sido Pablo, un apóstol que no conoció en vida a Jesús, el responsable de
inventar la resurrección de éste. Por
otra parte, el rol de Lucas como constructor
del relato que, andando los años, se volverá el credo oficial del Imperio
Romano, no resulta menor. También, aprovecha para dejar en claro las pujas
entre éstos y los galileos Pedro, Santiago y Juan, bastante reacios a incluir a
los paganos –no judíos- en la nueva religión.
V.
En un estilo ameno y fluido, con elementos autobiográficos y deducciones razonables que alterna con proposiciones rayanas en la fantasía, Carrère construye una obra que campea por Grecia, Judea, Roma, Asia Menor y el París actual, en una suerte de investigación bíblica y especulación histórica sui generis. Un libro bastante ágil y entretenido, de exclusivo interés para la grey cristiana.
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