Alguien había propuesto este
título para compartir lectura a mediados del pasado año, pero no alcanzó el quorum necesario. Descartado, volvió
a cobrar relevancia tras la muerte de su autor, aunque tampoco concitó interés.
Se me ocurrió proponérselo a una amiga lectora quien tampoco lo había leído y
aceptó el desafío. En suma, lo elegí porque se cumplen los cuarenta años de la
aparición del primero de los libros que componen esta trilogía. Una suerte de
homenaje.
II.
Los tres libros tienen como nervio conductor
historias que pertenecen al género policial, sólo que el azar se halla
omnipresente en ellos modificando la trama. Así, no son policiales al uso sino
reelaboraciones que revisten mucha originalidad. En Ciudad de cristal, un escritor de novelas de misterio –bajo
seudónimo- padece un bloqueo literario
hasta que una noche, muy tarde, un llamado por teléfono lo sacude: buscan a un
detective. Después de aclarar la situación y repetirse a los días, decide
hacerse pasar por la persona y ver qué depara el equívoco.
III.
En Fantasmas, un investigador privado es contratado para seguir a
alguien. Lo único que tiene que hacer es vigilarlo. Para ello, le han
conseguido una habitación frente a la estancia de su vigilado. Solo tiene que
elevar un informe semanal, y percibirá un cheque. Estamos en 1947 y el
investigador abandona por un tiempo a
su novia y todo lo que le rodea. Lo que no sabe es que pasarán varios meses y
nada ocurrirá. Finalmente, en La
habitación cerrada, el protagonista repasa toda la historia compartida con
un amigo de la escuela a quien idolatraba, muchos años después, cuando la
esposa le notifique no solo la desaparición de aquél, sino que le confiará todos
los escritos inéditos, para ver si se pueden publicar.
La versión digital, gentileza de EpibLibre
IV.
Los elementos literarios que aparecen en los
distintos trabajos responden al género por antonomasia. Existen juegos de
espejos, personajes ambiguos, golpes de efecto y guiños al lector –como el
hecho de que el propio autor aparezca como personaje en uno de ellos-. Lo que
los vuelve diferentes respecto del policial clásico es la aparición de aspectos
metafísicos envueltos en medio de enigmas, sospechas, vínculos extraños y casos
de locura o delirio.
V.
En estilo ameno y coloquial, con diálogos bien provocados y escenas significativas, Auster exhibe una innovación literaria. En lo personal, me hubiera gustado haberlo leído cuando salió, pues recuerdo el éxito editorial de esa época; llegué tarde. Hoy, mis expectativas han estado por encima de lo que el material me ha ofrecido. No obstante, es recomendable lectura para quien disfruta del género policial.