I.
Fue un título marcadamente
recomendado por una avezada lectora especializada en letras japonesas, al
servicio de la empresa importadora. Casi como un sonámbulo, no dudé en llevarlo
hacia mediados de 2018, pero debía recalar en el tótem de pendientes. Se me
ocurrió proponerlo para una lectura conjunta a un par de amigas –entre otros
títulos- merced a que, entre nos, no habíamos visitado previamente letras de
origen nipón. Ellas fueron las que decidieron su suerte.
II.
Este libro reúne cuatro relatos de quien es
considerado el creador de la novela gótica japonesa y se compara con un autor
de la talla de Edgar A. Poe. Los mismos abarcan un período creativo del autor
que va desde 1896 a 1926 y exponen la lenta aunque continua maduración de su
universo discursivo. Así, a la esencia feérica e infantil del primer relato se
le van acoplando otros elementos narrativos que permiten construir atmósferas
de inquietud y la aparición de seres fantásticos que cambian la situación de
ensoñación de los protagonistas.
III.
Un niño al que un insecto
multicolor deja una picadura en medio de un bosque y se pierde en él; una madre
con un pequeño, ubicados en una garita sobre un puente, que sobreviven gracias
al cobro de un derecho de peaje; un enamorado que en su camino de visita a su
querida se encuentra con tres ciegos que le advierten que no siga por allí, o
un viajero que recibe manjares en un refugio de montaña son inicios de los que
Izumi se vale para dar rienda suelta a historias en que campean los yōkai, esa variedad de criaturas sobrenaturales
propias del folclore japonés.
IV.
Los temas recurrentes en los relatos son la
maternidad protectora y liberadora –el uso de la literatura como catarsis para
el reencuentro (el autor había perdido a su madre siendo muy pequeño)-; el agua,
presente en los ríos, como elemento limítrofe, que separan el mundo real del
mundo irracional dominado por lo terrible y fascinante a la vez, y el
surgimiento de una colección de espíritus de luz –como aquella que rescata al
niño de una muerte- o malignos –como aquellos que nutren los miedos infantiles,
v.g. el ladrón nocturno de chicos, etc.- que hacen tambalear a los incautos o
sencillamente los llevan a su perdición.
V.
En un estilo de prosa poética, con multitud de figuras que abrevan en el acervo cultural japonés, Izumi ofrece una galería de personajes que se debaten entre una realidad de pobreza y la necesidad imperiosa de trascenderla a través de la ensoñación y la fantasía. El libro se acompaña de un Prólogo a cargo de su traductor Alejandro Morales Rama –que conviene leerse a posteriori- y un Glosario explicativo de aquellos términos dejados en su idioma original. Un libro adecuado para ingresar en las letras del autor.