domingo, 8 de noviembre de 2015

Botín de guerra. Como si yo no estuviera, Slavenka Drakulic


Anagrama, 2001

         Lo adquirí sabiendo su contenido. Esperaba alguna cuota de aliento en medio de una realidad desoladora y vergonzante; no pude encontrarla. No soy mujer; no puedo saber cómo siente una mujer, pero puedo empatizar con ella en determinadas circunstancias. No reniego de ser varón, pero siento que a veces hay actitudes masculinas que nos denigran como género.

          Drakulic va a narrar en tercera persona lo que ocurre con S., una maestra de veintinueve años, que es detenida y conducida a un campo de concentración serbio por el solo hecho de ser bosnia, es decir, musulmana. No importa que su madre haya sido serbia también; la orden es para todo perdedor –léase, invadido por el poder militar serbio-. Estamos en 1992 y se desintegra la antigua Yugoslavia del mariscal Tito. S. es una más entre un centenar de mujeres bosnias que deberán adaptarse a las nuevas condiciones de vida. Asistir a las enfermas, ayudar en los partos y tratar de volverse invisible a la mirada de las tropas serbias.

         Pero no lo logra. Una vez identificada, es llevada por un militar para ser violada sistemáticamente por un grupo de soldados. Después de ser golpeada y desfigurada, se la recoge en el ‘cuarto de mujeres’, un recinto destinado a la satisfacción de necesidades sexuales de los machos invasores, que algunas noches se hacen presentes y escogen a sus víctimas, sin posibilidad de rechazo ni escape.

            El libro intenta abordar la realidad de esas mujeres –para lo cual la autora tuvo que mantener cientos de entrevistas con las damnificadas- a merced del capricho del ejército de ocupación, muchas de ellas –como la protagonista- con un hijo en sus vientres producto de semejante atropello. Sin otra seña particular más que ser un botín de guerra.

           La realidad de un campo de concentración, donde cada cual debe pelear por su supervivencia sin importar qué le ocurre al otro; las mezquindades y los egoísmos propios, que suelen aflorar en tales circunstancias; el debate moral de aquellas que son violadas –que, en compensación, mantienen mejores condiciones de vida y de alimentación de las que no lo son-; el qué hacer con el bebé una vez éste haga aparición en este mundo, son parte de las reflexiones a los que Drakulic somete al lector, explicando los pormenores de las situaciones sin posibilitar respuestas fáciles.

             Fluido, el libro se lee bien, aunque no sin amargura. ¿Debemos tolerar que un niño nacido de nuestras entrañas, sin quererlo, sobreviva?, ¿no sería mejor acabar con él apenas respirase? ¿Cuál es la postura de la sociedad al respecto? ¿Qué ocurre con todos aquellos que supieron conocernos en tiempos anteriores y ahora nos asumen sin hogar, sin patria, sin nada y con un hijo no deseado? Estos son algunos cuestionamientos que Drakulic nos hace llegar a través de una sólida narración, directa y cruda.

12 comentarios:

  1. Esto es demasiado crudo para mí, creo. La guerra en la ex-Yugoslavia fue una vergüenza para Europa. Una vez más se comprobó que a nadie le importa nada, sobre todo a los más grandilocuentes. Tengo pendiente de leer un reportaje sobre las identificaciones de los cuerpos después de la guerra en Bosnia- también un tema duro,- pero no creo que tanto como la esclavitud sexual en nuestro requetecivilizado continente hace tan solo 20 años. No hay peste más grande en este planeta que los nacionalismos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Coincido contigo, Agnieszka; los nacionalismos han sido los responsables a través de toda la Historia de los horrores más grandes que hemos cometido como género.
      Nos hemos acostumbrado a dar vuelta la cara y mirar para otro lado, mientras lo que ocurre a nuestro alrededor no nos involucre. No es sólo Europa, lamentablemente.
      Rescato del libro la propuesta de debate ético acerca de qué hacer con los bebés. Como denuncia de una violación de derechos, el libro es testimonial.
      Un abrazo.

      Eliminar
    2. Tremendo. No sé qué se puede hacer con los bebés. En la mayoría de los países el aborto es legal en casos de violación. Y no es solo por la saludo mental de la madre. Siempre existe la posibilidad de que el hijo se entere cuál es su origen. ¿Cómo lo afectará?
      Prefiero no pensarlo.

      Eliminar
    3. Como ves, el libro sirve de elemento disparador de ciertas reflexiones.

      Eliminar
  2. Hola Marcelo: Opino muy parecido a Agniezka. No leería este libro, pero entiendo que su realidad fue tan patente y tan vil que, como tú dices al principio, nos avergüenza como hombre (varones) y como humanidad. Más si esto sucedió en Europa, y hace tan poco. La crueldad humana, una vez desatada, no reconoce límites.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Recoge el testimonio de centenares de mujeres que fueron violadas, José. Drakulic elabora en base a ellos una trama para dejar documentado lo ocurrido.
      Hoy vemos que España toda pide una ley que ampare a las mujeres de la violencia de género. Aquí tenemos una ley de femicidio porque ya abundaban los casos. Me pregunto qué nos ha vuelto tan intolerantes con el género femenino para llegar a la golpiza o la muerte.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. 1992. No tan lejos, no hace tanto tiempo. Vergüenza. Y no aprendemos. Anoto el libro.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La última guerra en tierra europea, si no me equivoco. No, no hace tanto.
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. La verdad es que hay ciertos seres que hacen un flaco favor a tu género. Este tema es inabordable para mí. No sé qué haría con los bebés, solo que ellos no tienen la culpa así que si nacen son personas como las demás. No creo que miremos para otro lado, es que no podemos asumir todos los terrores y dolores del mundo. Lo que sí debemos es hacer lo que esté en nuestra mano con lo que tenemos alrededor aunque nos parezca insignificante o poco.
    Un besito para vos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La autora testimonia que algunas mujeres los han asfixiado una vez nacidos; otras, lo han dado en adopción. Quizás éste sea el mal menor, pero nunca estaré en la piel para saber qué haría yo en ese momento.
      Por lo demás, es lo que ya te comenté: éstas son las cosas por las que creo que el género humano no es gran cosa. Si bien amo los libros y la literatura en general, a veces siento que es una magra compensación de todos los horrores que somos capaces de llevar a cabo.
      Otro beso, Maja.

      Eliminar
  5. ayyy debe ser una lectura donde el corazón estrujado te acompaña en cada página, y sinembargo, creo que no debe dejar de leerse. Me lo anoto.
    Los bebés, los menos culpables y los que vivirán las consecuencias más terribles.
    Un beso,
    Ale.

    ResponderEliminar
  6. Sí, no es solo la historia la que te estruja; también los pormenores. Por supuesto que intenta entablar el debate ético sobre los bebés nacidos de semejante atropello...
    Un libro duro pero interesante.
    Un beso, Ale.

    ResponderEliminar