Blackie Books, 2015
I. Contenido
Material
autobiográfico de Rhodes, quien nos relata no sólo su violación sistemáticamente
perpetrada por su profesor de boxeo a la edad de seis años, durante un período
que abarca hasta los diez, sino las consecuencias de tamaña vejación,
arrastrada a lo largo del resto de su vida: depresiones, adicción a drogas y
alcohol, sentimientos de culpabilidad y vergüenza, internaciones varias,
incapacidad de sostener relaciones valederas, etc. Si pudo dejar atrás gran parte
de esta historia se debe a su amor por la música y el piano, instrumento del
que se ha vuelto un reconocido concertista en el Reino Unido.
II.
Estilo narrativo
Rhodes no escatima en señalar los
hechos que hicieron que su vida fuese lo más parecido a un infierno, pero no se
regodea en los pormenores morbosos -de los que aleja con buen gusto y sentido
común a sus lectores- y si bien su estilo es directo y frontal, no abunda en
insultos ni descarga su ira por lo acontecido –aún sabiendo que tiene pleno
derecho a hacer uso de ello-. Por lo contrario, se inclina en exponer su sentir
y los por qué de la toma de decisiones, sus desórdenes, sus fracasos y su
esperanza puesta en salir del pozo anímico al que suele volver. Así, la obra,
aunque totalmente autorreferencial, se convierte en una denuncia formal de los
abusos sexuales y resulta un testimonio valioso de quien intenta superar con
éxito sus secuelas.
III.
Aciertos
Los veinte capítulos que el autor
destinó a relatar su historia comienzan con una propuesta de música clásica, en
las que alterna explicaciones técnicas con jugosas anécdotas de los
compositores, llamadas a despertar la curiosidad del lector sobre las obras
seleccionadas. Muchas de ellas son bastante conocidas para el melómano; a otras,
Rhodes las rescata del olvido. Por otra parte, realiza una fuerte crítica al
negocio discográfico del que se queja por su falta de presupuesto para el
género clásico, la estrechez de miras de sus ejecutivos y de la pacatería y acartonamiento
del público que participa en los conciertos, al que tilda de elitista y engreído.
A cambio, opone una visión novedosa y personal, donde músicos y gran público
puedan interactuar más libremente, sin estereotipos ni limitaciones.
IV.
Reparos
Si bien Rhodes intenta mantener la
objetividad tanto en su exposición como en sus ideas sobre la música, al lector
más suspicaz no se le escapa un cierto tufillo a autopromoción –que aumente ventas
y posibilidades-, una autocompasión moderada –entendible por lo padecido y el
dolor que supone recordar los propios sufrimientos- y una serie de tonos de
expresión que hacen que el texto se asemeje a un libro de autoayuda.
V. Consideraciones personales
Empatizo con Rhodes en lo que se
refiere a lo ocurrido. Ser sometido a violaciones a lo largo de cinco años debe
ser tan determinante en la vida de un ser humano, que hasta él mismo se da
cuenta que es un milagro que haya sobrevivido. Hay una entrevista muy
interesante aparecida en el diario local La
Nación el 8 de febrero pasado –presente en la fotografía de aquí debajo-
donde explica que lo peor de la pedofilia es no poder contárselo a nadie.
El citado artículo y la versión de Epub Libre
Respecto de su pasión por la música
clásica y por las obras para piano –que también compartimos- podemos disentir
amigablemente, respetando nuestras preferencias musicales en cuanto a
directores, concertistas y orquestas. Pero no dejo pasar la ocasión para
reconocer mi deuda con Rhodes sobre los conciertos para piano de Shostakovich y
el de Scriabin, tanto como los tríos para piano de Schubert y Ravel que, si no
hubieran sido citados en su libro jamás los hubiera descubierto y disfrutado.
El resto, es una colección de
escenas de fortalezas y debilidades que contiene un claro mensaje esperanzador:
se puede salir de semejante dolor con la ayuda adecuada, coraje personal y una
gran dosis de amor. Un libro distinto, que sirve de advertencia a la vez que
transmite mucha confianza y esperanza.
El tufillo a autopromoción es más que evidente. Tanto que ya tiene otro libro (una chorradita) en el mercado. Pero es un libro impactante. Incluso peligroso. Y que a mí no me ha transmitido esperanza, sino todo lo contrario.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo rescaté el mensaje: 'mira, me ha pasado todo esto, pero si yo he podido salir, tú también puedes'. Es un poco lo que me dejó; puede resultar bueno para otras personas en situaciones parecidas, a las que le falta un empujón anímico para sobreponerse. Pero es mi apreciación personal.
EliminarSu lectura sí que impacta, Ana. Y tiene el condimento de sus avanzados conocimientos sobre música clásica, que ha de encantar a los melómanos.
Un abrazo grande, y gracias por darte una vuelta.
Hay pocas cosas tan odiosas como los abusos sexuales a menores. No puedo imaginar el daño que pueden hacer dichos abusos y cómo se puede salir de ahí. Al parecer este libro explica esa posibilidad de "salvación" y la música parece jugar un papel clave. Interesante.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!
En realidad, cuenta su propia historia -bastante desgraciada, por cierto-. Rhodes encontró en la música su vía de escape, lo que le permitió mantener cierto grado de cordura entre tanta insania.
EliminarUn libro distinto, U-to. Si te gusta la música clásica, se disfruta un poco más.
Un abrazo grande!
Totalmente de acuerdo con todo lo que explicas. Si gente ajena a la música clásica lee este libro atraído por el poder mediático del autor y de repente descubre ese arte, ya se ha conseguido algo muy grande. Está claro que las heridas están en proceso de curación y el dolor mitigado por esa gran pasión y quizás por eso no carga las tintas contra su agresor o la situación. Como él mismo dice, en el capítulo más conmovedor para mí, el otro ha perdido al final y él ha ganado.
ResponderEliminarYo también he descubierto obras para mí desconocidas.
Besitos
Todo lo que suponga un descubrimiento para cualquier lector -en cualquier disciplina-, bienvenido sea, Norah. Es una historia terrible que no destila veneno; al contrario, deja un mensaje esperanzador.
EliminarUn buen libro, por donde se lo mire.
Qué bueno es seguir coincidiendo!
Besitos para ti.