Seix Barral, 2007
Fue
primero un programa de TV el que rescató la obra de Ribeyro un año ha. Luego, a
principios del presente, una librera amiga me lo señaló. Pero fue el rescatador de olvidados Paco Castillo
quien lo puso sobre el tapete luego de su viaje por los andes peruanos. No pude
dejar de ceder a la tentación, y aquí está.
Ribeyro mismo dijo que lo titulaba
de esta manera porque su contenido no podría ser incluido en ningún género, y
temía que el material que lo compone quedara fuera del conocimiento del lector.
Así, en una suerte de compilación de diversos textos de la más variada índole, soliloquios
que van desde el aforismo hasta el diario personal, nos participa de los temas por
donde discurren sus pensamientos y sentires.
Este libro contiene, entre sus
muchos matices, impresiones,
‘Un toro negro a la sombra
de un olivo. Praderas de melones rampantes. Poca vid. Naranjas a pérdida de
vista. Montículos de olivares. Un tunar extraviado. Cabras sedientas. Poco
agua. Pobreza. Planicies de girasoles secos. Una vieja enlutada cavando la
tierra bajo el sol. Gitanos andarines. Andalucía.’
También observaciones finísimas,
‘Las turistas
norteamericanas del ómnibus: viejas y arrugadas. Pero arrugadas de una manera
diferente a como se arrugan las mujeres por otras latitudes. Se habían arrugado
en el confort y la bonanza. Los surcos de su cara eran el fruto de gestos
placenteros, jubilosos y hartos, repetidos hasta el infinito, hasta haberles
impreso la máscara de una vejez sin grandeza, la vejez de la satisfacción.’
Algunas sagaces reflexiones,
‘¿Por qué nos aflige tanto
la muerte de un niño? ¿No es acaso lo mismo morir a los ocho años que a los
treinta o a los cincuenta? No, porque con los niños muere un proyecto, una
posibilidad, mientras que con los adultos muere algo ya consumado. La muerte de
un niño es un despilfarro de la naturaleza, la de un adulto el precio que se
paga por un bien que se disfrutó.’
Y meditaciones personales,
‘Hay veces en las cuales la
taberna tiene un aire siniestro y entonces las noches se cubren de una
irremediable tristeza. En el mostrador los borrachines y putillas de costumbre.
La sala del fondo casi desierta: una pareja abrazada, una vieja tomando un agua
mineral, un tecnócrata discutiendo con un burócrata. Yo y mi gigondas en un rincón, mirando,
esperando. ¿Esperando qué? Eso, el milagro, un azar, un encuentro, un soplo de
misterio o de poesía. Pero nada. A la tercera copa apago mi cigarrillo y me
voy, no vencido, sino avergonzado por haber creído que aún cabe aguardar en
este mundo trivial la irrupción de lo maravilloso.’
Dueño de una pluma exquisita y un
ritmo ágil no exento de profundidad, Ribeyro desgrana en dos cientos de
párrafos gran parte de su mundo interior, su vida en París o en Miraflores, su
familia, su profesión. Y da rienda suelta a sus cavilaciones, sus temores, sus –pocas-
certezas. Un libro entrañable, sin desperdicio. De esos que iluminan cualquier
mesilla de noche, siempre al alcance de la mano, para meditar una y otra vez.
Una maravilla.
Nuestro amigo Paco hablaba de un libro de este autor titulado "Cuentos". Estas prosas apátridas, con esos párrafos que resaltas, me resultan bellísimas y de lo más interesante como descripción, como narración y como constatación del mundo en que vivimos.
ResponderEliminarYa Paco me había puesto en alerta, tú has terminado de convencerme.
Tomo nota.
Sí, Rosa, 'Cuentos' es el libro más conocido y de él se hablaba en la TV como señalé.
EliminarEl libro destila experiencia de vida. Podremos coincidir o no en su mirada, pero lo hace de una manera soberbia.
Un beso para ti.
Me gusta... me lo apunto a ver.
ResponderEliminarBesotes
Es una joya en miniatura. Ciento cuarenta páginas de vida.
EliminarAh! Por cierto! Me alegra que te haya gustado 'Ethan Frome', de Wharton. Una historia magnífica.
Besos.
Bueno, Marcelo, qué te puedo decir... pues en primer lugar darte las gracias por mencionarme, eso sí, me consta que un gran lector como tú llegaría, más pronto que tarde, a las letras de Ribeyro sin ese gentil empujoncillo final que me atribuyes, pero se agradece por supuesto.
ResponderEliminarMe alegra más todavía que hayas acabado con tan buenas sensaciones tras la lectura de este magnífico escritor peruano, muy conocido y admirado por tu continente... a este lado del océano, ya no tanto.
Lo señalas muy bien, amigo, Ribeyro atesora una de las plumas más exquisitas de Sudamérica, y eso, habida cuenta de los inmensos escritores que hay por tus lares... dice mucho del peruano.
Así es, como dice nuestra amiga Rosa, yo leí "Cuentos" (una antología editada por Cátedra) estas recientes navidades por tierras peruanas, una experiencia fascinante hacerlo en los escenarios del libro.
Además me encontré un escritor muy culto, gran conocedor de los clásicos grecolatinos, que se inmiscuyen constantemente por sus relatos limeños, o peruanos sin más. Tengo hecho el comentario, aún no lo he llevado al blog, por no saturar a quienes me visitáis con varios autores peruanos seguidos, así que lo alternaré con otras lecturas que aparecerán en el blog... aunque no pensaba demorar mucho su aparición. Espero que lo encontréis interesante, tanto como me ha parecido a mi tu parecer de este gran, y desconocido, autor.
Oye, pibe, ahora que no nos oyen... me mola eso de rescatador de olvidados, jeje.
Gracias campeón ;)
En este espacio se reconoce las buenas recomendaciones de otros excelentes lectores como tú, los que habitualmente obsequian su tiempo -siempre escaso- con sus comentarios. No podía dejar de hacerlo.
EliminarAdemás, cuando lea 'La palabra del mudo' -el otro título que adquirí junto a éste- contaré la graciosa anécdota que hubo detrás.
Este libro es una delicia. Hasta te deja pensando...
Gracias por el empujón, Paco. Te lo debo.
Y que no te mole tanto el rótulo -que bien mereces-. Habrás de reconocerme públicamente como el mentor cuando tu figura trascienda, ja, ja.
Un gran abrazo, amigo.
Supongo que todos tenemos manías , yo las tengo incluso estúpidas, y con Ribeyro me pasa que tengo dos libros suyos, (Silvio del Rosedal y un tomo bastante largo de sus cuentos en, creo, austral), que solo he leído, este último,incompleto a pedazos: pero me obsesionan otros libros suyos y quiero leerlos antes que nada y sobre todo, pero me para su precio. Quizá es qeu los quiero poseer en mi biblioteca (es algo ya enfermizo mi acumulación). Estos libros son sus cuentos completos en alfaguara (inencontrables) y "La tentación del fracaso", en especial este último, es casi obsesivo lo mío con este libro.
ResponderEliminargracias
cuídate
A veces pasa con algún título o autor que uno desea tener determinada edición, y no siempre es posible hallarlo.
EliminarOtra, es haberlo hallado y no atreverse a leerlo.
Como Ud. dice, manía de lector. Éste sería de su agrado.
Un gran abrazo, Maestro.
Me encanta eso de rescatador de olvidados con lo que te refieres a Paco. Lo que no recuerdo es ver este libro por su blog, mala memoria la mía. Pero me encanta el título, me encanta la portada y los fragmentos que nos dejas. Así que, ya que viene avalado por lo dos, me lo apunto sin dudar.
ResponderEliminarUn abrazo
No estaba este libro, Lorena; sólo fue nombrado el autor. Por eso saldo una deuda con Paco y con Ribeyro.
EliminarEl contenido es muy interesante. Te habrá de gustar, sin dudas.
Un abrazo para ti.