Alfaguara, 2016
I.
Desde su aparición, el título no ha
dejado de cosechar buenos comentarios, razón por la que fuera incluido en el
taller de lectura en el que participo. Dada su extensión y temas que aborda se
hace necesario advertir a los ocasionales lectores que el material contenido en
él requiere de tiempo para aquilatar sus enseñanzas y disfrutar de las
reflexiones que dispara.
II.
Este libro reúne una cuarentena de
relatos; una selección de la totalidad que la autora ha entregado a lo largo de
su vida en tres grandes obras. Es probable que el título de marras –que corresponde
a uno de ellos- escogido por la casa editora para su lanzamiento, no haya sido
del todo feliz pero, a cambio, éste resume muy bien el estilo narrativo que
Berlin ha adoptado para el conjunto. Todos los cuentos están escritos en
primera persona del singular, como si Berlin misma hubiera sido la protagonista
y donde los datos autobiográficos y la ficción se entretejen en una maraña que
los vuelve indistinguibles.
III.
Haciendo gala de su ajetreada vida –hija de un
ingeniero en minas y madre alcohólica, de quien heredó esa afición-, la vida la
condujo desde Alaska a Chile, pasando por Idaho, Montana, recalando en Boulder,
El Paso, Nueva York y México. Con poco más de treinta años, cuatro hijos y tres
matrimonios fracasados, Berlin ha desempeñado diversos oficios para hacerle
frente a la vida y salir adelante. Es esta realidad la que transmite en cada
uno de los relatos, donde la sordidez y tristeza no se eluden pero a las que se
enfrenta con cierto optimismo y no poco humor.
La versión digital, gentileza de Epublibre
IV.
Por sus páginas desfilan el alcoholismo y sus
estragos, el desapego del amor materno, aventuras amorosas, la relación con una
hermana moribunda y la vida conyugal con adictos, junto a agudas observaciones
sobre la enfermedad y la desolación de la vida en el sur americano, los
conflictos familiares, los beneficios de pertenecer a la clase alta chilena y los
avatares de enseñar en una prisión o con alumnos díscolos, entre otros tópicos.
V.
De estilo coloquial y descarnado,
sin medias tintas, el texto abreva en escenas y situaciones donde abundan malos
entendidos, falsas interpretaciones, crudeza y angustia sin por ello caer en la
nostalgia, la melancolía o el rencor; tampoco en la compasión. Dueña de un
humor chispeante, aún en circunstancias difíciles, Berlin construye un universo
en el que describe la vida, a pesar de todo. La edición se acompaña de un
prólogo a cargo de Lydia Davis, y una introducción y ficha biográfica final,
por Stephen Emerson, que es conveniente leer. Un libro maravilloso, para deleite
del lector.
¡Hola Marcelo! Pues sí, a este libro se le dio mucho bombo desde el principio y eso a mi, también en principio me echa siempre un poco para atrás, en la biblioteca se prestaba mucho, pero la verdad nunca me interesé demasiado en él, quizás por su título que no me atraía. Fíjate que ni siquiera sabía que está compuesta de relatos y mira que lo habré tenido en la mano...
ResponderEliminarPero, ahora tú me has traído una visión distinta, creo que ya lo veo con otros ojos, aunque si te soy sincera no creo que lo termine leyendo, los relatos no me atraen tanto como para colarlo en la fila de los que tengo en mente leer pronto
Me gusta que me hayas abierto los ojos respecto a esta novela, a veces nos hacemos prejuicios tontos
Besos
Hola, Marian
EliminarMe alegra serte de ayuda, sobre todo porque muchos buenos lectores como tú han dejado pasar este libro de relatos debido al equívoco de su título. Hubiera sido mejor mantener el del premiado con el American Book Award (‘Homesick’), mucho más acorde.
Por otra parte, sabes bien que yo tampoco soy de leer relatos, pero confieso que éste me ha gustado mucho.
Un besote para ti.
Pues tienes razón en que el título no ha sido muy afortunado porque creo que es lo que me ha disuadido de leerlo y eso que me vino muy bien recomendado hace años, pero nunca me animé. Tal vez tu reseña le haya dado el empujón definitivo porque la verdad es que los temas que comentas parecen muy realistas y reflejan la dureza de las vidas de personas al límite y eso siempre me interesa.
ResponderEliminarUn beso.
Destaco la capacidad de resiliencia del texto, Rosa, lo que no es poco. En vez de compadecerse de sí misma, Berlin optó por ver el lado positivo, sin lamentarse.
EliminarCreo que ha de gustarte.
Un beso para ti.
Hola. De esta autora leí el de Una noche en el paraíso que es hermano de este Manual. No niego que tenga su interés y me gustó tanto el estilo como el lugar pero los relatos me parecieron un tanto apresurados salvo un par. Esto me da la sensación de que es más de lo mismo por lo que creo que me lo voy a ahorrar. Y de dificultades ya vamos bien servidos.
ResponderEliminarBesitos valientes para tiempos difíciles.
Bueno, pero el mejor de los dos era éste, Norah, según la mayoría de lectores. No importa, ya has incursionado en sus letras.
EliminarBesitos libertarios para corazones encerrados.
Pues sigue esperando en mi mesilla de noche. Empecé a leerlo hará ya ¿un par de años? y me gustaron los primeros relatos, pero luego quedó ahí, esperando. No encuentro el momento de retomarlo, quizás ahora sea el adecuado. Un abrazo Marcelo.
ResponderEliminarA mi me han gustado en general; destaco 'Melina', 'Mamá', 'Penas' y los que cierran el texto.
EliminarSugiero que lo conserves en la mesilla y, antes de dormirte, leas uno por noche, Ana. Se te hará más llevadero.
Un abrazo grande para ti.
Sumo tu opinión a tantas otras halagüeñas sobre este libro de relatos. La verdad que no me animé con Lucia Berlin en su momento porque quedé un poco saturada con tanta exposición de este libro. En estos casos suelo dejar el libro en cuestión en cuarentena y ahí se me ha quedado este me temo que más de lo aconsejable.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo mismo me ha pasado y, si no fuera porque ha sido material de lectura del taller, no se si lo hubiera abordado. Sería bueno que le dieras una oportunidad.
EliminarUn abrazo para ti, Lorena.
En esta ocasión no coincidimos. Es un libro que no me gustó, y no guardo gran recuerdo de él. Un saludo
ResponderEliminarTengo compañeros lectores en el taller a quienes tampoco los ha convencido. A mi, me ha gustado su estilo.
EliminarComo todo, cuestión de gustos.
Un abrazo, Esther.
El otro día pensé que como antes el patrón de metro era ese de platino e iridio que se encuentra en París, mi patrón de lectura de cuentos es Carver, supongo que es un error porque encaja cierto tipo de temas y personajes a los que da vueltas en sus cuentos, y que como en el anterior libro que reseñas hace de la elipsis parte del cuento. El primero de las características parece que encaja, el de temas y tipo de personajes, así que debe ser atractiva para mi, a priori.
ResponderEliminargracias
cuídate
A diferencia de Carver, sus personajes no son perdedores, aunque el alcohol campea como en los relatos de aquél.
ResponderEliminarNo hay regodeo ninguno en la tristeza ni en el rencor, como tampoco compasión. Pongo un ejemplo: su hermana se está muriendo y decide dejarlo todo y compartir con ella su final. Las escenas son crudas; sin embargo, rescata las charlas compartidas, imágenes de la infancia, etc. Y hace gala de un humor ácido. Un regalo para ti, Wine: 'Apuesto a que la Iglesia católica perdió a un montón de futuras monjas cuando empezaron a vestirse como las ordinarias guardas de los parquímetros'. Berlin dixit.
Un abrazo, Maestro.
No es Carver, aunque me recordó mucho a él en cuanto a estilo minimalista. Es cierto que por lo menos concede algunas victorias a sus personajes.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Y no lleva la carga del perdedor; no hace juicio crítico, solo narra sin prejuicio. Interesante propuesta.
EliminarUn gran abrazo, Rocío.