Seix Barral, 2021
I.
Noblesse oblige. Primero, fue descubrirlo en la página de una amiga
lectora, sin imaginar la historia que seguiría detrás. Luego de hacerme de esta
versión digital, por razones personales –algo así como enviar un mensaje dentro de una botella-, lo
busqué en papel y lo regalé. Arduo fue el camino hasta hallarlo y entregarlo. No
se si su destinatari@ alguna vez lo abrirá. Si lo hiciera, ¿será capaz de
entender el metamensaje?
II.
Rose frisa la cuarentena y está llena de
rabia. Criada por su abuela, su madre se ha suicidado cuando ella contaba con
diez años, sumergiéndose en un cauce de agua con los bolsillos llenos de
piedras –¿habrá sido un guiño al lector, por Virginia Woolf? -. Su padre, un
japonés totalmente ausente en su vida, acaba de morir y la lectura de su
testamento la obliga a hacer el viaje a Kioto, a un país desconocido del que
nada sabe –ni le importa-, ni de su idioma, sus costumbres o su presente. Solo
contará con la ayuda del asistente de aquél, Paul, un belga viudo con una
hija, para ser acompañada durante su estadía.
III.
Para que Rose adquiriera cierta
mirada japonesa de la vida, Haru Ueno –el difunto marchante de arte- no ha
tenido mejor idea que pedirle a Paul que le enseñara varios templos sitos en la
ciudad –que sugiero recorrer cada uno de ellos a través de la Red- y el
cementerio donde se hallan depositados sus restos. Con la ayuda de Sayoko, la
servidora de Haru, y la conducción del móvil a cargo de Kento, la indiferencia
y el gélido comienzo del derrotero de Rose dará paso a una epifanía y la
posibilidad de un nuevo amor.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
IV.
La novela cuenta con una docena de capítulos que abren con una breve leyenda japonesa. En ellos, arces y cerezos alternan con peonías y azaleas en la compañía diaria de Rose, doquiera que vaya. Las descripciones de los templos y los
restaurantes a los que asiste junto a Paul son un reservorio de recursos que
Barbery administra con sutileza, no exento de tonos recargados y propuestas
iterativas. La historia, que se inicia como un pasado doloroso, termina por
conducir hacia una novela romántica al uso.
V.
De estilo fluido y ameno, Barbery pasea al lector por las inmediaciones de Kioto. Intenta mantener el tempo narrativo oriental, sin conseguirlo. Hacia el final, la novela se resuelve en un desenlace trillado y poco creíble. Entretenido y ligero, es una propuesta breve, adecuada para llevar de vacaciones.
Querido Marcelo.
ResponderEliminarQué pena que no le haya gustado más. Aunque a mí lo trillado del final también me pareció innecesario. El tempo narrativo oriental solo lo saben hacer los orientales, tanto en cine como en literatura, solo ellos saben manejar esa cadencia y en especial los silencios.
Pero a mí la señora Barbery me ganó el corazón con esta historia igualmente.
Siento las molestias para conseguirlo en papel, espero que el destinatario lo disfrute muchísimo.
Besitos culpables
Querida Guapa, no es que no me gustara, sólo que resuelve la historia de manera precipitada y previsible. De todas maneras, te estoy agradecido porque me ha servido no solo para evaluar la vigencia de las letras de la autora, sino también para hacer una obra de bien.
EliminarEl lector destinatario -con quien solo me crucé por azar y de quien no tengo más señas que su gusto por determinadas lecturas- no ha hecho acuse de lectura -y puede que no lo haga!-. Como dijo Fito Páez, dar es dar.
Besitos agradecidos.