Salamandra, 2013
I.
El título esperaba años y decidí
encararlo, no sin antes compartir una foto con mi selección de lecturas
mensuales -que lo incluían- con un grupo lector. Despertó tantas adhesiones, que
no sólo tuve que crear un subgrupo sino también armar una reunión virtual para
el cierre. El fervor de los comentarios y la ansiedad generada por el debate
final, convirtieron a esta lectura en un éxito arrollador y a mi en un gurú de referencias literarias –que no
soy-. ¿No será mucho?
II.
Los hermanos Lohman y sus esposas se reúnen para
cenar en un restaurante selecto en Ámsterdam. El mayor de ellos, Serge,
candidato a primer ministro, ha resuelto dimitir y blanquear un hecho de violencia en el que han participado uno de
sus hijos y su primo, el hijo de Paul. La sorpresa es mayúscula, puesto que ni
Paul ni su esposa están dispuestos a que ambos jóvenes sean juzgados –y condenados-
por algo que sólo la familia sabe –no se los ha podido identificar-. Tampoco su
propia pareja está de acuerdo: implicaría asumir, además, la pérdida de estatus
y, con ello, renunciar a una vida acomodada. Entonces… habrá que actuar con
rapidez.
III.
Paul es el narrador en primera
persona. A medida que transcurren las páginas el lector descubre los celos y la
envidia que le carcome respecto del afamado hermano mayor, sobre quien ha ejercido
actos de violencia en ocasiones previas. Haciendo uso del recurso de analepsis, Koch no solo detalla el hecho
en que han incurrido los primos –basado en una historia real-, sino el carácter
agresivo de Paul, debido a una enfermedad genética por la que debe medicarse –y
no lo hace-. A este cóctel explosivo hay que sumar la manipulación de su
esposa, verdadera instigadora, y un joven de origen africano, adoptado por
Serge, que chantajea a los primos violentos.
IV.
La obra no alcanzaría la relevancia que
demostró tener para los lectores sin destacar su original estructura. Koch
decidió narrar toda la historia en sendos capítulos que componen una cena:
Aperitivos, Entrantes, Segundo, Postres, Digestivos y, claro, no podía faltar
la Propina. De estilo coloquial y ameno, el ritmo se vuelve trepidante, con la
tensión narrativa in crescendo hacia
un final que, aunque previsible en gran medida, no deja de estar a la altura
del resto del texto.
V.
Párrafo aparte merecen las preguntas que dispara esta lectura. ¿Cuánto influye el clima familiar y el carácter de los padres en la educación de sus hijos?; ¿puede la institución escolar producir cambios positivos cuando el núcleo familiar no acompaña?; lo políticamente correcto, ¿no oculta muchas veces una hipocresía servil y utilitaria?; vivir en una sociedad tan reglada –como la neerlandesa y otras-, ¿no generará mayor violencia, como modo de canalizar cierta rebelión a las normas? Solo por llamar a la reflexión sobre estas cuestiones, vale la pena que el libro se lea.
Lo leí hace varios años y aún conservo indemnes las sensaciones que me embargaron durante su lectura. Lo que más me gustó de esta novela es ese darnos la vuelta que consigue el autor, es decir, cómo consigue que cambiemos de opinión respecto a los dos hermanos que se reúnen a cenar dejando así desnudos nuestros prejuicios. Lo único que me empañó un poco la lectura es que detecté en su final cierta justificación de esa violencia gratuita sobre la que trata el libro. Pero sin duda en una lectura interesantísima que invita a la reflexión, como bien señalas.
ResponderEliminarUn abrazo
La manera en que Koch va presentando el caso a través de la mirada del narrador -y así, construir la psicología del mismo- es un acierto.
EliminarNo percibí una justificación de la violencia hacia el final, pero sí un regodeo innecesario.
Por lo demás, una excelente novela que da lugar a un debate intenso. Gracias por darte una vuelta por aquí, Lorena.
Un abrazo para ti.
Querido Marcelo:
ResponderEliminarRompí la baraja con este señor después de leer La casa con piscina. Creó unos personajes tan desagradables y una historia tan incómoda que dije, una y no más. Y me mantengo pese a que reconozco que el hacer lecturas incómodas generan debate y pueden ser muy interesantes tal y como sucede con esta propuesta de cena. Pero yo he venido a otras cosas cuando leo.
Por cierto, apoyo la idea de declararle a usted gurú.
Besitos seguidores.
Queridísima Maja,
EliminarLamento no haber leído el título que citas -confieso que much@s lector@s del grupo se inclinaron a continuar con él, aunque no me han realizado mayores comentarios-, pero éste es un libro que convoca al debate y los personajes están muy bien; por si algún día te confundes y lo encaras.
Nada de gurú; dio la casualidad que había gente con interés en él. La verdad es que la lectura la disparó una foto. Eso.
Besitos agradecidos.
La leí hace años para una tertulia y la verdad es que dio mucho juego. Es una historia que engancha por la forma y mueve a la reflexión por el contenido.
ResponderEliminarUn beso y muy feliz año.
Feliz 2023 para ti, Rosa! Que venga lleno de buenas lecturas y excelentes momentos!
EliminarAquí, a medida que los lectores recorrían sus páginas, aparecían comentarios en el grupo realmente interesantes. Yo los iba recibiendo, aún siendo el último de los lectores -lo encaré en los últimos días de diciembre-, y me alegraba el intercambio, que potenciaba la lectura. Fue una más que agradable experiencia.
Un beso para ti.
Hace años me lo regaló una amiga. Todavía no me he animado a leerlo. Un saludo
ResponderEliminarHola, Esther. Te sugeriría que lo incorporaras a tus lecturas en breve. Realmente, no pasa indiferente. Obliga a tomar postura y debatir. Libro para compartir con otros lectores.
EliminarUn abrazo.
Me gustó mucho la atmósfera que genera en la novela y ese giro final, como una bofetada. Tengo ganas de volver a leer algo suyo.
ResponderEliminarBesotes
No solo está muy bien narrado sino que la estructura elegida ayuda a esa narración. No había leído nada de este autor, y me sorprendió gratamente. A ver si repito en breve.
EliminarUn beso para ti.