jueves, 26 de enero de 2023

Fresco medieval. El nombre de la rosa, Umberto Eco

 


RBA, 1993

I.

               Esta relectura se efectuó por solicitud de lectores amigos que querían compartirla en grupo. Accedí a ello debido a que, hace más de una veintena, lo había leído en tiempo récord, sin prestar atención a detalles –v. g., los extensos párrafos en latín que pueblan sus páginas-, tan atrapante era su trama. Ahora, con más experiencia, lo encaré con la misma intensidad aunque con mayor profundidad.

II.

                El monje Adso de Melk recuerda, al fin de sus días, los sucesos que lo han tenido al menos como testigo principal cuando, siendo un aprendiz, tuvo que acompañar a su tutor, Guillermo de Baskerville, a una abadía benedictina aislada en los alpes italianos, con motivo de esclarecer una confusa muerte ocurrida a uno de sus monjes, en 1327. Ese monasterio era afamado por poseer una biblioteca con multitud de ejemplares, algunos de los cuales eran poco menos que rarezas.

III.

               La trama policial, que se vuelve trepidante a partir de la sucesión de muertes que tienen lugar, no oculta que el laberinto que constituye la biblioteca -a la que solo el bibliotecario y su ayudante tienen acceso-, es el terreno donde se dirimen puntos de vista encontrados y, tal vez, el origen de aquellas. Por otra parte, en la abadía tendrá lugar una reunión entre representantes del Emperador, a cargo de franciscanos, y otros que responden al Papa Juan XXII, que versará sobre la pobreza de Cristo –un eufemismo sobre el alcance del poder del papado-.

IV.

                Sin intentar realizar un análisis del texto, salta a la vista la existencia de cuatro personajes excluyentes: el investigador, un racionalista que cree no solo en la religión que profesa sino también en la incipiente ciencia; un abad, que representa el mundo de la iglesia e intenta mantener su prestigio y el equilibrio dentro del claustro; un enviado papal, con la misión de hallar argumentos para que el Papa siga aumentando su poder y un viejo monje ciego, que cree que existen lecturas que podrían crear confusión y cisma si viesen la luz.

V.

               Con un estilo coloquial y poco fluido, en este fresco medieval los planos se solapan logrando establecer una discusión acerca de la importancia del conocimiento para el ejercicio de la libertad, en oposición a la oscuridad que ejercen las instituciones –religiosas y políticas- para mantener su dominación. Una novela poliédrica, con muchos ítems que se prestan al debate, recomendable en conjunto. Existen versiones de la misma tanto en la pantalla grande como en series de TV. Y unas Apostillas, que el propio autor hizo conocer, donde se brindan los detalles de su construcción y, de paso, hace frente a aquellos críticos que tildaron a esta novela de un alarde de erudición.

4 comentarios:

  1. Hola, fijate que esa novela es un guiño de Eco a Borges. Borges es el bibliotecario, como lo fue en Buenos Aires antes de ser nombrado inspector de aves. El investigador es Sherlock Holmes, Guillermo de Ockham, racionalista, y así con el resto de los personajes. Muy interesante. Sdos.

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    1. Gracias, Selva, por su aparición y comentario. Sí, realmente he disfrutado el haber compartido esta lectura con otros lectores que han hecho hincapié en la encarnación de los personajes, el trasfondo social y político, etc. Nos han dado ganas de proseguir hurgando en la historia de aquel tiempo.
      Ha sido una grata lectura.
      Gracias por darse una vuelta por aquí.
      Saludos cordiales.

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  2. Este es un eterno pendiente. Tanto el autor en general como esta obra en particular. Pero aunque lo he intentado algunas veces siempre he salido escaldada. Ese estilo erudito y poco ameno me ha echado de la lectura.
    Por cierto, en las relecturas siempre se descubren detalles que en el primer encuentro se pasan por alto. Pero no tenemos tiempo para releer tanto.
    Algún día puede que lo vuelva a intentar.
    Y ahora me despido, creo que ya me he puesto al día.
    Besitos satisfechos.

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    1. Suscribo completamente el primer párrafo tuyo, Norah. Yo tenía mis reservas cuando me fuera recomendado. La sensación era idéntica. Pero una vez que le agarras el tranquillo, lo disfrutas; aun cuando sólo te quedes con la trama policial.
      Una amiga lectora señaló que a ella le pareció que era un ensayo disfrazado de novela; puede ser.
      Ojalá hagas la experiencia y nos cuentes.
      Besitos alentadores.

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