I.
Disparó esta relectura la búsqueda de un solar que pudiera albergar al grupo
lector para una próxima reunión presencial. En aras de ser honesto, la
propuesta no fue inocente: sumé a la gran obra que Sábato nos ha legado mi
cálido recuerdo hacia mis abuelos, quienes en mi primera infancia me llevaron
de paseo incontables veces al Parque
Lezama, donde se inicia esta dramática historia.
II.
Martín del Castillo, en el umbral de su
veintena, queda embelesado por la figura de Alejandra Vidal Olmos, algo mayor
que él, una noche en que coinciden en aquel lugar. Ella, en una suerte de
hechizo, despierta en él el fervor de una pasión, una esperanza de poder
hacerle frente a una vida anodina, sin familia y sin recursos; acaso, una
salida hacia el futuro. Pero no. El amor entre ambos es tortuoso, pleno de
pliegues y recovecos que Alejandra maneja con cierta soltura –y displicencia-,
a la vez que a sus espaldas se yergue la ominosa figura de Fernando, su padre.
III.
Son esos encuentros furtivos
entre el Parque y la vieja y desvencijada casona de los Olmos en la zona de Barracas
cercana al Riachuelo –un lugar pintoresco aunque sombrío-, los que alientan en
Martín una vaga promesa de amor que se desvanece ante las frecuentes ausencias
de Alejandra, quien trabaja en una boutique
de ropa… a veces. Cuando el intenso y desesperado idilio concluya en una
tragedia brutal, sólo quedará una historia que a Martín le resultará
inexplicable.
IV.
Estructurado en cuatro partes y ambientado
hacia fines de los años ’50 en Buenos Aires, entre sus múltiples lecturas
posibles, destaco dos planos del libro. Primero, la manera en que Sábato
entremezcla la trama de sus dos personajes con la historia de este país. Alejandra
proviene de una familia patricia en absoluta decadencia, descendiente de un
general unitario que acompañó los restos del general Lavalle en camino hacia
Bolivia y que, a su regreso, fuera ajusticiado por la Mazorca. Como si el
destino del antepasado fuera también el de sus protagonistas. Luego, está el
descomunal Informe sobre ciegos, -verdadero
ensayo dentro de la novela- sobre las obsesiones con ribetes de locura que
acosan desde chico a Fernando Vidal. Lo tenebroso del relato unido a lo macabro
de su atmósfera lo vuelven un texto ineludible.
V.
En estilo coloquial y de una fluidez que requiere la atención lectora, Sábato construye una ficción que expone la desintegración de una familia heredera de la Independencia, con desequilibrio mental en sus supervivientes, obligados a desaparecer tras la eclosión del movimiento de masas. Con escenas fuertes y tensas, junto a un puñado de personajes secundarios que refuerzan la elaboración psicológica de los protagonistas, el conjunto es una obra sólida e insoslayable. Imposible no recomendarla.
Recientemente he leído "El túnel", disfruté mucho con la novela, me gustará seguir leyendo su obra. Y con lo que cuentas de ésta, por ejemplo, me anima más todavía. Un abrazo, Marcelo.
ResponderEliminarTambién he leído 'El túnel', hace ya varios años. Ambas obras resumen en gran medida la mirada oscura y pesimista de su autor. Ésta te gustará, aunque es de más largo aliento, Ana.
EliminarUn abrazo para ti.